Rocío Valverde

Sentir con el estómago

Al que con su barriga se enoja, la tripa le queda floja

Sentir con el estómago
Rocío Valverde
20 de agosto del 2018

 

Hace unos meses tuve que hacer una entrevista importante desde una cochera, con unos treinta grados de temperatura y rodeada de mis pesadillas de ocho patas: arañas. Un reino de seda había sido erigido en el techo y las paredes de la cochera. Sus residentes eran tan grandes que los humanos habían dado por perdida una de las puertas. “Preferimos no molestarlas” me dijo mi esposo. Un grupo de diez científicos habían sido derrotados por una pandilla de arañas.

En ese ambiente esperaba ansiosa una llamada. Sentía un dolor muy fuerte en la boca del estómago, como si tuviera una fuerte indigestión. Sabía que esto era mi colon irritable manifestándose con todo su esplendor. ¿Cuántas veces hemos sentido mariposas en las tripas antes de una exposición o dolor cuando estamos a punto de llegar tarde al trabajo por culpa del tráfico?

No voy a nombrar al intestino como el segundo cerebro, pero la conexión entre el aparato digestivo y el cerebro es innegable. El ejemplo clásico es que el simple hecho de pensar en comida hará que se salive y se produzca el jugo gástrico. Esta semana he leído que en la Universidad de Michigan se está estudiando el efecto de estrés en lechones. En este experimento a los cerdos se les desteta antes de tiempo y se les rodea de otros cerdos que no les son familiares. La exposición al estrés hace que los lechones presenten mayores índices de diarrea, infecciones gastrointestinales y enfermedades respiratorias, entre otras.

Últimamente, quizás al ver que las consultas se llenan de pacientes, se ha estudiado la relación entre el estrés y las enfermedades gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Los pacientes con estas enfermedades inflamatorias tienen periodos de tranquilidad y periodos de recrudecimiento del mal, cuando la diarrea, el estreñimiento y el dolor abdominal son inmanejables. Lo primero que te dice el médico es que apuntes en tu diario los hechos o comidas que disparan los síntomas. ¿Se imaginan que alguien escriba que su matrimonio es la causa de sus problemas?

Esta semana en la revista Psychoneuroendocrinology se ha publicado un artículo de un grupo de investigadores de la Universidad de Ohio, que expone que las parejas que pelean dejan la puerta abierta a las enfermedades gastrointestinales. Los investigadores entrevistaron a 43 parejas, quienes dijeron que dos temas en particular causaban sus discusiones: el dinero y los temidos suegros. Luego de conversar sobre algún tema espinoso los biomarcadores en sangre para las bacterias y una proteína asociada a la hipermeabilidad del intestino aumentaron. El incremento fue mayor en personas con depresión o alguna otra enfermedad mental. Todas estas personas también tenían altos niveles de biomarcadores asociados a la inflamación.

El intestino, en condiciones normales, funciona como una barrera selectiva, dependiente de sus uniones intracelulares estrechas. Cuando estas uniones intracelulares se abren sin regulación alguna, algunos alimentos no digeridos y bacterias pueden pasar desde el intestino al torrente sanguíneo, causando una respuesta del sistema inmunológico, la inflamación. Esto es importante porque las personas con una enfermedad intestinal tendrán seguramente hipermeabilidad del intestino.

¿Cuántas personas pensarán ahora apuntar en sus diarios, como desencadenantes, un curry, una entrega de trabajo, queso azul y mi esposa?

 

Rocío Valverde
20 de agosto del 2018

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