Neptalí Carpio

Sociopatía transversal a la crisis

Cuatro manifestaciones de la sociopatía de los políticos

Sociopatía transversal a la crisis
Neptalí Carpio
12 de noviembre del 2020


La psicología social y la psiquiatría sirven mejor que la ciencia política para analizar el comportamiento de los actores políticos, en una compleja y grotesca crisis política como la peruana. Sobre todo porque en tiempos como estos se pone otra vez de relieve aquella frase de Maquiavelo, en su obra
El Príncipe: “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. 

La sociopatía en un político tiene cuatro formas de manifestarse: a) El incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales. b) El permanente recurso del engaño y la mentira para provecho o placer personal. c) Irresponsabilidad constante. Se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento coherente, refugiándose muchas veces en el autoengaño. d) Ausencia de remordimiento. Se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien. 

Esta prolongada crisis tiene como punto de partida, la caída de PPK, el develamiento de los casos “Lava Jato”, “Los Cuellos Blancos del Puerto”, la disolución del Congreso, el referéndum, los evidentes indicios de corrupción del presidente Vizcarra y la asunción del actual Gobierno usurpador de Manuel Merino. Esta crisis muestra en mayor o menor medida las cuatro formas de sociopatía.

La recurrente mentira, disfrazada de un discurso anticorrupción y de defensa de los valores democráticos, en realidad es un denominador común de casi todos los actores políticos, incluyendo a un vasto sector de intelectuales, constitucionalistas, empresarios y hasta periodistas. La sociopatía, como una deformación de la actividad política ha terminado por ser transversal a todas las élites y estamentos políticos. Es una especie de anomia social en las alturas, y que se replica también en las redes sociales, como un ecosistema tóxico que erosiona nuestro sistema político. La ley de la jungla en las alturas del poder y también en el llano. 

Como una acción fronteriza a la locura, esto se expresa en el abierto contrasentido de los actores que promovieron la vacancia presidencial el lunes 9 de noviembre. Una moción de vacancia promovida por un sector radical y conspirativo, liderado por Antauro Humala y sus seguidores en el Congreso, termina por materializarse, pero en sus efectos produce que quien ejerza el premierato sea un personaje claramente conservador y de derecha. ¡Un total contrasentido!, propio de una acción sociópata de la política. Una típica actuación de trastorno de personalidad colectiva, de aquellos que pregonan abiertamente contra el neoliberalismo, pero provocan que uno de los conspicuos representantes de aquello que dicen combatir llegue a la PCM. Una operación de narcisismo colectivo donde algunos líderes pueden contentarse y sentir placer por el derrocamiento de un Gobierno, pero no quieren hacerse cargo de lo que provocaron, cuando a pocas horas, de la usurpación del poder anuncian que no participarán en el gabinete. Aunque, todos sabemos que actuarán bajo la sombra y entre bambalinas para favorecerse desde el gobierno o seguir utilizando al parlamento para sus fines privados. Ellos imaginan que los ciudadanos no nos percatamos de su acciones, pero están equivocados. 

La mentira directa o disfrazada es un comportamiento recurrente de buena parte de los actores políticos. A tal punto que hemos empezado a procesar una semiótica singular y contradictoria, para entender lo que dicen buena parte de los políticos. Si dicen, “Yo jamás he tocado un sol del erario nacional” hay que entender exactamente lo contrario. Si vociferan que “seremos firmes contra la corrupción”, ya hay razones para dudar. Si dijeron que “no tenemos ningún propósito de promover la vacancia presidencial”, es que en realidad ya estaban maquinándola en los sótanos del Congreso. Si nos dicen que hay que promover la “unidad nacional y garantizar la paz”, es porque no quieren una sociedad vigilante para hacer viables sus planes nefastos. Si se pronuncian señalando que “no tocaran a la Sunedu” es porque, tarde o temprano, atentarán contra la reforma universitaria.

El psicólogo social español Fernando del Pino Calvo-Sotelo nos dice que la sociopatía, o en su extremo más grave la psicopatía, es la tendencia recurrente a pisotear las leyes y normas morales. En todo caso, ellos definen el bien sencillamente como aquello que los beneficia en cada momento, y el mal como aquello que les impide hacer su voluntad. No tienen empatía y consideran que los límites éticos son una incomprensible debilidad de los demás; así que, aunque en ocasiones puedan hablar de ética y Dios, se tratará siempre de palabras huecas, de un mero disfraz destinado a lograr sus objetivos, dado que ignoran lo que es un conflicto moral o un problema de conciencia. Por último, ellos desprecian su propia seguridad y la de los demás. Juegan al borde del precipicio, del suicidio político y actúan de modo irresponsable. En efecto, pueden arriesgar lo más sagrado, sin darle mayor importancia, porque para ellos nada tiene valor salvo sus deseos. Y en su delirio de impunidad creen que, al estar por encima de cualquier límite, nada malo puede ocurrirles. 

La creciente protesta popular, de estos días, donde destacan vastos sectores juveniles expresa la ira, el hartazgo de este comportamiento de nuestras élites, autoridades y de un sector del periodismo hipócrita. El rechazo a la vacancia presidencial del presidente Vizcarra, más que una defensa de la persona, es la catarsis de vastos sectores frente a la mayúscula angurria de la mayoría parlamentaria. Para el imaginario de mucha gente la usurpación del poder, a menos de seis meses de las elecciones presidenciales, es solo una expresión burda de la lucha por el poder, disfrazada de un supuesto afán moralizador. 

En el pasado los teóricos del Estado de Derecho, de la división de poderes, en gran parte reflexionaron sobre estas deformaciones de la lucha por el poder. Por esa razón, el filósofo inglés del siglo XVIII Thomas Hobbes, en su obra El Leviatán (1651), sentenció: “El hombre es un lobo para el hombre". Aquella fue una frase utilizada para referirse a que el estado natural del hombre lo lleva a una lucha continua contra su prójimo. La frase de Hobbes, en ese sentido, se convierte en la metáfora del animal salvaje que el hombre lleva por dentro. No obstante, Thomas Hobbes indica que la paz y la unión social pueden ser alcanzadas cuando son establecidas en un contrato social, con equilibrio de poderes y control de la ambición extrema por el poder, creando una comunidad civilizada. 

Y cuando ese contrato social se rompe, por la ambición extrema de poder, como ha ocurrido con la decisión mayoritaria del parlamento peruano, el verdadero curador pasa a ser la ciudadanía organizada y movilizada pacíficamente. Ese será el actor principal de estos días y que provocará dos desenlaces, para volver a poner las cosas en su sitio: a) la decisión próxima del Tribunal Constitucional, donde se debe resolver la contienda de competencias sobre la vacancia presidencial y, b) sobre todo, el pronunciamiento del soberano en las próximas elecciones presidenciales del 11 de abril.

Tengo la sospecha, el pálpito, de que en ese momento cumbre de la democracia y del ejercicio del voto popular, en el Perú ocurrirá un resultado similar al de Bolivia o EE.UU., guardando las diferencias y escenarios singulares de cada país.

Neptalí Carpio
12 de noviembre del 2020

NOTICIAS RELACIONADAS >

La plusvalía urbana y la vivienda de interés social

Columnas

La plusvalía urbana y la vivienda de interés social

La reciente publicación de la Ley Nº31313, denominada Ley ...

02 de septiembre
La Ciudad del Bicentenario y el presidente-alcalde

Columnas

La Ciudad del Bicentenario y el presidente-alcalde

Los primeros pasos para construir la llamada Ciudad del Bicentenario, ...

26 de agosto
Un gobierno frágil y en formación

Columnas

Un gobierno frágil y en formación

Si algo ha puesto en evidencia la renuncia de Héctor Béj...

19 de agosto

COMENTARIOS