Un fin de semana para olvidar

Este fin de semana lamentablemente se perdió. Los números lo dicen. Se ha canjeado a trescientas personas heridas, catorce personas asesinadas y dos camiones de ayuda humanitaria quemadas por sesenta militares desertores. Todos los focos de la prensa se movilizaron hacia Venezuela, las estrellas de la música latinoamericana quisieron conmover al mundo con los acordes de sus guitarras y la poesía hecha canción, buscaron instar a la humanidad de los chavistas; pero olvidaron que esos bandidos ya no tienen una pizca de conciencia.

Las fotografías y videos de asesinatos selectivos han corrido como reguero de pólvora por las redes sociales. Y aún así hay congresistas, como los del Frente Amplio, que este pasado domingo han perdonado con sus palabras al régimen tiránico de Maduro, pues siguen hablando de una “crisis interna”. Durante el concierto de Venezuela Aid Live el cantante español Miguel Bosé dedicó unas palabras a la Alta Comisionada de Derechos Humanos, palabras que tuvieron repercusión inmediata. La cuenta de Twitter de ONU Mujeres ha condenado al cantante “por su lenguaje violento hacia las mujeres en la política”. Resulta, pues, que la expresidenta Bachelet tiene carta blanca para hacer el tonto por la fortuna de su sexo y ostentar un cargo político.

El discurso de Miguel Bosé quizás resultara malsonante para las orejas de unos cuantos; pero todos los que tienen ojos encuentran obsceno el meneo de las caderas del dictador sobre los cadáveres de miles de venezolanos que solo encuentran la ceguera de los organismos internacionales. El mensaje fue claro: “Muévase y cumpla con su papel”. Si algo le impide apersonarse a constatar las faltas graves a los derechos humanos, deje el cargo. Se le exige a usted con tanto apasionamiento porque fue usted quien contó haber sobrevivido a la tortura de Pinochet. ¿Cómo califica el trato al diputado Juan Requesens? ¿La muerte del Concejal Albán no merece ser investigada?

Qué difícil tiene que ser para los comunistas latinoamericanos emitir un comunicado sobre la violenta represión en Venezuela. A los admiradores de Chávez se les cae la bandera de defensores de los pueblos indígenas con los crímenes de lesa humanidad cometidos por los militares al comando del dictador. Cuando el asesino es Nicolás Maduro, los indígenas pemones se convierten en agentes de la derecha y sus tierras sagradas se devalúan, de repente no son de mismo nivel que el suelo que pisan los indígenas mapuches o los nativos aguarunas. No olviden nunca el silencio cómplice de los contorsionistas olímpicos de la moral; ellos fueron rápidos para condenar al presidente de Brasil y su ley de demarcación de tierras indígenas, pero ahora miran hacia otro lado. ¿Coherencia? Nunca la han conocido.

El fin del dictador está cerca, pero el presidente Guaido no puede seguir pecando de inocente. Con las fronteras cerradas, la precaria situación de los venezolanos se complica aún más. Catorce personas han fallecido directamente por el fuego abierto del dictador, pero son miles los que siguen condenados a muerte por la falta de fármacos antirretrovirales, antibióticos y quimioterapia. ¿Qué queda ahora que hemos agotado todas las acciones diplomáticas?