Eduardo Zapata
Prensa con camisón
Funcionarios de la administración Castillo se han vuelto estrellas mediáticas
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Panadería y dulcería Velazco, en Ica. La tradición indica que dos veces al año –como homenaje al Señor de Luren– se produzca y venda allí el delicioso pan dulce con camisón. Por fortuna este pan suele estar disponible también en otras fechas.
Como su nombre lo indica se trata de una masa que lógicamente sabe de harina, azúcar, huevos y aroma y sabor de vainilla. Pero el deleite de esa masa se ve enriquecido porque ella va acompañada de una aparente externalidad –el llamado camisón- que asegura más el placer de comer este dulce. Al primer mordisco nos percatamos de que realmente el camisón no es una externalidad sino una inherencia al dulce. En un buen pan dulce, masa y camisón se evocan recíproca y necesariamente. Se funden en una sola verdad.
Y precisamente ha sido la experiencia de los últimos años con alguna prensa televisiva –acentuada en los graves tiempos que corren– aquello que me ha llevado a pensar en el pan con camisón. Y en el sabor y beneficios de la verdad. Porque es ostensible que mucha prensa televisiva no puede ocultar que al parecer para ellos el camisón es solo una apariencia, una externalidad que conviene proyectar. Aunque esta externalidad, al distar del pan dulce, desdibuje el sabor de la prensa prometida.
En dos canales de televisión esto se hace particularmente más que evidente. Porque allí y so pretexto de la permanente información, programadores de las secuencias y muchos sesudos y cultos entrevistadores casi no tienen empacho ya en adherir solo al camisón aunque el pan dulce de la información veraz esté ausente. Bien mirado el asunto no se trata de que programadores y entrevistadores estén recogiendo endoxas, creencias o tendencias populares. Todo ello está siendo fabricado con secuelas de imposición. Quizás sin voluntad expresa.
No de otro modo se explica que uno de estos canales de televisión convirtiese a entrevistados del régimen que se vacó, en parte estructural de la programación. Quince minutos para el vocero A, quince minutos para el vocero B, otros quince para el vocero C y así sucesivamente. Voces aparentemente diferentes pero ´una sola verdad´. Y la práctica continúa. Camisones. El otro canal tiene a ´enterados y ponderados´ comentaristas que detrás de su aparente ponderación ya no pueden esconder la predilección editorial del medio.
Quiero creer que entrevistadores y reporteros de esos canales adherirán también al pan dulce con camisón. A aquel de la panadería y dulcería Velazco, en Ica. Donde camisón y pan son una sola verdad.
En estas horas difíciles del país, de mucho dolor y rabia, de muchas voces y conductas altisonantes, la prensa está llamada a propiciar esclarecimiento, a elucidar el hecho político y social. Cuidemos todos nuestras palabras y nuestros actos porque lo ya dicho y realizado no tiene vuelta atrás. Tengo muchos amigos en la prensa; incluso en estos medios. Y confío siempre en una prensa libre.
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