Jorge Morelli
Cómplices en la hermosa mentira
Nadie se engaña, todos mienten
Como hace 30 años, en 1992, el proyecto de ley del Presupuesto ha vuelto a ser el foco del conflicto de poderes. El sistema ha mejorado algo desde entonces, pero no lo que hacía falta.El Ejecutivo presentó su proyecto en septiembre, el Legislativo le ha añadido s/ 1,000 millones que no están financiados. La Constitución prohíbe que el Presupuesto esté desbalanceado en sus ingresos y sus gastos. Y dispone también que, si para el 30 de noviembre no se ha aprobado la Ley de Presupuesto, entra en vigencia automáticamente el proyecto enviado por el Ejecutivo en el mes de septiembre.
La Constitución prohíbe la “iniciativa de gasto” al Congreso. Solo el Ejecutivo la tiene. Es un paso adelante. El Congreso trata de forzar entonces al gobierno a financiar el gasto adicional sustrayéndoselo de lo que llaman la “reserva de contingencia”, un gracioso nombre para referirse a una partida en el Presupuesto a la que el Ejecutivo puede echar mano ante una emergencia cuyo contenido no puede conocerse hoy, pero cuya necesidad es previsible (ante un desastre natural u otra contingencia creativa como un paro del sector público por aumentos salariales). De modo que hay una reserva de contingencia “natural” y otra “social”.
El viejo truco de la oposición es el mismo todos los años: dejar al Ejecutivo sin reserva de contingencia “natural” para forzarlo a negociar hasta el filo de la medianoche del 30 de noviembre obligándolo a sacrificar partidas o, en su defecto, aumentar el Presupuesto –en mil millones de soles hoy, por ejemplo– para hacer lugar así a las demandas de los representantes de la oposición.
En el remedo de esta danza anual el Ejecutivo tiene la sartén por el mango. Lo más divertido de la farsa es que ambas partes saben que, salvo el pago de sueldos y salarios del Estado –que es sagrado–, el Presupuesto no llegará a ejecutarse en su totalidad, sino –digamos– solo en un 70% o 75%, en el promedio de los tres niveles de gobierno: local, regional y nacional.
La capacidad de ejecución de gasto de inversión o de gestionar su concesión al sector privado es tan pobre que el dinero al final no se gasta o se gasta mal para no devolverlo al Tesoro. No hablemos ya de gasto eficiente. Este ballet ridículo es, además, un secreto en el que ambas partes -gobierno y oposición- son cómplices. El gobierno para no desatar una guerra con las regiones y municipios desfavorecidos. La oposición, para no presentarse con las manos vacías en las elecciones siguientes y poder echarle la culpa al gobierno central de no haber hecho nada por el pueblo.
Nadie se engaña, todos mienten. Y disfrazados anualmente en el carnaval del Presupuesto esconden su complicidad en esta hermosa mentira que el pueblo paga.
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