Rocío Valverde

Tus odios son una ilusión

Lavado de cerebro y teorías de conspiración

Tus odios son una ilusión
Rocío Valverde
22 de abril del 2019

 

Nunca he estado tan agradecida de haber crecido en una familia amorosa y aprista, en la que la lealtad, el mayor acto de amor, es un bien preciado. Una familia en la cual nunca tuve que cuestionar el respeto a la condición humana. Quizás fue un error, quizás mis padres nos amaron tanto que nos protegieron en demasía. La maldad, la completa deshumanización, el escarnio, las flemas y vómitos negros de odio que he tenido que leer y escuchar esta semana las he sentido como un golpe bajo que intenta arrastrarnos al fango donde copula su miseria moral. El salvajismo digital se disfraza de libertad y achoradamente exige que respetes su derecho a escupir sobre un cadáver y sobre la gente que lo llora.

Ahogándose en sus culpas se intentan convencer de que no tienen las manos manchadas de sangre. ¿Cómo vives con esa culpa? La respuesta es que no se puede, los destruiría hacerlo, significaría meditar sobre la pequeñez de su espíritu, y él les volvería a ganar. Se vuelve mandato redoblar esfuerzos, tienen que buscar un pozo más grande en el cual enlodarse. Personas cuerdas llegan a romantizar el comunismo y se olvidan un ratito de esos derechos humanos por los que han salido tantas veces a marchar. ¡Sean disidentes en Cuba o China y luego hablen de derechos humanos!

“Ese hombre es demasiado inteligente y se ha escapado; si no, dime por qué no enseñan el cuerpo” rumian sabiéndose minucias. Vladimiro, el lavado de cerebro en las masas te funcionó a la perfección. Tú los hiciste sentirse imbéciles por vez primera, los trastocó demasiado que alguien se los recordara. Soy bióloga y me parece antiético que personas de ciencias rechacen, aunque sea por respeto a sus casas de estudio, hacer un ejercicio de razonamiento y se vuelvan salvajes del calibre de los antivacunas, terraplanistas y videntes-predice-terremotos.

Me resistí a creer que algunos colegas estuvieran compartiendo la teoría del escapismo, tenía que haber una explicación lógica para que repitan estas y otras barbaridades. Este fin de semana la vida me ha dado la oportunidad de entender un poco de este fenómeno. He acudido a una exhibición sobre la psicología de la magia, de la siempre recomendable Wellcome Collection, en donde se analiza al médium, el desvío de la atención y el mentalismo desde una perspectiva histórica y científica. Los magos deben ser capaces de hacer que fijes tu atención en un punto incorrecto o en el punto correcto en el momento equivocado. Mirarás donde todos estén centrando su atención. Un mentalista debe ser capaz de cambiar tu perspectiva y hacerle creer a la audiencia algo que no es cierto. Importa más lo que no dices. Los magos entienden el cerebro y saben que la mente necesita encontrar una explicación a todo. El público juega también un papel importante, cuando la víctima del mago cree ser intelectualmente superior no acepta interpretar el papel víctima del conjurador y jura entonces estar frente a un evento sobrenatural.

En algunos campos todavía se tienen que probar las teorías para escribir un artículo, para no terminar con un simple papel mojado en tinta. El experimento dirigido por el Dr. Jay Olson consistía en decirles a 23 estudiantes de psicología que probarían con ellos la resonancia magnética cerebral para determinar si en efecto se podía leer con alta fidelidad sus pensamientos e influir en la mente. Lo hicieron parecer real, teniendo en la sala de pruebas a científicos vestidos con batas y un verdadero scanner, aunque inoperativo. El científico le pidió a cada estudiante que pensara en un número de dos cifras y que luego de que finalizara el escaneado lo diga en voz alta. Para la sorpresa de los escépticos participantes la respuesta siempre concordaba. No se dieron cuenta de que el scanner imprimía el número solo cuando el número era pronunciado. Todos cayeron redonditos e incluso algunos afirmaban que podían sentir el número siendo insertado en sus mentes.

Si te presentan una farsa, pero te la legitiman constantemente en sets de televisión, periódicos y pasquines respaldados por diversas ONG “éticas”, puedes ser capaz de aceptar de todo. Por eso será que repiten que el presidente García dijo que los indígenas eran ciudadanos de segunda clase cuando lo que dijo fue: “Estas personas no tiene corona, estas personas no son ciudadanos de primera clase. No pueden decir 400,000 nativos a 28 millones de peruanos que tú no tienes derecho de venir por aquí.” ¿Entienden? En el Perú no hay clases, todos somos peruanos. Te mostraron las cartas y te dijeron que elijas una porque el mago haría desaparecer únicamente la tuya. Un chasquido de dedos y tu carta se esfumó. Tú, imbécil, fijaste tu atención en esa única carta sin darte cuenta de que te habían cambiado la baraja entera.

Quiero terminar estas líneas con una breve adaptación de la historia narrada por el monje Ajahn Brahm. Para él, en un hombre que medita el encontronazo con la muerte podría compararse al sentimiento que nos embarga cuando se acaba un concierto. Sigues gritando con la devoción de un fanático que la música no pare, que toque otra canción. El tiempo no entiende de pasiones y llega el momento en el que las luces se apagan y la soledad del escenario te obliga a aceptar que el cantor no volverá. El micrófono y la guitarra son retirados del escenario. Los acordes no volverán, ¿pero acaso este concierto no fue hermoso? ¡Qué suerte tuviste de poder presenciar en primera fila esta entrega de musicalidad y genialidad! ¡Tú no has asistido a una muerte! ¡Has asistido a la celebración de su vida!

 

Rocío Valverde
22 de abril del 2019

NOTICIAS RELACIONADAS >

El zumbido

Columnas

El zumbido

¿Es un avión?, ¿un enjambre de abejas, ¿un...

03 de febrero
Otro coronavirus llega desde Asia

Columnas

Otro coronavirus llega desde Asia

El año 2019 culminó con la noticia de una misteriosa enf...

27 de enero
Veganuary

Columnas

Veganuary

Los noticieros de estas semanas, las primeras del año 2020, me ...

12 de enero

COMENTARIOS