Sergio Diaz
Back to the beginning: el adiós de Ozzy Osbourne y Black Sabbath
Ozzy se despidió en Birmingham con un show épico y el aplauso eterno del metal

El pasado 5 de julio, la ciudad de Birmingham se convertía en el punto de mira de todos los amantes del rock y el metal, pues se llevaba a cabo uno de los conciertos más importantes de las últimas décadas. Y es que no era un simple evento, era la despedida de la icónica banda británica Black Sabbath y su vocalista Ozzy Osbourne. Back to the Beginning juntó a los más grandes referentes del rock pesado y el metal para rendir homenaje, frente a más de 40 000 personas, a la banda que le dio un punto de partida a una cultura entera.
La elección de Birmingham no fue caprichosa. Aquí nació, en el año 1968, Black Sabbath, aquí nació Ozzy. Y es por eso por lo que, el círculo debía cerrarse en el mismo lugar. Desde horas antes, miles de fanáticos esperaban en las puertas del Villa Park para entrar a lo que podría ser denominado uno de los conciertos más grandes de las últimas décadas. Gente de diferentes edades, padres yendo con sus hijos, pero también hijos yendo con sus padres. Esta banda trascendió todo tipo de variable medible, tiempo, espacio, para convertirse en un sonido inmortal. Y ver a los 4 reunidos luego de más de 20 años, Geezer Butler, Tony Iomi, Bill Ward y Ozzy, era algo imperdible. Además de la banda completa, se contó con una lista de invitados envidiable.
El actor Jason Momoa fue el maestro de ceremonias. Un apasionado del metal, que no sólo presentó el evento, sino que participó de él adentrándose en el público y saltando en los pogos. A la 1 de la tarde comenzó el ritual, con nada más y nada menos que Mastodon, gran referente dentro de la escena del metal progresivo y alternativo. Presentaron 3 canciones y fue en la última, Supernaut, donde Mario Duplantier (baterista de Gojira), Eloy Casagrande (baterista de Slipknot) y Danny Carey (baterista de Tool) se subieron para dar un número de percusión de calidad.
Siguieron Rivals Sons, Anthrax, Halestorm y Lamb of God, cada uno de ellos interpretando dos canciones personales y un tributo a la banda estelar. Salió después el primer supergrupo, interpretando The Ultimate Sin, Sweet Leaf, Believer y Changes. Siguieron Alice in Chains, Gojira y un drum off con Travis Baker (Blink-182), Chad Smith (Red Hot Chili Peppers), Danny Carey, Tom Morello (director musical del evento y guitarrista de Rage Against the Machine), Nuno Bettencout (Extreme) y Rudy Sarzo (Riot). Después continuó el supergrupo B.
Ya cayendo la noche, salieron los grandes referentes del metal y el rock pesado. Bandas con las que muchos hemos crecido, pero que estaban ahí para rendirle tributo a la banda con las que ellos crecieron. Pantera animó a la gente con Cowboys From Hell y Walk, para después cantar dos canciones de la banda principal. Siguieron Tool, Slayer, Guns n´Roses y Metallica. Cada uno de ellos rindió homenaje tanto con tributos y canciones propias, como con palabras personales para Ozzy y la banda. “Gracias por darle sentido a mi vida. Sin ustedes no tendría en que trabajar” dijo James Hetfield, vocalista de Metallica, al término de su número.
Cerca de las 8:30 de la noche, el Príncipe de las Tinieblas surgió desde debajo del escenario, sentado en un trono negro con murciélagos alrededor. El párkinson no le permitió moverse como solía hacerlo hace 40 años, pero su expresión y ganas de comerse el escenario seguían intactas. Con un grito abrumador levantó a todo el público. y ellos, obedientes frente a su príncipe, hicieron caso sin poner peros. O Fortna y I Don´t Know fueron las canciones iniciales, para que luego, un teclado estremecedor iniciase Mr. Crowley. Siguieron Suicide Solution y Mama, I´m Coming Home para cerrar con el broche de oro: Crazy Train. Escuchar estas canciones después de tanto tiempo era como escucharlas por primera vez. Sin importar en qué formato la hayas escuchado previamente, el golpe en el pecho que dieron las del show en vivo del 2025 fueron mucho más feroces.
A las 9:15 de la noche, se escucharon unas campanadas como si de una catedral se tratara. La gente esperaba el gran final, el cierre del círculo. Fue en ese momento cuando unas alarmas comenzaron a sonar. En cualquier otra ocasión esto podría ser sinónimo de peligro, pero para los amantes del género significaba el inicio del fin. Aparecieron los 3 caballeros de la noche, Tony, Geezer y Bill, para acompañar al príncipe en la última batalla. Y dio inicio. War Pigs se sintió eterna y los movimientos teóricamente erráticos debido a la edad y la falta de práctica de los integrantes, le dieron una naturalidad y un sentimiento a la música que hoy busca ser perfecta. Siguieron con N.I.B y Iron Man, canción que, si eres fanático de Marvel conocerás a penas inicie. La cereza del pastel fue Paranoid, con el riff que, probablemente encaminó a todas las bandas que previamente participaron del show.
Hay despedidas que parecen conciertos, y hay conciertos que son funerales. Ozzy no saltó por el escenario, no hubo necesidad de que de volantines ni corriera. Su simple presencia bastó. Con el cuerpo cansado y una mirada que lo ha visto todo, transmitía un mensaje: los tiempos han cambiado. A su lado, el arquitecto del heavy metal, Tony Iomi, nos daba esa imagen de perseverancia, de alguien que transformó un accidente laboral, fatal para un guitarrista, en algo que le dio un motivo para vivir. Este concierto no fue solo la despedida de Ozzy Osbourne y Black Sabbath. La presencia del resto de bandas también nos dio a entender que, como en muchos ámbitos de la vida, el cambio generacional es real y que está sucediendo ahora. El 5 de julio fue un día en el que los amantes de este género entendimos que no hay emociones buenas ni malas. Solo hay emociones. Porque pasar de reír a llorar solo es una muestra de lo importantes que estas personalidades son y seguirán siendo en nuestras vidas. Gracias Ozzy y gracias Black Sabbath por el legado que dejan para el futuro.
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