Neptalí Carpio

Un comunista en el Capitolio

El brusco viraje económico de Joe Biden

Un comunista en el Capitolio
Neptalí Carpio
13 de mayo del 2021


Después de haber escuchado, reiteradamente, el heterodoxo discurso que el presidente Joe Biden pronunció en el congreso norteamericano el pasado 29 de abril, me preguntaba qué ocurriría si el próximo 28 de julio el nuevo presidente o presidenta elegida pronunciara uno del mismo contenido, aplicado a la realidad peruana. Me imagino que los titulares del siguiente día lo acusarían de comunista, caviar o de izquierda. Seguramente, varios líderes –como Rafael López Aliaga, Cesar Acuña, Alberto Beingolea y hasta el propio Vargas Llosa– llamarían a la resistencia, ante tamaño despropósito. 

En ese discurso, confirmado en otras entrevistas posteriores, el mandatario norteamericano fundamentaba por qué los ricos deben pagar más impuestos y por qué se debe legislar sobre un impuesto a la fortuna, en vista que la desigualdad es muy grande, agravada por la pandemia donde 20 millones de americanos perdieron su empleo y en el que 650 multimillonarios aumentaron su fortuna en más de un billón de dólares (trillones, en inglés). Frente al desconcierto de los republicanos, Biden arrancaba aplausos de los congresistas demócratas, señalando que en EE.UU. “nunca ha funcionado la economía del chorreo. Es hora de que la economía crezca de abajo hacia arriba y desde el medio hacia los costados”. Y de remate, el primer mandatario norteamericano ratificó en el Capitolio su política migratoria inclusiva. Y ante el pavor de los senadores y diputados seguidores del derrotado Donal Trump, invocó al Congreso a aprobar con urgencia leyes para favorecer a las minorías sexuales, en claro guiño a los activistas de las organizaciones de la comunidad LGTBI. 

Pero en realidad, solo se trata de una reforma del modelo, sustentado en el Consenso de Washington, aunque algunos izquierdistas peruanos creen que el discurso del líder demócrata, ha dado el puntillazo final al llamado neoliberalismo. La crítica de Biden señala que uno de los graves errores de las políticas públicas de ese país es que el libre mercado, dejado a su libre albedrío, solo ha favorecido a los ricos. Fue enfático en señalar que Wall Street no fue el que construyó ese país, sino la clase media y los propios sindicatos, los cuales aportaron a la generación de esa mesocracia, a la que llamó a reforzar los sindicatos, porque los trabajadores tienen derecho de organización. Su propuesta incluye una revaloración del rol del Estado, lo que desde 1980 había sido desterrado por el pensamiento de Friedrich Hayek y Milton Friedman. 

En política internacional, Biden ha advertido al líder comunista de China, Xi Jinping, que EE.UU. está en competencia con ese país para ganar el siglo XXI. Eso implica volver a invertir el 2% del PBI en investigación y desarrollo tecnológico, que ahora está en un magro 1%. Se deberá terminar con el menosprecio de las innovaciones, desde el Internet hasta la ciencia médica (creando las vacunas), incluyendo el apoyo a la educación pública universal y las universidades, las que deberían abrir de par en par la puerta de las oportunidades para todos. Un mensaje parecido al de Pedro Castillo en Perú que propone el ingreso libre a las universidades. 

De este modo, según Biden, EE. UU. tiene que cambiar el paradigma del “libre mercado” para volver a la economía mixta que Roosevelt impulsó en los años treinta con el New Deal, y que duró medio siglo hasta que fue reemplazada por el llamado neoliberalismo de los ochenta. Esa economía mixta hoy existe en China, Corea del Sur y otros países del sudeste asiático. La participación en el PBI de las empresas estatales y privadas en China se reparte en 50% para cada una, y hoy China es la “fábrica del mundo”. Este sistema mixto hará que en el 2028 el PBI de China supere al de EE.UU. No es la estatización de todas las empresas ni la planificación centralizada –programa obsoleto que ya había fracasado en la URSS– lo que ha encumbrado a China, sino la economía mixta. 

El brusco viraje de Biden, tiene su explicación en la enorme división social y racial, que se expresó, sobre todo en la extendida y violenta protesta 6 de enero pasado. Biden dice que la democracia de EE.UU. tiene que demostrar que es un mejor sistema que las autocracias y que por eso ganará la batalla del siglo XXI. En el fondo, el nuevo gobierno norteamericano quiere anticiparse a una nueva oleada de protestas sociales, con un cambio radical del enfoque gubernamental. 

Se trata pues de un claro acercamiento a la economía mixta, que es también la de China, con muy distintas características, como también en lo político, los sistemas son muy diferentes. Se abre así un nuevo periodo de pugna por la hegemonía mundial, cada cual luchando por sus intereses, muchos de los cuales son distintos y hasta opuestos a los nuestros. Hace algunos días Biden volvió a ratificar el discurso del 29 de abril, confesando estar "harto y cansado" de que las grandes empresas no paguen los impuestos que deben en EE.UU., por lo que insistió en que deberán aumentar sus contribuciones para sufragar su ambicioso plan de infraestructura con el objetivo de elevar la "competitividad" del país. 

La política pública del nuevo gobierno norteamericano no incrementará el déficit del país, ya que será financiada por impuestos a las grandes empresas. Empresas que, a juicio de Biden, se han aprovechado en los últimos años de exenciones y rebajas de impuestos que no han aprovechado para invertir en EE.UU. Su propuesta de inversión incluye subidas del impuesto de sociedades del 21% actual al 28%, así como alzas impositivas para las rentas más altas y las ganancias de capital. El plan, rechazado por los republicanos, debe ser aprobado en el Congreso, donde los demócratas cuentan con una mayoría muy estrecha. Es decir, ¡puro comunismo! diría Rafael López Aliaga en el Perú. No solo eso, sino que Biden criticó que la mayoría de los beneficios del sector privado vayan dirigidos a los cada vez más excesivos salarios de los consejeros delegados y a planes de recompra de acciones para elevar el valor bursátil, en vez de invertir en el país. Contrastó esa carencia con el notable ritmo de inversión en investigación y desarrollo en China, algo que, apuntó, está provocando que el gigante asiático le esté ganando la partida económicamente a EE.UU.

Mientras Biden fustiga en estos días reiteradamente el comportamiento privado, en el Perú casi nadie del sector liberal o de la derecha se atreve a proponer una audaz reforma del modelo fundado a inicios de los noventa. Los liberales de EE.UU. y otros países del mundo ya están de regreso, y por ahora su preocupación es defender sus privilegios a cualquier costo. Quizás, despertarán de ese letargo y anquilosamiento cuando en el Perú sucedan los acontecimientos de alta protesta en Chile del 2019 o de la Colombia de estos días.

Neptalí Carpio
13 de mayo del 2021

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