Tres fiascos

El Eje La Habana-Caracas quiere tomar el poder con o sin Castillo, por la vía de la violencia callejera –en estos días, de preferencia– yendo al Congreso para, si fuera posible, cerrarlo. 

Eso sería un golpe de Estado que colocaría al Perú fuera de la ley, la Constitución, el Estado de Derecho y la democracia. 

Un golpe fuera de la ley legitimaría la intervención de las Fuerzas Armadas. Pero estas no lo harán en el Perú para ponerse del lado de un golpe comunista digitado desde el extranjero. Así comienzan las guerras civiles. Pero eso es lo que el eje ha buscado desde un principio. El golpe serviría para alinear al Perú con los “duros” –La Habana, Caracas, Nicaragua– que saque al Perú, sin posibilidad de retorno– de la media tinta argentina de los Fernández, de la mexicana de AMLO, la colombiana de Petro o la chilena de Boric, que no avanzan hacia la captura del poder. 

La caviarada lo sabe, y no se resigna ni renuncia a su propio golpe light para sacar a Castillo (dentro de la ley, la Constitución y el Estado de Derecho) poner a la Boluarte en Palacio y regresar corriendo al gabinete a honrar su lema favorito, según el cual vivir fuera del Presupuesto es vivir en el error. Por supuesto, disfrazarán de “acto para salvar la democracia” a su desesperación por volver a copar el gobierno. 

La que se ha quedado con los crespos hechos, en cambio, es la oposición. Su plan ha terminado en un fiasco. ¿Un año entero tratando de vacar a Castillo (y luego a Boluarte) para poner en Palacio al presidente del Congreso? No logró hacerlo mientras Alva presidía el parlamento y terminó apoyando un “frente de blancos” a la Mesa Directiva, que ni siquiera ha podido dar una pelea decente. Ahora el plan ya ni siquiera es viable. ¿Tanto remar sin saber quién presidiría el Congreso para poner en Palacio ahora a una honorable congresista de las filas del partido de Acuña? 

Tres sainetes fueron puestos en escena durante un año entero y ninguno ha sido del gusto del respetable. Es hora de entender que, de los escenarios disponibles, el de la oposición es una farsa cómica, el de la caviarada una tragicomedia, y el único verdaderamente peligroso es el del eje habanero, que intenta echar mano de los recursos naturales del Perú para sobrevivir y seguir medrando las próximas décadas del siglo XXI. como lo ha hecho los últimos 60 años en América Latina.