Raúl Mendoza Cánepa

Sin romper filas

Ante las elecciones municipales en Lima

Sin romper filas
Raúl Mendoza Cánepa
19 de diciembre del 2021


Sin Keiko Fujimori en carrera electoral, Pedro Castillo no sería presidente. Y si Castillo no hubiera tocado las alfombras de Palacio, no estaríamos en el despeñadero: minería en cierre, fuga histórica de capitales y un retroceso que borra los avances de veinte años. Vizcarra nació, a la larga, del mal concierto de una mayoría fujimorista en el Congreso. Keiko Fujimori sabía de sus anticuerpos, tales que hasta en una segunda vuelta Antauro Humala hubiera tenido posibilidades de ganar. Si existe una virtud política por excelencia es la capacidad de abstenerse, porque abstenerse es obrar. ¿Hay algo que no sea cierto?

Ahora lo critican por unas frases, pero Rafael López Aliaga no es de los que se guardan las palabras. Y es precisamente ese desenfado lo que le ha sumado votos. Algo sumamente peculiar, que nunca se había visto en la política peruana, tan dada al disimulo y al cálculo de las palabras. Durante la campaña presidencial fue, por tal, un candidato singular, decía todo aquello que a un aspirante a Palacio lo hubieran obligado a callar. Sus seguidores deben haberse crispado en aquella entrevista con Juliana Oxenford en la que rompía un tabú al confrontar con lo más duro de lo políticamente correcto. Hablar de su devoción o darle de dardos al progresismo tampoco le hicieron mella, los desbordes de franqueza parecían fortalecerlo. De hecho, construyó un electorado propio, dado a ser un núcleo duro de clase media urbana. No apostó por el progresismo caviar ni por el fujimorismo, de haberlo hecho, hubiera tenido que renunciar a ser como es. Franquearse es más importante que ganar.

Ante esto: ¿Keiko Fujimori tiene impacto en las municipales que se vienen para Lima? Muy poco o casi nada. Si se ven los resultados electorales se sorprenderán. Keiko barrió en Lima con 65% de los votos durante la segunda vuelta. En San Isidro la hizo con 88.16%. Quizás un militante de Renovación Popular se inquiete al saberlo, porque es una constante en varios distritos mesocráticos. Lo que no se dice es que Keiko Fujimori no logró esos votos por sí misma, fue un voto contra Castillo, fue un voto contra el miedo, fue un endose de López Aliaga y Hernando De Soto en el tramo final. Sirva decir que, en la primera vuelta, De Soto y López Aliaga se repartieron el 60% de los votos en San Isidro. Fujimori apenas logró el 7%. La data es representativa de lo que pasó en todo Lima en la primera vuelta. Si sirve medir el capital político en San Juan de Lurigancho, López Aliaga lideró todo y se llevó el 15%, arriba de Fuerza Popular y Avanza País. Si hay un aliado natural al que López Aliaga debería mirar es a De Soto. Sin embargo, en las Limas (Norte, Sur, Este), no es de desmerecer ese 15% naranja; es poco para distribuirse, pero suma.

Lo políticamente estratégico es centrarse en lo que las cuatro Limas necesitan. Si vale como un consejo, el enemigo político es el comunismo. Las municipales no deben ser el campo de cultivo de discordias en un escenario que requiere un mínimo para negociar en el Congreso. Vale para López Aliaga, vale para Urresti, que podrán ser adversarios, pero que lo sean en buena lid.

Que la batalla municipal sea sobre propuestas, solo propuestas. Que Renovación Popular, Fuerza Popular y Podemos no rompan filas frente a lo que deben enfrentar juntos desde el Parlamento. Las Bambas es solo el primer trozo del pastel que el Perú pierde. Que las municipales no nos saquen de ese rumbo.

Raúl Mendoza Cánepa
19 de diciembre del 2021

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