Jorge Morelli

Policía bueno y policía malo

El G7 y la inestabilidad política en Latinoamérica

Policía bueno y policía malo
Jorge Morelli
04 de mayo del 2021


Las democracias del Grupo de los Siete (G7) discuten desde ayer la forma de hacer frente a China y a Rusia, pero “sin tratar de contener a Beijing o aumentar la tensión con el Kremlin”. Esto es la cuadratura del círculo. Pero la diplomacia suele encontrarla; o en su defecto, fingirla.

El G7 está integrado por Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón. Sin incluir a China ni a Rusia, mueve hoy todavía alrededor de US$ 40 milllones de millones anuales en la economía global. El despacho de prensa señala que los dos acontecimientos geopolíticos fundamentales de los últimos 40 años han sido la caída de la Unión Soviética (1991), que puso fin a la Guerra Fría, y el espectacular ascenso económico y militar de China. Pues bien, China y Rusia fueron precisamente los temas de debate ayer en la mañana y en la tarde, respectivamente. En ese orden, lo que da cierta idea de magnitud.

Las palabras hoy suenan fuerte, pero no los actos. Antes de la primera reunión de ayer, el nuevo secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, quien obviamente lidera las discusiones en el G7, dijo primero que Occidente defenderá "el orden basado en reglas internacionales" de los “intentos subversivos” de cualquier país, incluido China. Y luego añadió que “no es nuestro propósito tratar de contener o reprimir a China".

Hay que tomar debida nota de esto. Por más progresista que sea el nuevo gobierno demócrata de EE.UU., hay que escuchar bien esas palabras. La potencia hegemónica desde la Segunda Guerra Mundial no va a enviar al mundo entero un mensaje ambiguo modificando su política exterior solo porque los republicanos ya no están en la Casa Blanca.

Blinken visitará Ucrania esta semana. “Hemos reafirmado nuestro apoyo inquebrantable a la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania", precisa. “Pero no buscamos una escalada (con Rusia), preferiríamos tener una relación más estable y predecible. Y si Rusia se mueve en esa dirección, nosotros también”, añade, suavizando la dureza inicial de sus palabras. Todo dentro de la misma oración.

En el otro extremo está todavía Boris Johnson, aún primer ministro del Reino Unido, quien procurará este año desde la Presidencia del G7, un acuerdo para lo que llama una “acción decisiva” que proteja a las democracias cuando “la influencia económica de China y la actividad maligna rusa amenazan con socavarlas”. Eso dijo el ministro de Relaciones Exteriores británico, Dominic Raab, sin intentar siquiera un aterrizaje suave.

El problema es entonces entre los propios miembros del G7. A la pregunta de cómo debe actuar Occidente con respecto a Beijing y Moscú, se responde con otras dos preguntas: ¿qué sería esa “relación más estable”, que quiere el secretario de Estado americano?, y ¿cuál sería esa “acción decisiva” de la que habla el ministro de Relaciones Exteriores inglés?

Nadie lo sabe. Pero, sin duda, desde el punto de vista de la crisis política generalizada para la democracia en Sudamérica –y la del Perú en particular ante sus propias elecciones–, la respuesta es la del policía bueno y la del malo, sin que podamos saber cuál es cuál.

Jorge Morelli
04 de mayo del 2021

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