César Félix Sánchez
Valió la pena la vacancia
A un año de la caída de Vizcarra y Merino

En unos días se cumplirá un año de la vacancia de Martín Vizcarra y de uno de los acontecimientos más absurdos de la historia reciente del Perú, las protestas famosas contra Merino. El tiempo acabó dando razón a las vacadores e incluso, luego del vacunagate, la opinión pública acabó, incluso según las sinuosas encuestas, por repudiar a ese personaje.
Por otro lado, la denuncia que hacíamos en esta misma columna de El Montonero respecto a que la masa de «moderados» y jóvenes llenos de ennui que protestaban bajo consignas gaseosas acabaría siendo «cabalgada» por la minoría de radicalizados con una agenda específica: una nueva constitución, se cumplió. Parecía que una fuerza misteriosa se esmeraba por, haciendo uso de una manipulación sutil, hacer que el Perú acabe en un futuro inmediato bajo un gobierno de izquierdas, al margen de su insignificancia electoral. ¿Se acuerdan de esa tarde de domingo, en que, luego de la renuncia de Merino, parecía que, en lista única, acabaría ocupando la presidencia la confesa marxista Rocío Silva-Santisteban?
También el tiempo transcurrido ha sido testigo de muchos volatines y grandes errores de percepción de algunos pundits del progresismo liberal. Cierta periodista limeña que, aunque trabajó con Hurtado Miller en los «años de plomo» fujimoristas, ahora se proclama orgullosamente caviar, anunciaba que Acción Popular y la derecha estaban aniquiladas electoralmente y que el triunfo en el 2021 les pertenecería a las fuerzas globalistas insurrectas y triunfantes contra Merino, es decir, al Partido Morado y a Juntos por el Perú. Craso error. Acción Popular sigue ocupando la presidencia del nuevo parlamento. El Partido Morado casi pierde su inscripción. Y Juntos por el Perú es la bancada más pequeña del congreso. Esa es la señal más elocuente de que las protestas no fueron un auténtico movimiento popular sino una efímera fronda estructurada por medios e influencers.
Finalmente, también ha sido curioso observar que aquellos que sostenían que Merino, por su «ignorancia» no merecía ser presidente, acabaron votando por Pedro Castillo y censurando a los críticos de su incapacidad como «discriminadores». Otras hipocresías y dobles raseros se revelaron: los que celebraban el puñetazo contra Burga, el ataque y vandalización del local de Acción Popular, las múltiples provocaciones a la policía y el acoso contra la casa familiar de Manuel Merino y de Beto Ortiz gritan histéricamente ahora contra los ataques puramente verbales a Avelino Guillén, la vandalización del local de Acción Popular luego de la confianza al gabinete Bellido y la protesta contra Sagasti y la presentación de su libro por parte de la llamada Resistencia.
La vacancia valió la pena no solo por librarnos de un inescrupuloso capaz de todo como Martín Vizcarra, sino para revelarnos una vez más la hipocresía de muchos que se sienten guías morales de una opinión pública cuya verdadera índole ignoran, cuando no desprecian.
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