Rocío Valverde

Perros

¿Qué dice la genética sobre el comportamiento de los perros?

Perros
Rocío Valverde
27 de octubre del 2019


Nala, una
border collie, no entiende que los relojes se han atrasado una hora por el horario de invierno. Ella ladra y llora desesperadamente desde la sala porque, aunque el reloj marque las tres de la tarde, para ella ya son las cuatro y es hora de ir al parque a jugar con la pelota. No hay peros, pues poco le importa que esté diluviando afuera, ni que tu no hayas tomado ni un sorbo de tu taza de té.

Cada vez que la mesa de la cocina vibra por los aullidos de Nala recuerdo a mi perro Charly. De él, un perro mestizo, solo podíamos saber que era alguna mezcla de borde collie por algunos rasgos de su anatomía. Él era un perro extremadamente tranquilo; salvo en algunas ocasiones cuando, traicionado por su instinto de pastor, le ladraba a todo objeto o persona que se moviera demasiado rápido.

Nala exhibe muchas de las características de un típico border collie. Es conocida por cavar hoyos en el jardín y destruir puertas y muebles de madera cuando se encuentra aburrida y sin compañía humana. A sus diez años todavía puede correr kilómetros de kilómetros sin cansarse. Charly era más bien un poco flojo, salía al parque por las mañanas y por la tarde se daba una vuelta por la manzana, pero regresaba a casa casi inmediatamente. A diferencia de Nala, cuando él se veía ignorado simplemente se retiraba hacia el jardín y a veces en su camino iba desenterrando con su nariz un poco de la tierra, quizás para mostrarnos un poco de su descontento.

Cuando era pequeña me solía preguntar por horas de horas quiénes habrían sido los padres de Charly, probablemente ocupaba mi tiempo en ello porque la gente no dejaba de mencionar que Charly era un perro chusco. No era puro como el labrador de la cuadra, ni el cocker spaniel de la vecina, ni el maltese de mi amiga. Un día, por curiosidad, pensando en que algún día podría saber quién fue la madre de Charly, le corté un poco de pelo, los pegué a un trozo de cinta scotch y guardé esto en el congelador. Obviamente a esa edad no entendía muy bien cómo funcionaban las pruebas de ADN.

Lo único que Nala y Charly tienen en común es que es que ambos fueron afectados por la displasia de cadera, una enfermedad genética muy presente en los border collie. Desde que conozco a Nala me he vuelto a preguntar qué tan border collie fue Charly.

Misteriosamente, hoy día el buscador de Internet me mostró publicidad sobre los test de ADN para perros. "Descubre el linaje de tu perro", decía el anuncio. El genoma del perro fue secuenciado en el 2005 pero, ¿existe acaso una base de datos genéticos de perros? ¿Podrían sus genes explicar qué hizo a Charly un perro tan dócil y a Nala una perra tan temperamental? ¿Podrían explicar sus enfermedades?
Al parecer esta es una pregunta que ya hace mucho tiempo se la formularon algunos veterinarios genéticos. Ahora buscan responder estos enigmas aplicando lo aprendido del proyecto Genoma Humano. Los científicos detrás del llamado proyecto Genoma Canino se han puesto como meta secuenciar muestras de 10,000 perros hasta el 2021.

La idea de poder relacionar el comportamiento de algunas razas de perros con sus genes no nos debería parecer tan marciana. Durante años los humanos criaron perros para realizar actividades específicas como pastoreo, caza y compañía. No fue hasta la era victoriana que se criaron razas exclusivamente por su aspecto. Los perros modernos que conocemos hoy en día no tienen más de 300 años, se entiende así que podemos asociar cambios en algunos pares de bases del ADN con el tipo de pelaje, orejas o cola de nuestros perros. Estos pequeños cambios son conocidos como polimorfismo de un solo nucleótido.

¿Qué nos puede decir la genética sobre el comportamiento de los perros? Existe una base de datos fenotípica llamada C-BARQ que ha sido construida en base a cuestionarios sobre la conducta de los perros. Cualquier persona puede acceder y contribuir con esta base de datos, el peligro está en que las respuestas sobre cómo se comporta tu mascota adorada pasan por el filtro de tus ojos, y la objetividad se puede perder.

A pesar de ello recientemente se ha publicado en la revista Proceedings of the Royal Society Biological Sciences un artículo que utiliza a C-BARQ y dos bases de datos genéticos. Los científicos concluyeron que no podíamos señalar a un solo gen como el culpable los niveles altísimos de energía y la sociabilidad de nuestras mascotas, posiblemente ese tipo de características tengan más relación con el ambiente y la crianza del perro. La facilidad con la que un perro aprende comandos, sin embargo sí está influenciada por los genes. Por ejemplo los border collie deberían ser capaces de aprender a darte la patita con facilidad. Los genes de Nala y Charly dictaron que fuera capaces de aprender muchos trucos. Quizás el ambiente influyó en que Charly, el chusco, se siente y dé la patita sin rechistar; y que Nala solamente obedezca cuando le apetece.

Rocío Valverde
27 de octubre del 2019

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