El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
A inicios de la década de 1940 Hollywood se encontraba en su edad de oro, el mejor momento del cine hecho por las grandes productoras establecidas en ese lugar. Y la mayor diva de esa década fue sin lugar a dudas Rita Hayworth, nacida hace exactamente un siglo, el 17 de octubre de 1918. Hayworth comenzó como una bailarina destacada (Fred Astaire dijo alguna vez que ella fue “su pareja de baile favorita”), pero se consagró como actriz y, más que nada, como el gran símbolo sexual de los años cuarenta. En este último aspecto solo es comparable con la Marilyn Monroe de los años cincuenta; pero mientras la Monroe quedó pronto encasillada en papeles de “rubia tonta”, la Hayworth pasó a la historia por los difíciles personajes que interpretó en películas como Gilda (1946) y La dama de Shanghai (1947).
Margarita Cansino Hayworth nació en Nueva York y fue hija de una pareja de muy buenos bailarines: el español Eduardo Cansino, uno de los introductores de las danzas españolas en EE.UU., y Volga Hayworth, integrante de las Ziegfeld Follies. Antes de los cinco años ya estaba bailando en un escenario, junto a su padre. Desde entonces su padre la explotó, haciéndola bailar en los lugares más inapropiados (como menor de edad no podía hacerlo en otros sitios), hasta que la descubrió uno de los directivos de la Fox (que todavía no se había convertido en la 20th Century Fox) y la hizo debutar, a la edad de 16 años, con pequeños papeles en las películas Cruz diablo (1934) e In Caliente (1935), protagonizada por la mexicana Dolores del Río. Entonces firmó un contrato de seis meses con Fox, lapso en el que participó, bajo el nombre de Rita Cansino, en seis películas en las que interpretó casi exclusivamente a personajes “latinos”.
Acaso por eso, en su siguiente contrato —esta vez con la prestigiosa Columbia Pictures— cambió su nombre a Rita Hayworth, y con ello inició su vertiginoso ascenso. Hizo nueve películas en 1937 y siete al año siguiente, que la consolidaron como una de las actrices más populares. Pero la consagración artística se produjo con Solo los ángeles tienen alas (1939), un drama dirigido por Howard Hawks y protagonizado por Cary Grant. Desde entonces alternaría con igual éxito las comedias y películas musicales (en las que bailaría al lado de grandes como Fred Astaire y Gene Kelly) con los dramas: Sangre y arena (1941), Bailando nace el amor (1942), Cover girl (1944), Tonight and every night (1945), entre muchas otras. Pero sin lugar a dudas su trabajo más recordado es Gilda (1946), dirigida por Charles Vidor y uno de los clásicos del llamado “cine negro”. En ella Hayworth interpreta a una mujer en el centro de un peligroso triángulo amoroso.
Para entonces ya Rita era la mayor diva de Hollywood y un símbolo sexual de escala mundial, al punto que una de las primeras bombas atómicas llevaba una imagen de ella. En 1943 se casó con el prestigioso director Orson Welles, con quien además trabajó en La dama de Shanghai (1947). Concluido ese matrimonio, en 1949 se casó con el millonario príncipe Aly Khan de Persia, lo que le significó a Hayworth dejar por un tiempo su carrera cinematográfica. La retomaría después de su divorcio, en 1953, con Salomé (1953), La bella del Pacífico (1954), Pal Joey (1956, su último gran musical), Fuego escondido (1957), Separated tables (1958), entre muchas otras.
En los años sesenta su participación en películas fue más espaciada, pero aún nos entregó grandes trabajos, como El fabuloso mundo del circo (1964), por la que recibió una nominación al Oscar, y El aventurero (1967). En esa época comenzó a tener una serie de problemas con la memoria, que entonces se atribuyeron al consumo de alcohol. Después se supo que estaban relacionados con el mal de Alzheimer, en aquellos años casi desconocido. Recién en 1981 le fue oficialmente diagnosticado. Desde entonces se mantuvo apartada de la vida pública. Murió el 24 de mayo de 1987, como consecuencia de esa enfermedad.
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