Neptalí Carpio

Trump y la derrota de la Iglesia conservadora

Con Biden no podrá articular una contraofensiva contra la Santa Sede

Trump y la derrota de la Iglesia conservadora
Neptalí Carpio
05 de noviembre del 2020


Sea cual fuere el resultado oficial de las elecciones en EE.UU., la polarización en la sociedad norteamericana proseguirá debido a diversas causas y factores. Uno de ellos es la tensión entre los sectores progresistas y conservadores, entre protestantes y católicos. Hace menos de un mes el líder conservador del catolicismo, Monseñor Carlo María Viganó, enemigo acérrimo del Papa Francisco, decía que en las elecciones para el primer mandatario norteamericano “está en juego el destino del mundo”, haciendo un desesperado llamado, a través de una carta abierta, para votar por Donald Trump.

Pero, ¿Por qué tan dramático llamado? El 28 de septiembre de este año, diversos medios de EE.UU. recogían la dramática opinión del líder católico, María Viganó, quien señaló que:

La Santa Sede se ve asaltada hoy en día por fuerzas enemigas. Hablo como obispo, como sucesor de los Apóstoles. El silencio de los pastores es ensordecedor e inquietante. Algunos incluso prefieren apoyar al Nuevo Orden Mundial sumándose a la postura de Bergoglio (El papa Francisco) y el cardenal Parolín (…) las altas esferas de la Iglesia, han optado por algo radical –y a mi juicio lamentable– prefiriendo adherirse al pensamiento mayoritario del ambientalismo, el inmigracionismo y la ideología LGTB, en vez de dar la cara valerosamente contra todo eso y proclamar fielmente la verdad salvífica anunciada por Nuestro Señor.

Todo ello en clara alusión al Papa Francisco. Para un sector de la Iglesia mas rancia del catolicismo norteamericano, el triunfo de Trump era una condición básica para articular una contraofensiva contra la Santa Sede, ahí donde el Papa Francisco, hace pocos días, terminó por apoyar la unión civil, entre personas del mismo sexo. 

No solo eso, sino que la acusación de Viganó es directa contra los jesuitas y contra una supuesta intelectualidad católica de izquierda, incluso ligada a la China de Mao. Los jesuitas, señala María Viganó, “han apoyado las guerrillas en Hispanoamérica y que, en el “Mayo del 68”, estaban entre las barricadas, se sirven hoy de los medios sociales para plantear reivindicaciones análogas, siempre con la mirada puesta en Pekín y el mismo rencor hacia los EE.UU.”. Eso muestra la íntima relación entre el discurso antiglobalista de Trump y el propósito de los sectores conservadores del catolicismo, para hacer de EE.UU., con Trump reelegido a la cabeza, un bastión de la resistencia de los propósitos más conservadores de ese país. 

Estos sectores son los que incluso han llegado a criticar al propio Adam Smith, padre de la economía de libre mercado, señalando que en la última etapa de su vida, precisamente cuando publicó su libro La riqueza de las naciones, era en realidad un agnóstico práctico. Llaman entonces a rescatar al joven Adam Smith del libro La teoría de los sentimientos morales, donde se muestra más seguidor de la religión. Como se puede apreciar, los sectores más conservadores del catolicismo norteamericano no solo ensayan los argumentos para la restauración de la iglesia del Medioevo, sino para ser sustento intelectual y clerical del nacionalismo, en oposición al librecambismo, soporte fundamental del capitalismo más avanzado. 

Esta involución de amplios sectores de la Iglesia católica norteamericana se produce en circunstancias en que diversos estudios muestran el avance de los evangelistas y grupos protestantes entre los propios latinos, ahí donde por mucho tiempo la Iglesia católica era mayoritaria. En la reciente elección, más de 32 millones de latinos se volcaron a las urnas a votar. Una reciente investigación del Centro Pew mostró que los católicos ya no representan a la mayoría de los latinos en EE.UU. Sus seguidores han descendido al 47% en la última década. Mientras tanto, la porción de latinos que se identifican como protestantes ha crecido ligeramente, al 22%. Diversos líderes evangélicos, quienes discrepan de las posiciones abortistas de Biden, han llamado a votar por el líder demócrata. La votación masiva, que se acerca a los 160 millones de habitantes, sin precedentes en la historia norteamericana, muestra también, estos cambios en el espectro confesional norteamericano. 

Algo más profundo debe estar sucediendo para que algunos líderes evangélicos Latinos prominentes, guardando sus reservas con algunas propuestas del candidato Biden, le hayan mostrado su apoyo. El propio reverendo Gabriel Salguero, presidente de la Coalición Nacional Evangélica Latina (NALEC), participó en la reunión de apertura de la Convención Nacional Demócrata el pasado 20 de agosto, dirigiendo una oración de invocación. Contrariamente al fundamentalismo del líder católico conservador María Viganó, el reverendo Luis Cortés, líder evangélico, en una entrevista concedida al periodista Edwin Tamara de Univisión declaró: “No somos azules (demócratas) ni rojos (republicanos). Somos marrones (hispanos)”, en una demostración menos sectaria y de mayor apertura.

A diferencia de esta actitud más tolerante de los líderes evangélicos, es ilustrativo citar el retroceso de la Iglesia conservadora católica, en palabras del líder conservador católico Monseñor Carlo María Viganó, cuando señala lo siguiente:

Es cierto que dividir es obra del Demonio: Satanás siembra división entre el hombre y su Creador. El Señor, por el contrario, no divide, pero separa; fija un límite entre la Ciudad de Dios y la de Satanás, entre quienes le sirven y quienes lo combaten. Él mismo separará a los buenos de los malos en el Día del Juicio (Mt.25,31-46) después de haber sido puesto como «piedra de tropiezo» (Rm.9, 32-33). Según las enseñanzas del Señor, hay que distinguir la luz de las tinieblas, el bien del mal, para que podamos seguir a Cristo y rechazar a Satanás. Pero también es necesario discernir cuando hay que escoger entre quien defiende mejor los derechos de la Fe de los católicos de quienes a pesar de proclamarse católicos de nombre en la práctica promueven leyes que se oponen palpablemente a la ley divina y la ley natural. Del mismo modo, también es causa de divisiones el pastor que pone en guardia al rebaño ante los ataques del lobo (Jn. 10,1-18).

Para el líder conservador, Trump sería el garante de la derrota de Satanás, que estaría infiltrado en la Santa Sede. Una elucubración propia de los argumentos del Medioevo o de la Guerra Santa. Todo indica que la derrota de Trump también será un duro revés para un sector de la jerarquía católica norteamericana. 

Estas opiniones de altos dirigentes del clero católico del país del norte pueden darnos algunas pistas de la creciente confrontación en la sociedad norteamericana, y que se entremezclan con la persistencia de racismo y de nacionalismo entre diversos sectores norteamericanos. A contracorriente de la tradición norteamericana de ser una de las naciones más avanzadas de la economía de libre mercado, de apertura comercial y de múltiples tratados internacionales, se ha consolidado una corriente que prefiere optar por un discurso y medidas antiglobalistas. 

Si se confirma el triunfo de Joe Biden, esta tendencia puede empezar a revertirse. Pero eso también dependerá de los resultados de las elecciones para las cámaras de diputados y senadores. Por lo pronto, el líder demócrata ya ha puesto en evidencia el cambio de rumbo en la política norteamericana. Acaba de afirmar que, de confirmarse su ascenso a la presidencia de EE.UU., una de sus primeras decisiones será retornar al Acuerdo de París, reposicionando a la nación norteamericana en los propósitos globales sobre el cambio climático y el desarrollo sostenible del planeta.

Neptalí Carpio
05 de noviembre del 2020

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