Cecilia Bákula
Recordando el histórico Fallo de La Haya
Una página de éxito en nuestra historia
El 27 de enero de 2014, el Perú escuchó con feliz asombro el histórico fallo que emitió la Corte Internacional de Justicia de La Haya para resolver la larga controversia respecto al diferendo de límites marítimos que mantenían el Perú y Chile respecto a los límites marítimos.
No me cabe la menor duda que se trató de un éxito rotundo para el Perú; éxito se sustentó en una extraordinaria labor paciente y profesional de nuestra cancillería, que contó con el decidido respaldo del presidente Alan García quien, cual estadista que era, tuvo la iniciativa de asumir la necesidad de tomar una solución política destinada a obtener la solución jurídica de ese pendiente limítrofe que había llevado a malas comprensiones de la historia. No debemos olvidar que el Perú, invadido y sometido luego de la infausta Guerra del Pacífico, debió suscribir penosos documentos como el Tratado de Ancón de 1883 y el Protocolo complementario en 1929. Pero esos instrumentos en ningún caso fueron documentos que sellaban la delimitación fronteriza ni marítima. Con lo anterior quiero decir que habíamos vivido una especie de “calma chicha” al respecto.
Por ello era necesario, por la paz y la soberanía que corresponde, tomar acción para que la definición justa fuera la que rigiera el futuro. Fue así como en 1986, Torre Tagle instruyó a mi padre, embajador Juan Miguel Bákula, diplomático experimentado, sabio pero cauto y versado en temas del mar, para que viajara a Santiago y allí, el 26 de mayo de ese año, sostuvo una entrevista con el entonces canciller chileno, Jaime del Valle. Eran los tiempos de Pinochet. La entrevista, referida a la “conveniencia de una delimitación formal y definitiva de los espacios marítimos” quedó sellada, confirmada y de alguna manera oficializada a través del memorando que el propio embajador Bákula entregó y obtuvo un cargo de recepción de la cancillería chilena. El memorando señalaba, además: “…no es necesario subrayar la conveniencia de prevenir las dificultades que se derivarían de la ausencia de una demarcación marítima expresa y apropiada, o de una deficiencia de la misma…”.
Con la certeza de que la historia y el derecho estaban de nuestro lado y con los antecedentes de análisis por parte de juristas y diplomáticos, fue que el 16 de enero de 2008, el Perú, bajo la presidencia de Alan García, interpuso una demanda ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, para que se diera inicio al proceso contencioso que buscaba obtener por parte de Chile el reconocimiento a los derechos que nos habían sido conculcados.
El peso del tan mentado “Memorando Bákula” debió ser determinante pues no solo ha pasado a la historia diplomática como modelo de inteligencia de acciones y contundencia de contenido, sino que fue incluido en el voluminoso expediente que el Perú ingresó a la Corte Internacional de Justicia de La Haya y el día que se leyó el Fallo, el presidente de dicho tribunal, Peter Tomka, leyendo un resumen de las conclusiones contenidas en el Fallo en una lectura de más de 2 horas, mencionó no menos de 10 veces ese documento; no puedo ocultar un sentimiento de orgullo y de gratitud que se incrementó pues el presidente García, a pesar de que ya no estaba en el poder, siguió el desarrollo de este caso con total atención y tuvo la deferencia de invitarme a escuchar, la lectura de esa histórica decisión.
El fallo incorporó al dominio soberano del Perú 21,928 kilómetros cuadrados del área en cuestión y 28, 356 kilómetros cuadrados del ángulo externo. El mar peruano es una realidad y un potencial inmenso para nuestra patria; defenderlo, conocerlo y hacer de él una gran y constante esperanza, responsable y justa es una tarea siempre presente.
El Perú no obtuvo la totalidad de lo que pretendía en su demanda original, pero se le consideró un 70% de lo que habían sido las aspiraciones iniciales, lo que sin duda significó y significa un incremento importantísimo de espacio marítimo en una zona pesquera de tanta riqueza y potencial. No se trató de una decisión de tipo limítrofe, en el sentido tradicional de las decisiones que se habían tomado hasta entonces; fue una decisión que implicó comprensión política que, sin satisfacer plenamente a ambos Estados, si marcó un antes y un después en el antiguo diferendo.
Se trató de un Fallo de alto nivel de tecnicismos y precisiones; hoy en día el Derecho del mar es una especialidad en sí misma y es por ello que es necesario conocer los entresijos de la demanda y la decisión a la que se arribó que es del todo inapelable; el Perú solicitaba justicia para que se estableciera una delimitación que le permitiera acceder a los derechos soberanos sobre un área marítima que estaba siendo explotada por Chile, país que invocaba derechos inexistentes en base a acuerdos de pesca que no son tratados limítrofes.
El éxito alcanzado en la Corte Internacional de Justicia de La Haya hace ya 10 años, es fruto no solo del justo derecho del Perú, sino del profesionalismo de nuestra Cancillería; eso lo reconocen aún los más serios politólogos chilenos; es fruto de la visión de un estadista como fue Alan García pues vale recordar que, durante los gobiernos de otros presidentes, el tema no fue tomado en cuenta y fue necesario llegar hasta el 16 de enero de 2008, cuando el Perú presentó oficialmente la demanda.
El Fallo a que me refiero y que hoy es una página de éxito de nuestra historia, es también producto de una política de Estado que la Cancillería supo mantener, a pesar de algunos vaivenes en el ejecutivo, pero que en el momento preciso, puso en acción gracias a la seguridad en el éxito y la justicia que nos amparaba, a la pericia de los diplomáticos, a la experiencia de nuestros Agentes, al respaldo legal de los juristas que integraban el equipo peruano y, a nivel nacional, a la solvencia política que significaba la actitud del presidente García y la unidad casi monolítica que se logró entonces entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, lográndose que siete grupos políticos de entonces, de muy distinto perfil, se unieran para apoyar este acto de soberanía en defensa de los derechos del país.
A lo largo de ese proceso que culminó con el fallo emitido hace 11 años, ha sido posible que el Perú y Chile miren el futuro de manera conjunta sin pensar en un litigio pendiente, sabiendo que el diferendo se solucionó con las armas del derecho internacional y que ahora es posible, más que antes y ojalá que para siempre, mirar el futuro de manera conjunta, responsable a través de la confianza mutua que genera la transparente integración entre los pueblos fronterizos.
En la historia de los Estados, y en la nuestra propia, vemos que los fracasos son por lo general resultado de los voluntarismos, arrebatos e irresponsabilidades. Muy por el contrario, los grandes logros, como fue el resultado obtenido en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, son fruto de la tenacidad, la sabiduría, el sustento en la ley y jurisprudencia, el correcto uso de la oportunidad y la certeza de que siempre, los intereses nacionales deben estar por encima de cualquier otro. Es una lección de éxito aprendida que no debemos olvidar.
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