Antero Flores-Araoz
Vigencia del humanismo cristiano
Se deja de lado la ideología social cristiana
La doctrina social de la Iglesia Católica fue enarbolada explícitamente, desde la Encíclica Rerum Novarum, en el año 1891, y llevada a la práctica y acción política por los partidos que se formaron bajo la denominación de Democracia Cristiana, principalmente, o de otras con similar imagen.
En Europa la Democracia Cristiana destacó en Alemania e Italia, y con menor significación en Bélgica y Holanda, entre otros países. En los dos primeros nombrados con significativo éxito electoral y gubernamental, aunque en Italia con descomposición por su longeva conducción del Estado.
En América, la Democracia Cristiana ha tenido relevancia en Chile y Venezuela, países en donde llegó a ser Gobierno. En el primero con aliados ideológicamente no convincentes e incluso distantes y, en el segundo ahora en proceso de extinción.
En otros países de nuestro hemisferio, como Panamá y Perú, la presencia social cristiana fue menor y la competencia electoral fue sin mayor significado. Y ello se debe probablemente a las confrontaciones internas que derivaron en escisiones partidarias y, por qué no decirlo, en diáspora de personalidades. Como ejemplo tenemos al Partido Demócrata Cristiano, del cual emergió el Partido Popular Cristiano que, siendo abanderado de las tesis social cristianas, no fue el único grupo político cobijado en tal doctrina política. Hubo otros que coincidieron en pensamiento y propósito, como Somos Perú y ORDEN, este último ya fuera de toda presencia y participación.
En tiempos pretéritos era fácil distinguir diferencias ideológicas, pues existían. Pero con el correr de los tiempos ellas se convirtieron en matices, y muchos partidos convergieron hacia el centro, el cual se tugurizó ante la defección de grupos de derecha e izquierda que despoblaron significativamente tales extremos.
Recuerdo que, en nuestro país, la incomodidad que se produjo cuando señalamos que la social democracia, encarnada por el APRA, y el social cristianismo, encarnado en aquel entonces por el PPC, habían dejado atrás diferencias para tener más coincidencias, y que las antiguas divergencias se habían convertido en matices. Fuimos casi casi tildados de herejes políticos por quienes después se coaligaron para integrar plancha presidencial en las pretéritas elecciones. Sin comentarios.
Lo indicado líneas arriba se agravó con la presencia cada vez más agresiva y oportuna de la prensa, que en buena medida sustituía a los partidos, pues por su inmediatez, siempre llegaba antes para opinar y tomar posiciones. Los partidos, por su exagerado asambleísmo, demoraban sus pronunciamientos y, consecuentemente los ciudadanos dejaron de esperarlos con lo que relativizaron su existencia, como bien lo percibió el gran politólogo Giovanni Sartori.
Ahora, los partidos que integraron o integran la renovada internacional social cristiana, hoy de centro, regresan al humanismo cristiano dejando de lado la ideología social cristiana, sobre todo ligada a la sociedad y empresa comunitaria. Se han dado cuenta probablemente que de llevar al gobierno del Estado tal visión peculiar, las empresas dejarían de tener la vigencia que hoy tienen, pues el colectivismo empresarial presagia su conflicto con el individualismo inversor, y este último lleva franca delantera.
He ahí la evolución de muchos del social cristianismo al auroral humanismo cristiano, en que el ser humano es el centro de la creación y del interés del Estado.
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