Jorge Morelli
Si no sabes qué hacer, mejor no hagas nada

¿Representatividad o gobernabilidad?
Quieren mejorar la democracia con más representatividad, cuando lo que la democracia necesita es más gobernabilidad. De esta confusión nace el caos actual del proceso electoral.
La nuestra es una democracia de baja gobernabilidad que no resuelve los problemas. Los posterga, los dilata, los debate hasta la náusea. Esto es lo que el pueblo percibe.
Automáticamente, sin embargo, se asume que esta diletancia malsana se debe a que nuestra democracia es poco representativa. Se cree a ciegas que, con mayor representatividad, el resto se arregla solo. Y la obsesión con la representatividad lleva a pensar que lo que hace falta es reformar el sistema electoral.
La reforma del sistema electoral ha producido un debate caótico sobre qué manijas del sistema mover para obtener el resultado deseado. Las reglas electorales son un sistema en el que no puede tocarse una variable sin afectar otras. Pero las propuestas de reforma han sido una sumatoria de iniciativas sin organicidad que concurrían vagamente hacia un mismo fin considerado deseable.
En suma, no sabían lo que estaban haciendo. Y la frustración del debate ha traído consigo un celo excesivo en la aplicación de normas mal formuladas. La situación caótica de hoy es la consecuencia.
Como dice Carlos Meléndez, si no sabes qué hacer, mejor no hagas nada.
Para mejorar nuestra democracia no basta reformar el sistema electoral. Hay que reformar también y sobre todo el sistema de gobierno. Así, progresivamente, el sistema de partidos hará la transición que hace falta de un pluralismo atomizado y polarizado a un pluralismo moderado de tres o cuatro partidos estables.
La representatividad no basta para curar los males de nuestra democracia. Mal diseñada como está, puede incluso agravar la ingobernabilidad.
Nuestra democracia no resuelve los problemas porque es una de baja gobernabilidad. Para mejorarla no basta con reformar el sistema electoral, hay que rediseñar el sistema de gobierno restableciendo el perdido equilibrio de poderes.
JORGE MORELLI
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