Toledo debería estar preso hace años

Por su participación en Ecoteva y en el festival inmobiliario posterior

Lamentablemente la confirmación de la corrupción de Alejandro Toledo mientras ejercía la Presidencia de la República llega tarde. Cuando se descubrió su participación en Ecoteva y en el festival inmobiliario posterior, el ex presidente no pudo dar una explicación. Y dio varias. No solo sus mentiras, sino también los hechos demostrados por pulcras investigaciones periodísticas, debieron terminar con Alejandro Toledo en prisión. Pero el poder de turno lo amparó. Su sociedad con Ollanta Humala le permitió sobrevivir. Hasta que el proceso en Brasil terminó por confirmar aquello que ya habíamos descubierto.

Pero no debía llamarnos la atención ni a sorpresa la situación de Toledo. Un mitómano sin cura, que se hizo de la Presidencia por el azar, por lo irreflexivo del votante y porque el establishment de lo políticamente correcto así lo quiso. Hoy todos pretenden tomar distancia de él, incluso aquellos que hace poco salieron a la televisión a hablar del suegro negociante de diamantes, o a justificar como una operación de ingeniería financiera aquella que en realidad era una sacada de un manual de lavado de activos.

Pero ¿cuáles pueden ser los efectos de este tsunami que proviene de Brasil? Al parecer, las denuncias vienen focalizadas en los dos casos que ya hemos conocido (Interoceánica y Línea 1 del Metro). Puede existir algún otro caso puntual, quizás en gobiernos regionales o locales. Y debiéramos esperar los productos de las delaciones de los ejecutivos de las otras empresas, sobre las que no se conoce mucho. Y en los casos iniciales, conocer quiénes han sido los receptores finales del dinero. ¿Fueron solo Alejandro Toledo y Jorge Cuba y sus compinches?

Lo cierto es que las instituciones responsables de este proceso, parecen estar actuando con corrección, lo que hay que saludar. Tanto la Fiscalía como los jueces que han intervenido parecen hacerlo dentro de cierta lógica. Y eso es positivo, a pesar de la presión de los medios y desde el Parlamento.

Pero este es un proceso que el Gobierno no parece comprender. Y se embarca en cuestionadas nuevas concesiones, como la de Chinchero, siempre en la lógica de promover inversiones sin darse cuenta de que ante el dilema de destrabar o combatir la corrupción, hoy es la hora de acabar con la corrupción. Ya después recuperaremos el tiempo perdido. Pero desde el Estado no se puede seguir usando la misma excusa para que unos pocos, los mismos de siempre, sigan haciendo negocios.