Eduardo Vega

De presidente a presidiario

Nuestra historia política supera cualquier guion de Hollywood

De presidente a presidiario
Eduardo Vega
05 de diciembre del 2025

 

A menos de seis meses de las elecciones generales, aún no se tiene la lista definitiva de los candidatos a la presidencia del Perú para el periodo 2026-2031. Y si bien algunos partidos ya han predefinido las planchas presidenciales, en otros aparentemente se generan grietas dentro de las que parecían “fórmulas cerradas” o definitivas.

Ahora bien, teniendo en cuenta que, por diferentes motivos –en su mayoría vinculados a la corrupción–, solo dos de los últimos siete presidentes del Perú que accedieron por mandato popular no tienen domicilio en un penal o no han estado presos, podemos preguntarnos de manera irónica: ¿quién será el próximo candidato elegido para acceder a las celdas en Barbadillo? 

Y es que la tendencia histórica del Perú ya es lo suficientemente fuerte como para confirmar el viejo refrán que dice “en arca abierta, el justo peca”. Al parecer, por más esfuerzos que pudiésemos conjurar los electores para encontrar un candidato que verdaderamente combata la delincuencia y la corrupción, siempre se termina eligiendo un personaje subjetivamente entendido por la mayoría como “menos corrupto”, para luego quedar decepcionados.

A esto hay que sumar que pareciera existir “pactos políticos” para producir retrasos procesales lo suficientemente largos, cómodos, como para generar que la estancia penitenciaria sea la más breve posible, considerando la esperanza de vida de los expresidentes a su ingreso a la cárcel. Claro está, como en los últimos meses hemos presenciado una ola de ingresos y salidas de expresidentes en los penales, por efecto de las últimas condenas, estando próxima la contienda electoral, diera la impresión de que más que candidatos a presidentes, podríamos estar viendo a candidatos para presidiarios. Y eso que no hicimos un recuento de las “mochilas judiciales” ampliamente conocidas en algunos de ellos.

Imposible dejar de tomar en cuenta que el Ministerio Público y el Poder Judicial no se esfuerzan demasiado para la rápida corroboración de los delitos imputados; salvo el caso del delito que se cometió en transmisión nacional. Con Alejandro Toledo demoraron casi 20 años para dictar la sentencia; Ollanta Humala, esperó prácticamente 10 años para inmolarse sin Nadine. Martín Vizcarra fue condenado en plazos parecidos; lo que deja sólo a Pedro Castillo como un condenado luego de tres años del golpe de Estado.

Una vez más se corrobora que, la historia del Perú no solo puede superar ampliamente cualquier guion de Hollywood, sino que además existen suficientes personajes vergonzantes como para producir un film titulado: De presidente a presidiario.

Dicho esto, y continuando en el sentido irónico, antes de emitir su voto en las próximas elecciones, los invito a pensar cómo se vería su candidato tras las rejas. Aunque no sea nuestra intención que alcancen dicho destino, todo indica que bien podría tratarse de una nueva característica inherente del cargo a ocupar por quien aglomere la mayoría de votos. ¿Quién sabe? Quizá no poder imaginar preso a su candidato resulte la clave para saber que no será el ganador! Porque, así como van las cosas, lo único que parece seguro es que la condición de “presi” la mantendrían por encima de los cinco años del periodo constitucional.

Eduardo Vega
05 de diciembre del 2025

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