Eduardo Vega
Rumbo de colisión
Nuestras autoridades no son firmes en la fiscalización del cumplimiento de las normas
El último fin de semana hemos sido testigos de un accidente de tránsito entre un taxi y una moto eléctrica, el cual cobró la vida de quien manejaba esta última; muy probablemente porque en los más de 50 años de historia de la Vía Expresa nadie imaginó una escena como la registrada por las cámaras de seguridad. Independientemente de quién sea el responsable, tengo la impresión de que el resultado de lo ocurrido es un ejemplo más de la anomia que vivimos en el Perú.
En efecto, aquí en el Perú, la mayoría cree que la luz ámbar significa precaución, cuando en realidad es igual a un “alto/pare”. Muchos de los que tienen las motos eléctricas, piensan que con solo poner una placa con el rótulo “moto eléctrica” pueden ir por las ciclovías, manejar sin licencia nir SOAT, e incluso subir a las veredas. Como si ese rótulo fuera el “salvoconducto” a la inmunidad en la circulación vial. La peor parte es que la policía supuestamente sabe que eso no es cierto, pero tampoco hace nada al respecto. Acaso si compramos un Tesla y le ponemos la misma placa, ¿también obtendremos esa inmunidad?
Como norma general, los conductores de las motos son un problema para la circulación. Y ello no se debe a la delincuencia, sino a que la mayoría de ellos es capaz de cumplir con normas tan básicas como entender que solo deben circular por el centro de un carril. Y que está prohibido pasar entre los autos o entre los autos y las veredas (esta última en realidad solo aplica a las bicicletas).
Si la policía retuviera seis horas a cada moto que pasa entre los autos o entre estos y las veredas (mejor si pudiera destruirlas), no veríamos a nadie hacer estas maniobras absurdas, que ponen en riesgo a todos. E incluso generan miedo y desconfianza, porque los repartidores abusan y se meten a las veredas, puentes y pasajes peatonales; o van en sentido contrario “para ahorrarse el tráfico”.
El problema, una vez más no son solo las motos, el reglamento de tránsito, las señales, que viajen dos personas en una moto, que exista el Reinfo, que haya extorsionadores amenazando buses con actos perfectamente análogos al terrorismo; o que existan poblaciones como Mazuko (Madre de Dios) que a veces parecen tierra de nadie. El problema está, en que nuestras autoridades no son firmes en la fiscalización y sanción de las normas. Y la propia sociedad también juega a sacarle la vuelta a la ley, porque sabe que nadie intentará corregirlos; o peor aún, que la autoridad no tiene calidad moral suficiente para exigírselo.
Pedro Castillo dijo que en el Perú faltaba “la ley que haga cumplir las leyes”, desconociendo íntegramente el artículo 38 de la Constitución(1); confirmando así, que no se trata de falta de normas, sino de ignorancia plena, sumada a la falta de voluntad de los ciudadanos y sus autoridades para hacerlas respetar.
Para que una sociedad funcione, no basta una norma como el artículo 38 de la Constitución, también se necesita realizar “un salto de fe”, de confianza en que los demás también lo harán, o se esforzarán en respetar. Claro, no hay mejor incentivo para cumplir las normas que ver a las autoridades cumpliendo con sus obligaciones. Sin embargo, tampoco resulta justo que la población exija sin poner de su parte, pues ello solo nos coloca en un rumbo de colisión igual o peor que el visto el último fin de semana.
Cambiar de rumbo es fácil. Solo hay que trabajar y actuar honestamente, sin miedo a que los demás se burlen, o “se contagien” de uno.
- Artículo 38. Todos los peruanos tienen el deber de honrar al Perú y de proteger los intereses nacionales, así como de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico de la Nación.
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