Cecilia Bákula
Tiempos para ver, tiempos para aprender
Cuatro buenas noticias para los peruanos, a pesar de la crisis
Aun dentro de un panorama políticamente tan sombrío –con crisis en la escala de valores, amenazas, llamados a la huelga que ha tomado un cariz de acción política y está lejos de la justa y supuesta reivindicación que asomó como justificación inicial–, más allá de los sustos, peligros, inseguridades y preocupaciones que a diario vivimos, el peruano tiene y puede encontrar luces de esperanza. En estos días se han dado hechos de gran importancia; sin embargo, como solo observamos el árbol que nos tapa los ojos y no nos deja ver el rico bosque, es necesario desmenuzar las noticias y encontrar en ellas los elementos que se debe destacar.
Quizá son cuatro los acontecimientos que han llamado mi atención. Primero se trata de la condena firme que ha recibido Alejandro Toledo, por decisión valiente de una jueza que ha comprendido su responsabilidad histórica y la obligación que tiene de hacer que la población vea luces en la penumbra del sistema judicial. Por su intermedio, el Poder Judicial ha impuesto 20 años y seis meses de carcelería efectiva para quien fue indigno presidente de esta, nuestra gran nación desde el 2001 al 2006, por delitos comprobados de colusión y lavado de activos y por otros que quizá no están tipificados como tales en los códigos, pero que se asocian a la frustración de un pueblo, el engaño, el atraso reiterado y constante, el robo institucionalizado, la falta de verdad y el engaño que duelen en el alma del pueblo entero.
No soy yo la que ha impuesto la pena, ni he estudiado el expediente ni he asistido a las más de 175 audiencias en las que se escucharon los testimonios de muchos testigos que, tal como ha manifestado la prensa nacional, corroboraron las pruebas. Sin embargo, me ha sorprendido tremendamente la soledad y el abandono de Toledo como ser humano, y con ello quiero hacer notar que el delito no se paga en compañía pues no se ha visto ni a los colaboradores, ni a la familia directa ni a quienes eran sus ayayeros. Tremenda enseñanza para que se piense bien lo que se hace. Servir es un honor y un privilegio y quien deshonra ese mandato, tiene en este caso una referencia a tener en cuenta.
Un segundo hecho importante es el inicio del juicio oral contra Martín Vizcarra; quizá y aunque él se niegue a dar crédito de esto, es uno de los personajes más repudiados de nuestra historia reciente. Se trata de una persona que apareció, como muchos otros, como un buen provinciano, pues fue gobernador de Moquegua entre el 2011 y el 2014, tierra fértil y generosa; además, traicionó la confianza de quien lo llevó a la fórmula presidencial y accedió a la máxima instancia de gobierno entre el 2018 y el 2020. La Fiscalía de la Nación ha pedido para este personaje 15 años de cárcel por los actos que se le imputan durante su gestión en Moquegua; habrá que añadir aquello que se investiga durante su triste paso por palacio de Gobierno en donde no solo la muerte dañó al Perú con muchos millares de difuntos por acción dolosa y omisión, sino por haber generado crisis política innecesaria en un momento de zozobra a nivel mundial.
Un tercer hecho por demás emblemático se refiere a la clara decisión de ordenar la disolución del Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef) pues tal como ha señalado el presidente del Poder Judicial, se trata de una sentencia histórica que podríamos ver como un primer paso en la lucha contra la subversión y la criminalidad.
Ha sido también importante el fin de la triste era del anterior presidente del Jurado Nacional de Elecciones; por ello el recambio de autoridades en este órgano es fundamental para garantizar comicios justos y transparentes.
Y, como si esas noticias no fueran halagüeñas, el Señor de los Milagros no dejó de recorrer y bendecir a nuestro pueblo; en cada rincón del país y como se ha dicho, en cada lugar donde hay un peruano, el Cristo Morado ha salido y ha hecho de octubre, una vez más, un mes de esperanza, fe, tradición y vemos su mano poderosa, aun en aquellos signos de su fuerza, amor y protección que muchas veces no le queremos conceder.
No digo que todo sea bueno; sé que los tiempos son muy difíciles. Sé que la incapacidad del gobierno se palpa, que se percibe el temor que ellos mismos sienten por su propia fragilidad, desidia y falta de compromiso serio con la gobernabilidad pues son pocas las instancias de administración que hoy van dando la pelea por la eficiencia y el servicio, sin embargo, bien lo dijo san Pablo en su hermosa epístola a los Romanos, “debemos esperar contra toda esperanza”. Esa es la única ruta posible: recta acción y esperanza.
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