Dante Bobadilla

Patologías de izquierda

Imaginan un mundo ideal y quieren imponerlo

Patologías de izquierda
Dante Bobadilla
07 de febrero del 2019

 

El concepto de “ideas parásitas” se refiere a las que surgen como producto no de la realidad inmediata sino de preocupaciones y obsesiones que afectan a las personas, llegando a convertirse en ideas preeminentes que controlan al sujeto, más allá de toda realidad.

Esta patología del pensamiento se ajusta muy bien a lo que ocurre con la izquierda. Sus propuestas surgen desde el delirio ideológico, antes que de la realidad. Para empezar, toda la realidad vista desde la izquierda está mal. Todo tiene que rehacerse por completo siguiendo los planos ideológicos, donde prima la felicidad social, según el entender de izquierdas.

Todas las ideas de izquierda han fracasado. Todas, sin excepción. No una sino muchas veces. Lo que vemos ahora en Venezuela no es más que el último fracaso. Latinoamérica y el mundo han sido testigos del fracaso reiterado de las ideas de izquierda. Pero estas vuelven una y otra vez a implantarse nuevamente, como un mal endémico, y vuelven a fracasar.

Estas malas ideas se repiten porque son bonitas y seductoras, hasta cursis, están llenas de lindas promesas y, lo más importante, no cuestan nada. En segundo lugar porque se aprovechan de la estupidez e ignorancia de la gente, que ignora que son ideas fracasadas. Siempre les dicen que el modelo fracasado “no era verdadero socialismo”.

El izquierdismo se sustenta en una actitud general de rechazo al mundo o a la realidad, a la cual consideran “injusta”. Es una actitud infantil e inmadura. No les gusta el esquema de valores, la estructura de poder, las tradiciones y costumbres, y odian los “estereotipos”. Tienen un problema psicológico frente la realidad y quieren cambiarlo todo, empezando por imponer algo que solo existe en sus delirios: la igualdad social.

Claro que nadie puede negarse a la igualdad de derechos dentro de una sociedad libre, pero el izquierdismo pretende un igualitarismo pervertido, consistente en imponer igual número de personas de cada sexo en cada estamento político, laboral, jurídico, etc. Este es un concepto ridículo de igualdad, una igualdad numérica que solo se sustenta en un capricho ideológico, y que solo puede imponerse mediante un totalitarismo descarado.

La fundamentación de este disparate ideológico dice, por ejemplo, que históricamente la sociedad le ha negado a la mujer escalar a puestos de jerarquía. Pero esto es un error de pobreza mental, puesto que pretende atribuir a “la sociedad” una responsabilidad que no tiene, ya que no se trata de un acto consciente sino de procesos históricos naturales que se han dado en el azar de la evolución social. No hay nada que reclamarle a la sociedad, y menos para justificar una especie de venganza imponiendo cuotas de mujeres a la mala.

Por fortuna hay muchas mujeres inteligentes y dignas que rechazan estas ridículas ideas de cuotas obligatorias, paridad de géneros y alternancias en listas, por constituir un insulto a su capacidad. Las mujeres no han necesitado leyes feministas para ir escalando posiciones en la sociedad. Lo han venido haciendo libremente por sus propios méritos e intereses, de acuerdo a la evolución social y cultural de nuestro país. No hay por qué apurarlas. Lo importante es que gocen de la libertad para hacerlo. No pueden forzarlas para complacer a la izquierda.

La izquierda fracasa porque sus ideas no sirven para resolver problemas reales del mundo, sino para cuestionar al mundo porque no se ajusta a su ideología y capricho. Las ideas de izquierda son típicamente ideas parásitas que surgen de la ideología, antes que del estudio de la historia y la realidad humana, a las que solo apelan para sustentar sus propuestas reformistas. Es decir, toman el camino inverso: primero se imaginan un mundo ideal, y luego se dedican a imponer sus ideas por la fuerza para cambiar un mundo que odian. Por eso fracasan siempre, pues no solo ignoran la historia de la evolución cultural sino que incluso obvian la naturaleza humana.

 

Dante Bobadilla
07 de febrero del 2019

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