Pedro Olaechea

¡Uy, uy, uy! El presupuesto

Se debe evitar la mala ejecución del gasto

¡Uy, uy, uy! El presupuesto
Pedro Olaechea
04 de diciembre del 2018

 

El presupuesto de la República es un tema de debate recurrente entre la ciudadanía y sus representantes. Este asunto tiene que estar rodeado de la mayor transparencia posible, y tiene que ser justificado rigurosamente cada año, porque está estrechamente relacionado con el pago de nuestros impuestos (ya sea en un chocolate, el fideo, el pasaje) o los tributos, que se resuelven ante la autoridad respectiva.

Pero, ¿cómo entender el presupuesto? En una reciente entrevista en Tv Perú expliqué el concepto de la manera más sencilla posible: en el presupuesto de la Nación existen tres magnitudes. La primera, los ingresos; la segunda, obviamente, los gastos; y finalmente, si faltó, vienen los préstamos, que van ajustando las diferencias de los ingresos respecto a la ejecución del gasto, o la falta de ingresos respecto a los compromisos. Si al final hay más ingresos que egresos, hay superávit. Y si los gastos más los préstamos superan a los ingresos, entonces tenemos un déficit.

Es lo mismo que sucede en cualquier hogar. Si los ingresos son superados por los gastos, entonces se recurre al crédito de la bodega, farmacia o casera del mercado, y se ve cómo se reacomodan las cuentas para pagar a fin de mes. No hay familia que piense que este ruleteo es infinito. Lamentablemente, en los gobiernos esto no es evidente.

¿Por qué no es evidente? A mi parecer, debido a que muchas veces las autoridades somos aves de paso. Se busca, en un tiempo corto y aleatorio, hacer el mayor esfuerzo en “obras” para la comunidad. En el caso de los alcaldes y gobernadores, saben que tienen cuatro años antes de decir adiós. A ellos la posteridad los “atormenta” en cualquiera de sus acepciones, desde la fama e inmortalidad, a la crematística y la desgracia. Esta visión muchas veces se enfrenta al mayor regalo que le puedan hacer al pueblo: gastar poco e invertir bien, cuidar el dinero de todos los constribuyentes. Parece fácil, pero no lo es.

De lo anterior podemos hacernos una gran pregunta: ¿cuál ha sido la efectividad de la aplicación de los recursos? Así entramos en un concepto poco discutido: la calidad del gasto. Se trata de una noción que, al igual que la “productividad” de los congresistas, se basa en que se aprueben más leyes —concepto increíblemente glorificado por una ONG—, y tiene como norte convertir la legislación en una competencia gimnástica. ¿El resultado entre los congresistas? Podemos llamarlo “legislativitis” aguda.

Así pronto notaremos que tenemos más leyes, pero de menor calidad. ¿Alguna vez hemos revisado la efectividad de los instrumentos emitidos? ¿Esta injundiosa ONG, que persigue el atletismo legal, ha llevado alguna vez a cabo alguna auditoría costo beneficio de legislar como ametralladora?

Lo mismo nos está pasando con el presupuesto que hemos discutido la semana pasada. Veo con terror que cada año aumenta su monto. Y bajar el déficit fiscal cada vez se pone más duro que “muñeco de torta”. Pensemos del año 2000 a la fecha. El presupuesto de la República ha crecido 450%. Es decir, cuatro veces y medio. Esto equivale a que si usted ganaba S/ 1,200 mensuales hace 18 años, hoy usted estaría ganando S/ 5,300 mensuales. Y no habiendo subido la inflación acumulada en más de 30%. ¿Le ha sucedido esto a los maestros o las enfermeras? No. ¿Y la población en cuánto creció en el mismo periodo? ¿22%? ¿Qué pasó?

Entramos al tema, ¿cómo gasta el sector público? Y se nos abre un abismo. Se nos aparecen las obras mal desarrolladas, como el hospital San José de Chincha, el Hospital Antonio Lorena en Cusco, todavía inservible, además de colegios no terminados. Vemos obras en arbitraje, desembarcaderos portuarios artesanales hundiéndose en el mar, y la lista sigue y sigue.

Construir un centro de salud bien equipado cuesta S/ 8 millones. Una comisaría o un colegio de 12 aulas cuestan S/ 6 millones cada uno. Vea estas cifras como las cifras múltiplo en las que debe pensar cuando vea el presupuesto de la República. Son las cifras de lo que la gente quiere: seguridad, salud y educación. No se olviden.

Les dejo un pequeño ejemplo. Si comparamos el presupuesto del Congreso (S/ 512 millones) con el presupuesto de comunicaciones del sector público, vemos que el monto asignado a este último es de S/ 1430 millones, 279% más que el gasto total del Congreso. Esto equivale a 238 colegios, 238 comisarías, 178 postas médicas. Nos da para pensar, ¿no?

Debo admitir que tengo sentimientos encontrados. El presupuesto de educación y salud vienen creciendo poco a poco, aunque todavía estamos lejos de los porcentajes internacionalmente aceptables. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿ejecutaremos el total del presupuesto? Al momento del debate en el pleno del Congreso, el sector salud había ejecutado 77% de su presupuesto, y educación casi el 70%. ¿Cantando “arroz con leche” podríamos llegar a ejecutar el 6% del PBI que el sector espera tener en algunos años? Se ha ejecutado 69.2% del 3.7% del PBI. Son números que hay que recordar.

No es que tenga un problema con el monto específico que se propone, mi temor yace en la mala ejecución del gasto. Para que entiendan mi preocupación les suelto una cifra: el promedio de ejecución presupuestal de los últimos cinco años es de 85%. ¿Acaso esto se ha usado para reducir nuestras deudas? Parece que no, ya que han aumentado un punto porcentual con respecto al año pasado: pasamos del 25.8 estimado para el 2018 a un 27.5 para el 2019.

En cuanto al déficit fiscal bajaremos al 3% este año. ¿El dinero que no se está ejecutando sirve para bajar el déficit fiscal? Si eso fuera así, por lo menos es una buena noticia, ya que aleja el fantasma de la inflación y sobre endeudamiento. Ojalá el aumento de este último haya llegado a su techo límite.

Así pues, les quiero dejar una reflexión final: el presupuesto no es la llave para las soluciones. Hoy el Perú cuenta con dineros que son importantes en cualquier latitud del mundo. Sí, es importante tener fondos para ejecutar las obras que todos los peruanos necesitan.

El reto está en la calidad de la ejecución, tanto en el gasto corriente como las partidas de capital. En suma, todo eso solo será posible si hay capacidad de gestión, que hasta ahora parece ser el reto que no estamos superando.

 

Pedro Olaechea
04 de diciembre del 2018

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