Hugo Neira

Populismos. ¿Y si ensanchamos la democracia?

¿Neofascismos o neodemocracias? (3)

Populismos. ¿Y si ensanchamos la democracia?
Hugo Neira
24 de noviembre del 2019


En un artículo anterior (11.11.2019) nos ocupamos de los populismos y sus mutaciones. No hay otra manera de decirlo, vistas la crisis de Chile y de Bolivia. Pero los populismos estallan en todos los continentes. En mi modesta opinión, expresan algo más que la pugna clásica de intereses y clases sociales. Está en ellos no solo la idea del pueblo, sino la idea de la nación. En otras palabras, en un tiempo dominado por la mundialización y la globalización, la mentalidad comercial ha trasladado la lógica de los mercados a otros dominios del quehacer humano, tales como el Estado-nación, que tienen arraigo en pueblos y culturas. Los resultados son catastróficos: los gigantescos rechazos. Y eso me lleva a estudiar la política no solo conectada a la economía, sino a sentimientos y formas de vida. ¿Necesidad de una sociología de lo sentimental?

De ahí que vuelva los ojos al aprismo peruano y su emergencia en los años treinta. Nace cuando los compositores y músicos eran exponentes de la música criolla. ¿Casualidad? El aprismo de los treinta coincide con el vals y con "El plebeyo". Y lo que se dice, y con razón y admiración de Felipe Pinglo —de secundaria en el Guadalupe, sin madre, porque ella muriö al dar a luz—, y se le llame «bardo inmortal»,  «con un estilo de amplio arraigo popular». ¿Y qué fue el discurso de Haya de la Torre, de Manuel Seoane, de Luis Alberto Sánchez? «Un estilo de amplio arraigo popular». 

Cierto, retomaron de la fiesta de toros los pañuelos blancos en manos de multitudes, la marsellesa con letra adecuada a la vida peruana, y otros rituales, como el brazo izquierdo en lo alto, pero no con el puño cerrado de los comunistas, y así por el estilo. Sin embargo, al tiempo que Haya recogía en sus viajes a Oxford, Alemania y Rusia, filosofía de la política, el vals dejaba de ser austriaco y amanecía con sentimientos criollos y guitarras con "Rosa Luz", "De vuelta al barrio", y "El Plebeyo". Sobre este vals, sea verdad o no, se dice que fue el drama de Luis Enrique Rivas, tejedor que vivía en el cerro San Cristóbal y se enamora de Giannina, bellísima hija de 17 años del industrial italiano Zuccarello. Bien, si el lector no toma en serio lo que le estoy diciendo, le advierto que por algo a los dictadores no les gustaba esa música, les parecía un mensaje social de afiliación aprista. De hecho, los apristas, en su diario La Tribuna, publicaron «El canillita», «El plebeyo», y fueron multados. Juan Carlos Tafur, amigo, la derecha no es siempre «bruta y achorada». Por algo la marsellesa aprista les irritaba.    

Cuántas veces he pensado que ese aprismo popular nace no solo como un movimiento de trabajadores y clases medias, y una élite política con Haya a la cabeza, sino también con una emotividad que provenía de dos fuerzas sociales de los años veinte: los gremios obreros donde predominaban anarquistas, y de la juventud estudiantil como sujeto social y político rebelde. Tiempo de la reforma universitaria, el Centenario, y unas clases medias que súbitamente dan la espalda a los civilistas para apoyar a Leguía, y luego giran hacia Haya de la Torre o hacia el sanchecerrismo. Más que doctrinas, emociones. A saber, el juvenilismo aprista, los años formativos, 1919-1931. La exaltación de la «nueva generación», minorías iluminadas. El rostro obrero. La conjunción, mayo de 1923. APRA y las fundaciones. Haya el estudiante peregrino, su itinerario, 1924-1931. La dispersión: las células apristas en el exilio. Discusión en el laberinto ideológico, 1926-1930. Conclusión: ideas apristas de los años treinta en un aire del tiempo y una cierta cultura popular criolla, hoy extinta. No es que no haya partidos, sino que lo que llamamos música, no tiene sentimientos. Cuando Lucha Reyes nos hacía llorar, había pueblo, partidos y ensueños de utopías. 

Y eso mismo encuentro cuando intento comprender el peronismo. La migración, el gaucho como ética, el barrio, la fraternidad en la pobreza. El tango. Una manera de ser argentino. Un sentimiento. Eso explica cómo el peronismo ha sobrevivido a su fundador. ¿Me equivoco? ¿Sabe, el amable lector, que en la sociología de nuestros días, en Europa, se estudia hoy la sociedad y sus afectos? Frédéric Lordon, La société des affects, Seuil, 2013. Sentimientos, no solo ideologías. 

Hubo presidentes en la Argentina, por ejemplo, Carlos Menem, no era para nada un gran orador, hijo de comerciantes, de emigrantes sirios, nacido en la provincia de La Rioja. El profesor Rouquié, que conoce de maravilla la historia del peronismo, lo llama «el heredero infiel». Debilita, en efecto, los sindicatos, desindustrializa la Argentina de Perón, disminuye los salarios, pero el peronismo continúa. Y en 1987, el peronismo vuelve a ganar las elecciones generales. Cuando algo perdura, es por algo. Estoy en la línea de José Pablo Feinmann, filósofo, que se ocupa del imaginario popular y de la vida misma. El peronismo «filosofía política de una obstinación argentina». Pobres marxistas que solo ven la lucha de clases. Pobres neoliberales que solo ven el costo y beneficio. Destinados a ser aplastados por el populismo, caja de Pandora de las esperanzas. La crisis de nuestro tiempo es de legitimidad y afectos. 

Sobre la democracia y cómo salvarla.

1. Ha habido en el curso de la historia diversas modalidades. De Atenas de la Grecia antigua, a la Italia del Renacimiento, en Florencia. Y los Estados Unidos y Francia del siglo XVIII.  Pero tras la Independencia, la revolución en el Perú «escapa de las manos de la nobleza colonial, y cae en manos de militarismo, caudillajes, plutocracias» (Basadre). Y un secular vacío de poder legal que nos acompaña hasta el siglo XXI. ¿República? Un Leguía que se repite, como mandatarios. ¿Cómo disminuir la barrera que separa gobernantes y  gobernados?

2. La democracia se salva con más democracia. Tenemos que inventar instituciones populares que nos hacen falta. ¿Por qué no se tiene cabildos o reuniones de vecinos en nuestras municipalidades? ¿Por qué no podemos tener parlamentos pequeños en cada región? ¿Por qué no aprendemos de la España de las Autonomías? Tienen derecho a nombres diversos. En Sevilla se llaman Juntas, en Asturias es Principado, en Cataluña es Generalitat, obviamente en catalán. Murcia es Consejo Regional. ¿Lo sabía el amable lector? Con derecho a lenguas distintas mientras el castellano sigue siendo la lengua oficial del Estado. Y tienen banderas y enseñas propias a las comunidades. El Estado español se guarda ciertas competencias, la Defensa y Fuerzas Armadas, no hay 17 ejércitos. Competencias del Estado y Competencias regionales. Así de sencillo. Los problemas en Puno no son los de Chiclayo o Piura.

3. En fin, hay que encontrar las conexiones por ahora inexistentes para acercar el poder escaso al pueblo republicano, el cual se le consulta, con las urnas, solo cada cinco años. Además, ¿por qué los plazos presidenciales son tan cortos? ¿Cinco años? Imposible iniciar un proyecto social y concluirlo. ¿Por qué no se puede tener presidentes para 7 años como lo tuvo la V República francesa? No les fue mal con de Gaulle y Pompidou. Al Perú le falta todo, desde pistas, aeropuertos, puertos marítimos, represas gigantes, hasta ciencia aplicada y científicos, industrias para la cuarta o quinta revolución industrial. Ciudadanos bien nutridos desde niños. Se necesita sabios peruanos a puñados. Y un Estado más fuerte, con puestos por concurso público. No porque se es amigo de tal Presidente o Ministro. ¿Bicentenario? Seguimos coloniales. Y a más tecnología, menos sociedad. La nuestra está atomizada. ¿Cómo va a haber partidos si todos son el rival de todos?

Hugo Neira
24 de noviembre del 2019

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