Hugo Neira

Que el dios de los sufragios nos perdone

Campesinos y pobres no defienden un sistema que no se ha ocupado de ellos

Que el dios de los sufragios nos perdone
Hugo Neira
11 de abril del 2021


Escribo como siempre el sábado y
El Montonero lo pone al uso en el domingo por la noche. Será ya tarde. Como ha dicho De la Puente en un canal, «el lunes será un día amargo». Por lo demás, he estado desde hace meses diciendo que la coincidencia de pandemia y elecciones nos llevaba al abismo. Lo he estado diciendo semana tras semana. Me leen, a veces me escriben, y todo sigue igual. Hay peruanos haciéndose el sueco, «todo va bien». La pachocha criolla, «nada va a pasar», pero desde la Guerra del Pacífico a Sendero Luminoso, nos ha pasado de todo. Y seguimos así, satisfechos. Por eso, «Yo no vengo a resolver nada. / Yo vine aquí para cantar / y para que cantes conmigo./» (Pablo Neruda, Que despierte el leñador). 

Lo que sigue son fragmentos de mis artículos en El Montonero, de ahí las comillas. 

«Nuestro compromiso con la ley y la legalidad es el más bajo de la América Latina. El problema es agudo, la política peruana ha dejado de ser. La reemplaza una guerra interminable de clanes. Hay candidatos pero no hay una clase política. No hay debate sino odio al otro.» (Lo que nos junta nos separa, 2-8-2020)

Se queda la peste. «Se irá un día, pero nos queda la otra peste: el desconcierto ciudadano, la crisis de credibilidad, el desencuentro entre gobierno y sociedad, el clima de discordia y las desigualdades opresivas, y como resultado, el fatídico 2021, la urna como sanción. Y en este país de diversas crisis —política, moral y sin sociedad democrática— se nos viene, desde el afuera, riesgos inmensos. Algo nos amenaza. Y ni lo sabemos. Está en un libro de Francisco Durand, La captura del Estado.» (Idem)

«Nuestro pueblo disocia el progreso socioeconómico de lo político-institucional. No cree que lo segundo impulse y permita lo primero. Ocurre que simple y catastróficamente, no se acepta que la democracia no es sino un gobierno de poliarquías, es decir, minorías diferentes en sus propósitos y métodos. ¿Qué se produce entonces? Algo imposible de utilizar en cualquier otra sociedad que no fuese la peruana. Lo que Carlos Franco llamó «lo representativo-particularista». Porque en el Perú se confía en los individuos y no en las reglas.» (Política, memoria y compasión, 7-7-2019)

«La mentalidad ha cambiado pero con efectos perversos. (...)¿Cómo ocuparnos de otros temas cuando vivimos una situación excepcional y planetaria? La pandemia y sus efectos económicos, sociales y mentales. En este instante, ¿hay otro tema decisivo? Lo dudo. Ninguna generación como la nuestra ha vivido algo tan dramático e inesperado.» (Covid-19. ¿Por qué los colectivos sociales desobedecen?, 12-4-2020) 

«Para evitar el matadero que se nos viene encima y del cual nadie tiene la culpa, me temo que nadie con poder va a tener la entereza, la presencia de ánimo, para establecer las reglas de la emergencia actual. Si eso no se hace, entonces, vivimos el crepúsculo del deber. El no gobierno nos haría un mal enorme. Lo malsano, lo latente, es que la gente peruana como en otros lugares, está comenzando a decirse, «los sistemas democráticos no son los mejores para responder la crisis». (Coronavirus 2019-nCoV y los tapujos para enfrentarlo, 8-3-2020) 

Mis crónicas criticaban a los que tenían el poder legal pero también a la sociedad.

«El Perú y las costumbres peruanas tienen varias virtudes, pero también enormes defectos de comportamiento. Es el país en que los coches no respetan la luz roja, los peatones no suben a los puentes colocados sobre las carreteras para que no crucen la pista. Donde unos pocos pagan impuestos. Donde no nos gustan ni normas ni reglas. Esa plaga, me temo, no es solo eso, sino una prueba, una suerte de plomada, para saber cuánto una colectividad de millones de almas obedece a la razón o al capricho personal.» (Idem

«En el caso del Perú, no se admite medidas fuertes por tres razones. La primera es el culto a la virilidad. Al macho, el hacerse el hombretón como dicen los mexicanos. Ya veo los machazos que se dan la mano, tosen con el brazo, etc. La segunda razón, nuestro sistema laboral puede guardar en casa su personal de empleados y obreros, aquellos que trabajan en el lado formal de la economía. Pero, eso no puede ocurrir con el 75% que son informales. La informalidad ha sido un bien para el país y las clases populares puesto que tienen chamba. Mis respetos. Pero esta vez, ante un accidente natural, se prueba su precariedad.» (Idem)

«Con el Covid-19, estamos descubriendo nuestras grandes debilidades. Desde el 2011, se olvidaron de la salud y la educación para los pobres. Y por el lado de los hábitos, estamos acostumbrados al hervidero, en particular en los mercados. No se ve la salida del túnel.» (Covid-19. ¿Quedarse en casa o consigo mismo?, 19-4-2020) 

En una ocasión escribí para los millennials, es decir, los jóvenes. 

«Que usted escriba, es casi un milagro. Los jóvenes peruanos salen de la secundaria sin saber escribir un simple paper. En este país se ha olvidado la importancia de la razón. La lectura no es innata, se adquiere. En las aulas o nunca. La habilidad digital es importante, pero no al punto de desaparecer una cultura entera. Hay algo que nos separa. Mi generación era apasionada por el estudio y el saber. Eso ha desaparecido. El desplome del nivel cultural peruano se nota en la vida política, en la música, en la televisión, por todas partes.» (Carta a un millennial que se dice de «una generación perdida», 6-4-2020) 

«Seamos sinceros, unas semanas atrás, la atmósfera general —no solo en el Perú— era la antipolítica. Pero hoy, resulta que el Estado no solo manda sino protege, tanto bonos a 3 millones de familias como se prohíbe circular en todo el Perú entre 8 pm y 5 am. Papá Gobierno ha vuelto. A Max Hernández, le preguntaré si hay algo del complejo de Edipo de eso de desear al padre Estado en el Perú y a la vez detestarlo (¿?)» (Coronavirus. El gran giro que nadie esperaba, 19-3-2020) 

«Esas multitudes que discuten a sus Estados [por todas partes], son una modificación gigantesca de la relación entre gobernados y gobernantes. Así de simple y así de enorme. No es una crisis económica. ¿Otras modalidades de representación?» (Otro siglo, otra política. Notas sobre mi propio asombro, 1-12-2019) 

«Afirmaba Juan A. Linz, nacido en Alemania y de madre española (...), profesor en Columbia (...) que un principio de la democracia es pro tempore. La democracia es alternancia o no lo es. Linz lo dijo antes de Chávez, Evo Morales y Maduro. Entre las dificultades, según Linz, estaba también el hecho de que «a la presidencia llegan los políticos». Parece una broma, pero lo que quería decir es que son «amateurs sin una preparación específica para resolver los complejos problemas de nuestra sociedad y de la economía.» (Bienvenidos al peor de los mundos, 27-9-2020). En estas elecciones, hay varios candidatos están lejos de ser estadistas.

¿Cuándo se jodió el Perú? ¿Y se puede volver a joder?

«1. Cuando Chile entiende que la Confederación Perú-Boliviana no le convenía, atacan y se suman diversos peruanos que detestaban a Andrés de Santa Cruz, por ser mestizo.

2. En 1874, cuando el presidente Manuel Pardo no compra las naves de guerra contratadas por el presidente anterior, José Balta. Sin embargo, Ramón Castilla había dicho: «cuando Chile compra una nave de guerra, hay que comprar dos». 

3. El Perú se jode el 8 de octubre, cuando en Angamos, pierde a Grau y al Huáscar y luego de la derrota, las riquezas del salitre. 

4. El Perú se jode cuando el presidente Mariano Ignacio Prado decide dejar el país en plena guerra. 

5. El Perú se jode cuando Leguía gana las elecciones presidenciales en 1919. Había ganado pero igual da un golpe de Estado. Y exilia a todos los que lo alababan. 

6. El Perú y el aprismo pierden la posibilidad de un régimen de socialdemocracia cuando la foto de Haya de la Torre, en almuerzo con Odría y Pedro Beltrán se hace pública.

7. El Perú se vuelve a joder cuando en la noche del 17 de mayo de 1980, en el distrito de Chuschi, ocurre el primer atentado terrorista de Sendero Luminoso. Las ánforas y las cédulas de los 2000 electores de ese pueblo ayacuchano fueron robadas y quemadas. 

8. El Perú se jode cuando el joven presidente Alan García anuncia, un inolvidable día, el 28 de julio de 1987, la estatización de la banca. 

9. El Perú se jode en las elecciones presidenciales de 1990, cuando Vargas Llosa —admirado en el mundo entero— es derrotado. La campaña del novelista es un manual de «cómo no se debe hacer una campaña». Se apoya en dos demócratas, Fernando Belaunde y Bedoya Reyes, ambos honestos, pero que representaban «lo mismo de siempre». Lo derrota un rector casi desconocido, Alberto Fujimori, el «chinito», que los peruanos prefirieron precisamente porque les parecía más cercano al país de cholos y capas populares.

10. Entre el 2005 y el 2014, diversas empresas reparten millones de dólares americanos para pagos de sobornos. El daño moral, social, político y económico es incalculable.» («¿Cuándo se jodió el Perú?» En diez errores, 24-5-2020).
¿Y no es cierto que nos siguen dominando los malditos?  

Mínima reflexión

Alfredo Bryce Echenique dice que cada vez que nos hundimos se escucha «la gran cagada y ¡viva el Perú!». Espero equivocarme pero bajo una pandemia la razón desaparece y la reemplaza las emociones, y no las mejores. Rencor, venganza, prejuicios raciales. Hoy, el pueblo está enojado y furioso. Las vacunas llegarán tarde. La endemia favorece a quienes les conviene el caos. Pero también es verdad que las urnas van a ser el castigo al sistema que funcionaba sin interesarse por los pobres de verdad. Salvo una presidencia, la segunda de Alan García: les guste o no, lo cierto es que desciende la pobreza de un 20%. Hoy hay campesinos y pobres que están en zonas periféricas de la misma Lima. Y podemos pensar que no quieran defender un sistema que no se ha ocupado de ellos. De esa culpa, todos hemos pecado. Nos parecía normal el país informal y la pobreza andina. No nos sorprendamos del dragón que tal vez saldrá de las urnas. (Espero equivocarme.)

Hay dos Perú. El que se preocupa por nuestro futuro inmediato. Y muchos candidatos han hecho propuestas, algunas muy interesantes, las llamaré «modernizantes». Pero eso lo entienden las clases medias con estudios superiores, y en general, forman la parte de la población que está en la economía formal. Dudo que quieran modificaciones. 

Los candidatos intentan llegar a las capas bajas. Pero en la presente situación, perdiendo familiares, y muchos sin chamba, hablarles de política y economía es como preguntar a los habitantes de Pompeya cómo mejorar el plan urbano cuando la ciudad era barrida por el volcán Vesubio. Tienen otras preocupaciones. Incluso, dice un periodista, hay los «pinchos». O sea, gane o no gane Fulano o Zutano, «me llega al pincho».

Hugo Neira
11 de abril del 2021

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