Honor en tiempos de incertidumbre

Mientras la inestabilidad política se ha vuelto una bruma constante, la inseguridad ciudadana una alarma diaria y la corrupción un río crecido que arrastra la poca esperanza que queda, las noticias muestran a un país que, en su esfuerzo por avanzar, se ha estancado en un fango resbaloso. En este escenario somos testigos de la pasarela de la deshonra institucional: exmandatarios, antes símbolos de la nación, han cambiado el estrado presidencial por una celda. Este desfile sombrío no es un escándalo pasajero. Es la prueba de una corrupción sistémica que vació de sentido el servicio público y dejó un legado de cinismo y desconfianza que, pese a todo, la justicia intenta enfrentar.

Mientras quienes capturaron el poder, inmorales de derecha e izquierda, cargan con la responsabilidad principal de este colapso, la sociedad encuentra su fibra moral en otros espacios. En medio del ruido surgió un refugio inesperado, un ámbito donde la meritocracia existe y las reglas son claras: el deporte. Los triunfos deportivos, fruto de sacrificio y respeto absoluto por las normas, se han convertido en un espejo donde la ciudadanía reconoce su capacidad de grandeza. En esos héroes que sudan bajo su bandera sin mancharla reside la porción mínima, pero vital, de honor que una sociedad agotada todavía puede celebrar.

Conviene, entonces, repasar esos logros que, entre tanto desastre, se transformaron en símbolos de dignidad. Mientras los despachos del Estado se hundían en escándalos, el mérito genuino brillaba en las canchas y pistas:

1.- Neri Mamani ganó la primera medalla de oro para el Perú en un Mundial de Para Atletismo en los 1500 metros T11, triunfo que es un recordatorio del abandono histórico hacia las personas con discapacidad y un llamado urgente a la inclusión. 

2. La selección de surf dominó los Juegos Bolivarianos con siete oros y catorce medallas en total, una demostración de talento nacido de nuestra geografía y de la pasión por el mar.
3. En tiro deportivo y esgrima, Marko Carrillo, Renzo Fukuda, María Luisa Doig y otros alcanzaron múltiples oros en los Bolivarianos, en disciplinas que exigen disciplina y concentración, virtudes escasas en la política.

4.-Carlos Díaz Lecca, conocido como “Aquaman piurano”, sumó varias medallas de oro en natación en los Juegos Escolares, mostrando que el talento se sigue forjando lejos de los reflectores.

Otros logros individuales marcaron el año: Jovana de la Cruz obtuvo el oro en la Maratón de Santiago 2025; Verónica Huacasi ganó en los Juegos Panamericanos Junior de Asunción; y el Panamericano U20 dejó cinco medallas de oro, cinco de plata y cinco de bronce, incluido el triunfo de Giancarlo Bravo en los 800 metros.

El Grand Prix de Atletismo realizado en Videna también fue escenario de un desempeño sobresaliente, con siete medallas de oro, quince de plata y doce de bronce. Gladys Tejeda, Nelson Ito, Anita Poma, Ximena Zorrilla, José Luis Mandros y Gabriela Suárez elevaron la bandera nacional con victorias en sus respectivas pruebas. Mandros repitió el oro en el Grand Prix Gustavo Cárdenas. La lista podría seguir, y debería, porque estos triunfos sostienen la autoestima de un país golpeado por su propia clase dirigente.

Sería injusto no reconocer que también hubo avances en ciencia y tecnología. En la Feria Escolar Nacional de Ciencia y Tecnología Eureka 2025 surgieron proyectos ganadores en indagación científica y soluciones tecnológicas. El Innovation Challenge 2025 premió iniciativas universitarias de innovación digital para la sostenibilidad. A esto se suman los concursos de financiamiento de Prociencia, que impulsaron el trabajo de escolares y universitarios en la creación de soluciones con impacto real. Estos logros confirman que la comunidad científica peruana, aunque poco reconocida, sigue aportando ideas valiosas.

Si recordamos con Aristóteles que la dignidad no está en los honores, sino en merecerlos, quizá el gran legado de este año no sea la cantidad de trofeos obtenidos por nuestros héroes silenciosos. Lo importante es el recordatorio de que, incluso en medio del caos, basta con que un grupo de personas se una en un objetivo común para recuperar, aunque sea por un instante, un poco de honor.