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El centenario del gran actor Gregory Peck
Hoy el mundo del cine celebra el centenario de Gregory Peck (1916-2003), uno de los grandes “galanes” de la época dorada de Hollywood; pero también un muy buen actor, especialmente identificado con los personajes nobles y heroicos. Tras ser nominado cuatro veces al Oscar sin obtenerlo (exactamente igual que Leonardo DiCaprio), finalmente se lo otorgaron por su interpretación de Atticus Finch en la película Matar a un ruiseñor (1962). Un rol emblemático para Peck pues, como se recuerda, Finch es un abogado que se enfrenta valientemente a todo un pueblo para salvar la vida de un joven afroamericano, injustamente acusado de un grave delito. Poco después, en la ceremonia del Oscar 1967, la Academia de Hollywood le otorgó a Peck el Premio Jean Hersholt, en reconocimiento a su labor en favor de causas humanitarias.
Eldred Gregory Peck nació el 5 de abril de 1916 en San Diego (California), en el seno de una familia católica y de ascendencia europea. A causa del divorcio de sus padres, desde niño vivió con su abuela, una gran cinéfila. Gregory inició estudios de Medicina en la Universidad de Berkeley, pero los abandonó para ir a Nueva York a estudiar actuación. Guapo, alto (1.90 m) y carismático, a los 25 años de edad ya era un actor conocido en el circuito de Broadway; y poco después debutaría en el cine, a las órdenes del prestigioso director francés Jacques Tourneur, en la película Días de gloria (1944). Ese mismo año participaría en otra película, Las llaves del reino, por la que lo nominaron por primera vez al Oscar.
Fue un excelente inicio para la carrera cinematográfica de Peck, que comenzó a trabajar con los mejores directores del momento. Alfred Hitchcock lo tuvo de protagonista en Spellbound (Cuéntame tu vida, 1945) uno de los proyectos más ambiciosos del director inglés, que contó con la colaboración de Salvador Dalí en las secuencias oníricas. Con King Vidor trabajó en el western Duelo al sol (1946), con Elia Kazan en Gentleman’s agreement (1947, Oscar a la Mejor Película), con Henry King en Las nieves del Kilimanjaro (1952, coprotagonizada por Ava Gardner), con William Wyler en Vacaciones en Roma (1953, con Audrey Hepburn) y Horizontes de grandeza (1958, con Charlton Heston), y con John Huston en el gran clásico Moby Dick (1956). Esa excelente sucesión de películas se debe en gran medida a que Peck se negó a firmar contratos de exclusividad con las grandes empresas productoras, como acostumbraban las “estrellas” de la época. Fue uno de los primeros actores importantes en firmar “por película”, como ahora se acostumbra.
Peck participó en casi sesenta películas a lo largo de medio siglo (1944-1991). Los cinéfilos ya no tan jóvenes lo deben recordar por El oro de McKenna (1969), La profecía (1977), Los niños del Brasil (1978) y Cabo de miedo (1991). Pero, sin lugar a dudas, siempre será identificado con la película Matar a un ruiseñor (1962), un valiente alegato antirracista en tiempos en que el tema era sumamente polémico y actual (el asesinato de Martin Luther King se produjo poco después). A partir de una encuesta entre críticos, en 2003 el American Film Institute hizo una lista de los cincuenta más importantes héroes del cine. Esa lista estuvo encabezada precisamente por Atticus Finch, el protagonista de Matar a un ruiseñor, que superó a James Bond, Indiana Jones y todos los demás. Pocos días después de la publicación de esa noticia Gregory Peck murió, a los 87 años de edad, seguramente orgulloso de haberle encarnado a algunos de los más valiosos personajes de la historia del cine.
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