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Una decisión que ha dividido al mundo literario
Ayer La Academia Sueca, a través de su secretaria permanente Sara Danius, dio su tan esperado fallo: el Premio Nobel de Literatura 2016 fue otorgado al cantautor norteamericano Bob Dylan, “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”. Y si bien la noticia no fue una sorpresa (desde hace años Dylan figuraba entre los “finalistas”), si conmocionó especialmente al mundo literario; después de todo el galardonado no es un “escritor” en el sentido tradicional del término, pues su poesía está más bien en los versos de sus más de 500 canciones. Así, el Nobel se suma a la más que impresionante lista de reconocimientos otorgados a Dylan, que incluyen el Polar Music Prize (2000), el Premio Príncipe de Asturias (2007), el Pulitzer (2008) y hasta un Oscar (2000).
Hace pocos meses en este portal resaltamos la importancia de Dylan, a propósito de sus cumpleaños 75. Entonces afirmamos que él es una de las figuras más influyentes de la música popular del siglo XX, y recordamos que la revista Rolling Stone hizo una lista de los mejores compositores de la música popular de todos los tiempos, y que en esa lista Dylan ocupó indiscutidamente el primer lugar. Y también que la revista Time lo incluyó en su lista de las cien personalidades más influyentes del siglo XX. Lo cierto es que Dylan irrumpió como un huracán en la escena musical anglosajona de los años sesenta, con canciones como “Blowin’ in the wind” (1963), “The times they are a-changin” (1964) y “Like a rolling stone” (1965) que se convirtieron en verdaderos himnos generacionales e impulsaron a los fundadores del rock —entre ellos los Beatles y los Rolling Stones—a llevar ese modesto género musical a un mucho más alto nivel artístico.
Robert Allen Zimmerman (verdadero nombre del cantautor) nació en Minnesota, el 25 de mayo de 1941, en el seno de una familia judía de origen europeo. Desde la adolescencia formó grupos musicales — The Shadow Blasters y The Golden Chords—con sus compañeros de escuela, con los que interpretaba canciones de rock’n roll de la época (Elvis Presley, Little Richard, etc.). En 1959 inició sus estudios en la Universidad de Minnesota, y entonces dejó el rock’n roll por el mucho más elaborado y poético folk, género en que el músico suele cantar sus propias composiciones acompañado únicamente por su guitarra. Fue entonces que unió su nombre al del poeta británico Dylan Thomas (1914-1953), pero su modelo en esos decisivos años fue el cantautor norteamericano Woody Guthrie (1912-1967). En 1961 se trasladó a Nueva York, para presentarse en varios clubes de Greenwich Village, y ahí conoció a los poetas beatniks, que también fueron una gran influencia para él. Poco después grabó su primer álbum, Bob Dylan (1962), y desde entonces no ha parado de componer canciones y publicar discos, que en la actualidad suman más de cuarenta. El más reciente es Fallen angels (2016).
Este Premio Nobel otorgado a Dylan marca claramente una tendencia dentro de las preferencias de la Academia Sueca: la opción por las formas literarias más modernas y propias de nuestro tiempo. El año pasado el Nobel de Literatura fue para la bielorrusa Svetlana Aleksiévich, una periodista cuyos libros recopilan numerosos testimonios de personas involucradas en grandes sucesos históricos. Este año se ha premiado a un autor de canciones, que son un subgénero de la poesía; sin lugar a dudas el más vital y el que está más presente en la memoria de todo tipo de personas. “Los tiempos están cambiando” decía Dylan en su canción de 1964. Esos cambios, tan saludables para la cultura, han tardado más de medio siglo en llegar hasta el Premio Nobel.
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