Rocío Valverde

Votaciones en el extranjero

Votaciones en el extranjero
Rocío Valverde
18 de abril del 2016

Los errores y la desorganización de la ONPE más allá de nuestras fronteras

Son las once de la noche en Perú y mientras mi madre busca el DNI de mi abuela, en Inglaterra mi alarma me recuerda que entramos al día D. Es hora de asumir que siendo tercer suplente de mi Mesa Electoral, probablemente me tenga que quedar de titular; así que a ducharse, vestirse y desayunar mi clásica tostada con aceite. ¿Será cierta esa famosa leyenda electoral? ¿Me darán frugos, galleta de soda y atún?

Descongelamos el coche y recolectamos caramelos de chicha morada y limón para darles un rush de glucosa peruana a los llamados a cumplir su deber cívico. Mi esposo Guil se prepara para esperarme al menos diez horas y se pregunta si los votos que nos declaramos el 19 de diciembre incluían el amarme en la salud y enfermedad, en la pobreza y riqueza, en elecciones y resaca electoral. Guil conduce desesperado mientras yo me bato en un concurso de miradas con mi reloj de muñeca. Quizá si las observo fijamente sus manecillas doradas dejarán de marcar que voy a llegar cinco minutos tarde.

Recorro a paso ligero la calle para que, a las 7:38 de la mañana, en mi mesa solo haya una risueña chica que me saluda. Cuando dieron las nueve de la mañana ya había gente lista a rociarme con gasolina por no abrir la mesa, pero nadie se ofrecía a ser voluntario. La burocracia y desorganización no distinguen fronteras, ya que los llamados a apoyar estaban esperando fuera desde las 7:30 de la mañana y no los dejaban entrar.

Ahora ya no era una sino tres los dispuestos a apalearnos. Así que fungió de secretario un majo señor cuyo apellido polariza en el Perú, y con él empezamos. Durante la jornada llegó gente pintoresca que me recordó lo folklórico que es nuestro país. Una persona, como producto del apuro, se olvidó de que el voto era secreto y comenzó a anular su voto en nuestras narices. Otro recitó un poema de Vallejo, se declaró santiaguino y por la república independiente de Santiago de Chuco puso su huella digital sobre su nombre. Muchos no se acordaban cuál era el dedo índice o, al igual que en la política, tenían dos manos izquierdas y negaban la existencia de su mano derecha. Una fiera llegó dispuesta a sacarnos los intestinos si no le poníamos el holograma a su hermana que acababa de votar. “¿Para eso estudian? ¡Ya comienzan, carajo, nos quieren meter una yuca!”. La hermana apareció tímida, china de la risa con su DNI y con el holograma presente. Así que, señora, si me está leyendo le aviso que en segunda vuelta no aguanto calumnias de Alzheimer, ¡carajo!.

El momento más emocionante estaba por llegar. Por fin apreciaríamos, de primera mano, la tendencia electoral de los peruanos en Inglaterra. ¿Sería cierto eso de que en Inglaterra están los más rojos? ¿Habría llegado hasta aquí la campaña “Keiko en primera”? ¿Los ppkuyes personeros se agarrarían a mazorcazo limpio con los personeros de la flor? El resultado final fue contundente. De 89 votos emitidos, 40 eran nulos. La desinformación ganó, pónganle su banda presidencial a la ONPE.

 

Rocío Valverde Pastor

 
Rocío Valverde
18 de abril del 2016

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