Piero Gayozzo
Sydney Sweeney, genes y jeans
Defendiendo la eugenesia

En redes sociales ha estallado una controversia alrededor del reciente comercial de jeans de la marca American Eagle. En el comercial aparece la célebre actriz Sydney Sweeney, intérprete de la serie Euphoria. El libreto del spot publicitario juega con dos palabras que en inglés suenan muy parecido (genes y jeans) y en uno de los cortos dice lo siguiente: “Los genes se transmiten de padres a hijos, por lo general determinando rasgos como el color de pelo, la personalidad e incluso el color de ojos. Mis jeans son azules. Sydney Sweeney tienes estupendos jeans.” Múltiples voces se han alzado escandalizados por el posible contenido racista, eugenista o supremacista que escondería. Esta columna no pretende defender al comercial ni al libreto. Si no, por un lado, defender el hecho de que, al margen del confuso libreto del comercial, sí existen buenos genes. Por otro lado, rechazar la idea de que la eugenesia o selección deliberada de rasgos para nuestros futuros hijos es algo malo.
¿Buenos genes?
Sí, existen buenos genes. Esta afirmación puede ser controversial, pero las dudas pueden rápidamente disiparse si vinculamos lo bueno a criterios de salud e inteligencia. No es necesario justificar por qué es preferible una vida saludable, estabilidad mental o tener capacidades cognitivas apropiadas para tomar decisiones razonables. Es evidente que todos invertimos recursos y nos orientamos a evitar la enfermedad y a capacitarnos. Muy poca gente tomaría la decisión de enfermarse o incapacitarse deliberadamente, salvo aquellos con desorden de identidad de la integridad corporal. De la misma forma, pocos querrían perder sus habilidades cognitivas e inteligencia. En los casos extremos, todos estamos de acuerdo. Este punto es importante, pues si no deseamos para nosotros males semejantes ¿por qué permitiríamos que nuestros hijos tengan genes que les causen o los predispongan a estos males? ¿Si tenemos las tecnologías para evitar que tengan esos genes, por qué persistir en la reproducción “natural” y la lotería genética? Es evidente que con cribados genéticos y con la tecnología de edición genética apropiada, pocos permitirían la presencia de enfermedades en sus futuros hijos. Este razonamiento también aplicaría para aquellas desviaciones patológicas del funcionamiento del cuerpo que no generan una desventaja tan abrumadora, como el asma, la diabetes, algunas formas de lo que llaman ahora “neurodivergencia”, entre otras. Si tuviéramos la oportunidad de que nuestro hijo no posea dichas condiciones o enfermedades, ¿no deberíamos optar porque nazcan sanos? Así, la idea de que existen buenos genes puede especificarse en la afirmación “existen genes más preferibles que otros” para el desarrollo humano.
¿Es la eugenesia mala?
La eugenesia es un proyecto que nació con la intención de procurar buenos nacimientos. En el tiempo en que fue propuesto no existía la tecnología de hoy ni mucho menos el conocimiento necesario para fomentar el nacimiento de individuos con los mejores rasgos para prosperar. Buena parte del proyecto fue ejecutado por ideas pseudocientíficas, como el racismo y la creencia en razas superiores, lo cual llevó a masacres, esterilizaciones y discriminación injustificables. Sin embargo, la parte menos explorada es aquella que fue aplicada de manera intuitiva, pero con intención racional (basta con revisar los árboles genealógicos, los censos y cuadros estadísticos confeccionados por los eugenistas del siglo XIX). La nueva eugenesia guiada por conocimiento científico y biotecnologías de vanguardia, como CRISPR-Cas para la edición genética, métodos de FIV y cribados genéticos, no tendría por qué considerarse como mala, pues no se recurriría a exterminios o acciones que vulneren el estatus moral de ninguna persona. Por el contrario, sería parte del sistema de salud y de acceso voluntario. Si existen buenos genes, ¿por qué no deberíamos procurar su ocurrencia en todos los seres humanos? ¿Por qué no debería implementarse un proyecto eugenésico?
Comercial y eugenesia
La indignación producida por el comercial ha provenido de dos orillas: wokes y conservadores. Para los wokes, lo escandaloso es sugerir que existen genes buenos, por lo tanto, genes mejores que otros. Los más radicales rechazan la sola idea de que existan estados de salud patológicos, pues es el entorno lo que crea la ilusión de enfermedad. Estos sinsentidos no merecen atención. Sin embargo, otro sector woke se enfoca en la apariencia estética, pues afirma que la eugenesia intenta promover el supremacismo blanco. Naturalmente, esto es falso. Primero porque ya se explicó el alcance de salud de la nueva eugenesia. Segundo, porque en el actual mercado sexoafectivo ya se seleccionan rasgos estéticos a voluntad, al escoger la apariencia de la pareja. Personas que procrean con individuos de diferente origen étnico. Incluso, parece que las preferencias estéticas podrían variar con respecto a la región y la moda de turno. Si desde ya escogemos los rasgos de las personas con las que procrearemos ¿Cuál es la razón por la que un padre no podría escoger el color de ojos de su hijo? Ya sea que desee que su hijo tenga ojos azules, marrones, negros o verdes, ¿acaso por aquel rasgo deja de compartir buena cantidad del material genético con él? ¿Por qué le estaría haciendo un daño a él o a otros? Ahora, en el caso de que alguno de los padres posea genes para la pigmentación de la piel, pero que en ellos no se ha activado, ¿por qué no podría preferir que su hijo posea ese gen activo y tenga piel oscura o viceversa?
Los conservadores, por su parte, critican el que con medidas eugenésicas se altere el orden natural y se creen bebés a la carta. Esta sería una forma de “comprar hijos”. Si los gametos son de dos padres que desean tener un hijo ¿por qué se estaría comprando un hijo? En un procedimiento reproductivo con biotecnologías no se paga para tener el hijo de un tercero, sino que se invierte dinero para incluir rasgos que permitan el mejor desarrollo del futuro hijo. Los servicios de cribado genético no son gratuitos por el momento, pues las biotecnologías todavía no se han masificado. Sin embargo, si pagar por servicios educativos, médicos o psicológicos para nuestros hijos no implica “comprarlos”, ¿por qué seleccionar genes saludables sí lo sería? La intuición moral conservadora parte de la idea de que alterar el orden natural es malo. Pero esta intuición no se sostiene. Siempre hemos alterado el orden natural. Es más, no somos la única especie que lo hace. Desde un castor que construye una represa, hasta las aves tejedoras que confeccionan grandes nidos con ramas, incluidos nosotros, modificamos el entorno. El problema suele estar en el objeto de modificación. Modificar un gen es malo, pero modificar la naturaleza cuando construimos una represa, no lo es. Esto parece no tener sentido si consideramos que modificamos nuestro entorno constantemente. ¿Por qué modificar un gen sería moralmente inaceptable, pero no lo sería modificar nuestro cuerpo con medicamentos o nuestra mente con educación? Si ya nos transformamos a diario sin que eso se considere inmoral, ¿por qué la selección genética, orientada al bienestar, sería una excepción?
La eugenesia ya se está llevando a cabo. Indirectamente cuando evitamos reproducirnos con personas enfermas o con algún mal congénito. Directamente en países en los que existen políticas que permiten la eliminación del feto en caso de que presente alguna malformación. En el futuro la ingeniería genética revolucionará la reproducción y aumentará nuestro bienestar. Que el temor, provenga de donde provenga, no nos frene en la alternativa que hoy nos ofrece la tecnología para tener los mejores hijos y así masificar los mejores genes.
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