Dardo López-Dolz

Si queremos paz, preparémonos para la guerra

Si queremos paz, preparémonos para la guerra
Dardo López-Dolz
08 de agosto del 2017

La crisis de Venezuela afecta a toda la región

Hay momentos en la historia de los pueblos en los que más vale una vez colorado que ciento amarillo. Es el caso de Venezuela hoy, cuando la libertad de los ciudadanos es amenazada por el títere de La Habana; es el caso de Latinoamérica cuando los apetitos expansionistas del gorilismo neofascista bolivariano buscan consolidar, a como dé lugar, sus cimientos en territorio llanero.

Capítulo aparte merecen los lacayos del neoimperialismo marxista, que desde sus partidos subvencionados tratan de evitar la reacción solidaridad de la región, que tiene mucho de instinto de supervivencia largo tiempo dormido. Cuando Hitler empezaba a invadir y anexar territorios, también hubo ingenuas voces pacifistas que llamaron a los futuros aliados a no intervenir, el monstruo creció y ya sabemos cuántas vidas costó la demora.

El fin de semana se produjo un levantamiento en una base militar del Ejército venezolano. A la luz de la escasa información existente, por el férreo control cubano, y en medio de una campaña de desinformación montada por la inteligencia cubana, es difícil predecir la extensión y el futuro de la sublevación. Esta pareciera adolecer de deficiencias iniciales de planeamiento (es poco recomendable atrincherarse, en lugar de tomar objetivos, cuando el enemigo te supera en número y medios) y pareciera haber mutado hacia el inicio de una guerra de guerrillas, en la que tendrán que enfrentar a quienes llevan sesenta años practicándola en tierras extranjeras.

Pero es el primer episodio creíble de participación castrense en la resistencia. Los servicios de inteligencia de nuestros países tienen la obligación de dimensionarla, pues su evolución está íntimamente ligada a la seguridad y la paz continental.

Me explico. La hambruna y la represión ya gatillaron un problema humanitario de proporciones crecientes, que puede convertirse en una réplica de Siria. Más allá de la solidaridad humanitaria, las migraciones masivas impactan el mercado laboral y de servicios de salud y educación (justo los dos más convulsos estos días). Por eso sirven de magnífica cubierta para maleantes, espías y saboteadores ocultos entre los millares genuinamente desesperados.

El cuco de la invasión gringa, que siempre evocó Chávez y ahora Maduro, es bastante improbable, por los altísimos costos políticos que genera siempre la incomprensión cultural endémica de lo que pensamos y sentimos al sur del río Grande. Por lo tanto, si bien puede producirse alguna forma de apoyo estratégico o logístico, cuando la violencia escale unilateralmente, como hasta ayer, o si llega a estallar una (aún poco probable) guerra civil, se hará imposible mirar para otro lado.

La deuda moral con la conducción militar de Bolívar y Sucre puede tornarse exigible. Todas las fuerzas armadas de la región deben estar analizando los escenarios posibles, incluida la formación de una fuerza de paz multinacional bajo la bandera de la ONU o la OEA, en la que si bien Brasil (por su potencia militar) y Colombia (por su cercanía, experiencia y sus fuertes lazos militares con EE. UU.) se verán forzados a conformar la fuerza principal, el Perú no podrá ser ajeno.

En el escenario descrito, la filiación y entroncamiento financiero de algunas organizaciones políticas requerirán particular atención de la inteligencia y los servicios de seguridad de cada país.

 

Si vis pacem, para bellum.

 

Dardo López-Dolz

 
Dardo López-Dolz
08 de agosto del 2017

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