Jorge Morelli

Véndeme Groenlandia

La diferencia entre soberanía y propiedad

Véndeme Groenlandia
Jorge Morelli
20 de agosto del 2019

 

Según el Wall Street Journal, Harry Truman le ofreció a Dinamarca, en 1946, pagarle cien millones de dólares en oro por Groenlandia. Hoy el precio equivalente, según cálculo de Market Watch, sería de US$ 1,300 millones (obviamente, porque una onza de oro vale hoy alrededor de US$ 1,500). Pero Dinamarca no vende. 

Lo primero que llama la atención es que el patrón oro acordado en 1946 en Bretton Woods, por consejo de Keynes, se hizo con el dólar (al cambio de US$ 35 por onza), y no al “bancor”, la moneda mundial que Keynes proponía. Keynes aceptó porque EE.UU. se comprometió a sostener el patrón oro. Y al cabo no respetó su palabra.

La onza de oro pasó a US$ 70 dólares en 1971, cuando Nixon quebró el patrón oro y dejó flotar el dólar en el mercado por consejo de Milton Friedman. Supuestamente, la palabra del  presidente bastaría como respaldo del dólar ya sin vínculo con el oro.

El resultado es que la onza de oro vale hoy unas 20 veces más que en 1946. En realidad, es el dólar el que vale 20 veces menos. Cuando colapsan las burbujas globales, la devaluada palabra del presidente de EE.UU. sigue siendo el último refugio, y vale 20 veces menos. 

¿Por qué Groenlandia? Muy sencillo, porque allí hay tierras raras, el insumo para fabricar desde celulares hasta tecnología militar para el siglo XXI, y sobre cuya producción China tiene un virtual monopolio global. De manera que para EE.UU. acceder a esas tierras raras es estratégicamente vital.  

¿Por qué es tan difícil comprar Groenlandia, sin embargo? Porque nadie sabe cuál puede ser el precio. Hay involucradas cuestiones de soberanía, y no solo de propiedad. Existiendo una soberanía, no puede formarse un precio de mercado para Groenlandia.

Esto es exactamente lo que ocurre con la superficie sobre los recursos naturales del planeta. Hay US$ 150 billones en todo el mundo y US$ 800,000 millones en el Perú bloqueados por una deliberada e interesada confusión entre propiedad y soberanía. Y entre ellos, oro que no se devalúa como el dólar y como la palabra empeñada. Sin embargo, la propiedad no puede consolidarse allí donde se la confunde con una soberanía.

La solución es simple. Son dos órdenes distintos que pueden superponerse sin problemas. Por ejemplo, el Estado peruano es propietario privado de un terreno bajo la soberanía chilena (el Chinchorro en Arica), como el Estado ecuatoriano lo es del kilómetro cuadrado de Tiwinza, bajo soberanía peruana. Y todos en paz. Siguiendo el mismo principio, EE.UU. podría ofrecer comprar Groenlandia manteniéndola bajo la soberanía de Dinamarca (aunque le resultara complicado manejarse con la legislación danesa).

En cuanto a nosotros, la confusión deliberada e interesada entre soberanía y propiedad ha originado el bloqueo. En algunas comunidades, por ejemplo, el precio de la propiedad de la tierra es uno y el del "posicionamiento en la comunidad", el equivalente de una soberanía comunal, es otro. Pero es una ficción.

Existe la soberanía del Estado nacional, no existe una soberanía comunal, menos aún una soberanía regional. Esta es la raíz del problema.

 

Jorge Morelli
20 de agosto del 2019

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