Cesar Gutierrez
Tía María: premier Otárola versus ministro Vera
Indefiniciones del Ejecutivo, origen de desconfianza de inversionistas
Acabamos de ser testigos de dos estilos de comunicación gubernamental, criticables ambos y que conducen a incrementar la desconfianza que genera el Ejecutivo, desalentando las inversiones de toda índole. Me refiero a las afirmaciones de dos ministros de Estado sobre el desarrollo del yacimiento cuprífero de Tía María.
Entrando al detalle, de un lado están las declaraciones del premier Alberto Otárola, frontal, consciente de su inacción y limitaciones, sosteniendo que el proyecto no está en cartera; y del otro, las del titular del Ministerio de Energía y Minas (Minem), Oscar Vera, que con galimatías pretendió decir que iban para adelante con la construcción. Una versión edulcorada de su afirmación de la semana pasada, cuando estaba en un proceso de censura y enfáticamente decía que sí se iniciaban las obras.
El Gobierno no ha hecho nada para apoyar esta inversión del orden de 1,400 millones de dólares (MMUS$), que ya cuenta desde octubre del 2019 con autorización del Minem, confirmada por el Consejo de Minería, con la condición de que iniciara los trabajos una vez que obtuviera la licencia social, entendida ésta como un acuerdo entre la empresa responsable del proyecto, Southern Perú Copper Corporation SAA (SPCC) y los grupos de interés locales.
En la interacción con los opositores de la zona, dentro de los cuales hay agricultores, ambientalistas, autoridades y antimineros, no se le podía dejar a la empresa que lidie en solitario. El Estado representado por la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y el Minem, tienen la obligación de brindar su apoyo, a nombre de los beneficios que trae la inversión: empleo, regalías, canon y divisas por la exportación.
La PCM presidida por Alberto Otárola no ha contribuido en lo absoluto, y esta no es una apreciación particular, sino documentada. En su dependencia tienen la Secretaría de Gestión Social y Diálogo, que publica periódicamente el folleto denominado Willaqniki, que en su última versión –que corresponde a los meses de junio y julio pasados– no menciona el proyecto en ninguna de las tres acepciones con las que clasifica los problemas: conflictividad, mesas de diálogo y seguimiento de compromisos
Pero no solo lo citado demuestra la inacción de la PCM, la publicación mensual de la Defensoría del Pueblo, denominada Reporte Mensual de Conflictos Sociales, muestra que el caso Tía María aparece desde mayo pasado como un “conflicto reactivado” y que “no hay diálogo”. Es decir, el Estado, como supuesto interesado, no ha hecho nada.
De acuerdo con lo reseñado, lo sostenido por el premier Otárola es una declaración sincera, consciente de que las mentiras saldrán a la luz inmediatamente, pero no lo exonera de responsabilidades. Para los que seguimos con mínima rigurosidad el tema no nos ha llamado la atención.
Es obvio, con todo lo anterior, que el Minem tampoco ha realizado acción alguna a través de su Oficina de Gestión Social. El ministro Vera está en una actividad proselitista personal a tiempo completo, a través de su Oficina de Imagen Institucional y Comunicaciones, que en las redes sociales publica todas las reuniones que sostiene, así como sus declaraciones como eximio estatista. Exhibiciones por doquier, sin plantear solución alguna.
Es interesante observar la relación de los congresistas con el titular del Minem, tarea para los analistas políticos. A inicios de mayo pasado la vocera del fujimorismo, Patricia Juárez, presentó una moción de interpelación. La sesión se llevó a cabo los primeros días de junio, y las intervenciones de los fustigadores fueron laxas en extremo.
Luego vino un inexplicable silencio de tres meses, hasta que ante las protestas de los gremios empresariales por la pretensión de otorgar lotes petroleros a Petroperú sin concurso, la bancada “keikista” planteó una tardía censura, sin tener la correlación de votos suficientes. Extraña movida para una representación parlamentaria con experiencia. ¿Tendrá esto que ver con la necesidad de votos de Perú Libre y aliados para acciones futuras, dado que Vera es una autoridad de sus preferencias?
Producto final: un premier realista y temeroso de apoyar a Tía María; y un ministro, Vera, estatista en la acción, con una prédica de acuerdo con lo que quiere escuchar cada auditorio. La desconfianza se acentúa.
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