Jorge Morelli

Quitarle el poder al Congreso

Bicameralidad frenará los excesos del parlamento

Quitarle el poder al Congreso
Jorge Morelli
19 de septiembre del 2018

 

Desde la fundación de la República, el Congreso en el Perú ha tenido el poder. No seguimos el buen ejemplo republicano de Estados Unidos ni quisimos escuchar el consejo de Simón Bolívar, que nos advirtió del peligro de darle el poder al Congreso en una república. Doscientos años después aún nos preguntamos por qué no funciona nuestra democracia de baja gobernabilidad.

Esta vez, la batalla terminó antes de comenzar. No hizo falta que el Gobierno llegara a plantear siquiera la cuestión de confianza. Bastó el fantasma de la disolución del Congreso para inspirar a las palomas que prevalecieron sobre los halcones en el partido de la mayoría parlamentaria.

La novedad al final de la jornada es que el partido que nunca quiso debatir el tema democráticamente en lo interno, finalmente ha aceptado la reforma del Congreso. Se ha resignado no a debatir la bicameralidad, sino a aprobarla. Incluso se ha puesto un plazo: antes del 4 de octubre. La reforma es para quitarle el poder al Congreso. Un poder desmedido, que nunca debió tener. Es hora de corregir la falla en la arquitectura de nuestra democracia, que hizo del Estado un enemigo del pueblo.

La bicameralidad, la existencia de dos cámaras, frenará los excesos del Congreso al obligar a votar todos los proyectos de ley dos veces y por representantes diferentes. Encapsulará el debate político dentro del Congreso, que es donde debe estar, y lo sacará de la arena de la relación con el Ejecutivo, donde compromete la gobernabilidad. Permitirá al Perú escapar de la trampa de la democracia de baja gobernabilidad. Será una garantía de la seguridad jurídica.

Hay, sin embargo, una precaución esencial: el mecanismo que le da realidad política al Senado. El proyecto de ley nace de los diputados y va a los senadores para su segunda votación. Si este no aprueba el proyecto, lo devuelve para su reconsideración. Diputados debe tener la libertad de insistir en su proyecto original si lo desea, pero solo con dos tercios de los votos de la cámara. Este mecanismo otorga al Senado poder de veto, efectivo.

El Ejecutivo, en cambio, no tiene en el Perú poder de veto, como lo tiene en todos los países de América (excepto el nuestro). El Ejecutivo solo tiene la facultad de formular observaciones a una ley, que el Congreso vence fácilmente con la insistencia, que solo requiere la mitad de los votos de la única cámara. Es una falla grave en la arquitectura del equilibrio de poderes. Es hora de corregirla.

Ni este ni ningún Congreso renunciará a esa prerrogativa sino en favor de sí mismo. Es el veto del Senado lo que permitirá afincar el debate dentro del Congreso, sin que se convierta ea cada paso en un conflicto de poderes con el Ejecutivo, condenándonos a una democracia de baja gobernabilidad.

Luego de años de realizar este debate solo en los medios, negado por el partido de la mayoría, hoy más de la mitad de los peruanos está de acuerdo con reformar el Congreso. Es el inicio del camino para quitarle el poder.

 

Jorge Morelli
19 de septiembre del 2018

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