Valiente y oportuna defensa de la meritocracia

A propósito de los dos normas legales, referidas a la promoción de la ignorancia en el proceso de formación de los futuros ciudadanos, convertidos en leyes con el voto aprobatorio de un buen número de legisladores en el Congreso, algunos de los cuales se dicen progresistas y otros revolucionarios; resulta pertinente en custodia de la meritocracia para el acceso a la Carrera Pública Magisterial, recordar a modo de rechazo y con el fin de promover un mínimo intento de reflexión en quienes son encargados de construir la democracia en el país, la trascendencia de la educación en la formación en libertad de las personas y en la transformación de las sociedades, lo señalado tanto por Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, como por el autor del cómic de ciencia ficción Epochalypse, Jonathan Hennessey “La ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre”.

 De modo que lo aprobado en torno al nombramiento automático de los docentes que acrediten contar con tres años de servicios en calidad de contratados y la reposición de los docentes interinos que ascienden a un aproximado de 14 000 (nombrados sin título pedagógico) que fueron cesados en el 2014 por no haber rendido una evaluación o haber sido desaprobados en la misma; se inscribe en lo que significa un atentado contra la educación peruana, que a decir de la señora exministra Magnet Márquez, causaría un perjuicio significativo, especialmente a quienes menos recursos tienen y asisten a las escuelas públicas. Razón que la llevó a afirmar en su momento que, como parte de la lucha en favor de la meritocracia en el nombramiento docente, su sector recurrirá al Tribunal Constitucional (TC).

Alarma que un Congreso bastante desprestigiado por proteger la inmoralidad, blindar a los “mochasueldos”, cubrir las componendas de “los niños” y otras barbaridades más, enarbole las banderas de la ignorancia, agrediendo al país que, desde hace buen tiempo y preocupado por el futuro de sus hijos apuesta por una educación de calidad. Allí tenemos como muestra el Proyecto Educativo Nacional al 2021 “La educación que queremos para el Perú”, que, afirmando la preocupación por contar con profesores de calidad, consideró como uno de los objetivos estratégicos a lograr: maestros bien preparados que ejercen profesionalmente la docencia, en síntesis, mejores profesores para mejores estudiantes; señalando: “Nos proponemos asegurar el desarrollo profesional docente, revalorando su papel en el marco de una carrera pública centrada en el desempeño responsable y efectivo, así como de una formación continua integral”. Para lo cual, necesitamos docentes de calidad, formados y seleccionados con rigurosidad.

El espíritu anterior fue tibiamente recogido por el último Proyecto Educativo Nacional (entendemos que en revisión) al mencionar en uno de sus propósitos la necesidad de asegurar que la educación de las personas en todas las etapas de la vida ayude a construir una vida ciudadana, es decir, contribuya a la convivencia de sujetos que en una comunidad democrática ejercen con responsabilidad su libertad, de modo que logren vidas plenas y contribuyan a lograr un país justo y próspero.

En ese contexto, resulta inadmisible y por tanto repudiable las decisiones adoptadas en el Congreso de la República contra la educación del país y dado que la ignorancia constituye la noche de la mente, es obligación ciudadana oponerse a su aplicación. Si el objetivo principal de la carrera Pública Magisterial es promover el buen desempeño profesional de los docentes de la educación básica, vinculando el ingreso, ascenso y permanencia en función de sus capacidades, medidas o fortalecidas por evaluaciones justas; resulta vital valorar la decisión de la exministra, en su valiente y oportuna defensa de la meritocracia, para asegurar el acceso y permanencia en la tarea educativa de los buenos maestros

Normas como las mencionadas viajan por un carril diferente al progreso, invitando no solo a levantar la voz de rechazo, sino a reafirmar voluntades por y para luchar contra la ignorancia en oposición al camino escogido por algunos legisladores; en esa direccionalidad, podemos encontrar fundamento a nuestro desacuerdo en la afirmación de José Martí “La ignorancia mata a los pueblos, por eso es preciso matar a la ignorancia”.