Centenario de Marlon Brando

Marlon Brando, nacido el 3 de abril de 1924 en Nebraska (Estados Unidos), fue un actor cuya importancia e influencia en el cine ha trascendido varias generaciones. Brando comenzó su carrera en el teatro, estudiando bajo la tutela de Stella Adler y Lee Strasberg, quienes le introdujeron al método Stanislavski. Esta técnica, basada en la psicología y la emoción real, permitió a Brando desarrollar un estilo de actuación natural y auténtico. Su enfoque en la verdad emocional influyó profundamente en sus interpretaciones posteriores en el cine.

Marlon fue hijo de una actriz de teatro, y creció entre escenarios y actores. Por eso, apenas concluyó sus estudios escolares viajó a Nueva York, a estudiar interpretación dramática en The New School y después en el famoso Actor's Studio. A los 20 años ya había debutado en Broadway, en la obra I remember Mamma (1944), en la que destacó tanto por su gran atractivo físico como por su fuerte presencia escénica. Pronto alcanzó el estrellato teatral protagonizando la obra Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams. Brando también protagonizaría la versión fílmica de esa obra, de 1952 y dirigida por Elia Kazan. Su interpretación del rudo pero vulnerable Stanley Kowalski estableció un nuevo estándar en la actuación cinematográfica. Brando encarnó la complejidad del personaje con una intensidad y profundidad que cautivó al público y a la crítica por igual.

A lo largo de su carrera, Brando desafió las convenciones de la actuación tradicional, optando por roles que exploraban la psicología humana y la lucha interna. En películas como La Ley del Silencio (1955), por la que ganó su primer Oscar, Brando capturó la angustia y el conflicto de sus personajes de una manera diferente a lo que se había visto hasta entonces. Otro de los hitos más destacados de la carrera de Brando fue su interpretación de Don Vito Corleone en El Padrino (1972), dirigida por Francis Ford Coppola. Su actuación como el patriarca de una familia criminal le valió su segundo premio Oscar. 

Sin embargo, la carrera de Brando también estuvo marcada por períodos de decadencia, durante los cuales se limitaba a breves pero decisivas apariciones en algunas películas. A pesar de su talento, Brando luchó contra problemas personales y profesionales que afectaron su capacidad para mantenerse en la cima de la industria cinematográfica. Su renuencia a comprometerse plenamente con los proyectos cinematográficos o su tendencia a abandonar películas en medio de la producción contribuyeron a su caída de gracia en la industria del cine. Pero aun en sus apariciones más breves, Brando dejaba una impresión duradera con su presencia magnética y su habilidad para robarse la escena con apenas unas pocas palabras o gestos.

Incluso en esta etapa su capacidad para capturar la humanidad en sus personajes se hizo evidente en películas como Apocalypse now (1979), donde interpretó al Coronel Kurtz, un oficial del ejército estadounidense que se adentra en la locura durante la Guerra de Vietnam. A pesar de su aparente villanía, el personaje de Kurtz experimenta un momento de reflexión y redención en su lecho de muerte, lo que revela la vulnerabilidad y la complejidad detrás de su fachada implacable. Esta tendencia a explorar la dualidad del ser humano en sus roles mantuvo la reputación de Brando como uno de los actores más talentosos y versátiles de su generación.

Además de su trabajo como actor, Brando también fue un activista comprometido con diversas causas sociales y políticas. Su defensa de los derechos civiles y su apoyo a los pueblos indígenas lo convirtió en una figura controvertida pero influyente fuera de la pantalla. 

Desde sus humildes comienzos en el teatro hasta su consagración como uno de los actores más influyentes de todos los tiempos, Brando desafió las convenciones y redefinió los límites de la actuación cinematográfica. Su legado perdura como un recordatorio del poder del arte cinematográfico y de la inmortalidad de los talentos verdaderamente excepcionales.