Carlos Adrianzén
Los regímenes liberales bamba
Es necesario reconocerlos en el contexto de las elecciones 2026

No se preocupe estimado lector. Aquí no nos pondremos a pontificar quién es o no es un liberal verdadero o falso (en adelante “bamba”). Abundan las perspectivas no epistémicas de lo que serían el liberalismo y hasta la libertad. Las hay para todos los gustos y acomodos. Algunos se dicen puros, otros prácticos. Como no soy confesor ni fiscal, no voy a entrar al enojoso terreno de señalar o etiquetar personas.
En cambio, hablaremos de lo que sería un gobierno o régimen liberal. Lo definiremos y lo acotaremos temporalmente para enfocar sus resultados. Hacemos esto porque, en concreto, implica algo crucial en medio de un proceso electoral.
A diferencia de lo que sucedía antes de los años setenta, hoy se calculan y publican índices estadísticos que capturan inteligentemente los niveles de libertad económica (respeto a la propiedad privada et al) y/o política (respeto a los derechos civiles y libertades políticas) de un país. Revisar estos datos desde que se publican resulta una práctica lapidaria para muchas afirmaciones con base no epistémica. Y es que desde que instituciones globales muy respetadas, como Freedom House o la Heritage Foundation, construyen índices consistentes todo cambia. Esas instituciones nos permiten contrastar en modo persistente la asociación entre estos índices y los niveles de riqueza, de crecimiento o acumulación para decenas de naciones a lo largo del globo.
Hacerlo quiebra algunas creencias. Por ejemplo, en el caso de la República Popular China, a pesar de su extraordinaria ganancia en escala real (PBI), no se pueden esconder sus enormes retos pendientes, ni sus corridas de capitales, ni lo reducido de su producto por habitante. Siguiendo a Pierre-Joseph Proudhon, no existe régimen que quiebre la propiedad privada –léase de izquierda (que pulveriza la libertad de su pueblo)– que no sea opresor. Y estimado lector, la opresión es una fuente de atraso, pobreza y corrupción en todo tiempo y lugar.
Asimismo, las difundidas creencias de que algunos regímenes totalitarios pueden ser persistentemente honestos, estables o exitosos… resultan solo eso, creencias. Lo más valioso de todo esto implica una evidencia empírica global hoy meridiana y acumulativa. Por ello, no falta analista o historiador –de centro o extrema izquierda– que insinúe que el régimen fracasado de su preferencia tuvo al menos algo de liberal.
Recuérdelo: la libertad se come, la opresión nos come
En el Perú actual existen decenas de candidatos con autorización para participar de la selección electoral. Con algo de suerte y -ejércitos de personeros requeridos para romper la inercia de los últimos dos procesos- podría ser un proceso electoral.
A pesar de que el grueso de los electores peruanos no son expertos en la pesquisa de a qué tipo de regímenes les va bien (los liberales) y a cuáles les va de perros (los opresores de izquierda), los involucrados no son tontos. Retóricamente, nos tratarán de vender algo retóricamente parecido a un régimen liberal.
Por eso es que los invito a pensar.¿Cuándo estamos hablando de un régimen liberal? O lo que es lo mismo, la venta electoral –ideas o propuestas de gobierno– de su candidato preferido, ¿configura un régimen liberal coherente o solo otro régimen liberal bamba?
Aquí, para no dejarse engañar, sirve respetar algunos criterios básicos.
Descarte el palabreo (las discusiones no epistémicas)
Esta práctica tiene dos enormes –diría yo inaceptables– contraindicaciones. La primera nos remite a que cada quien define no epistémicamente el vocablo, o la condición de régimen liberal, como necesita o le viene en gana. Lo cual convierte a muchos debates en apasionantes o aburridísimos episodios de palabreo o de desprecio a lo filosófico. Si no enfocamos lo mismo, la discusión sobre esa materia puede configurar una ilustrada pérdida de tiempo. Por ejemplo, Smith, Marx, Mill o Perico de los Palotes discuten sobre libertad enfocando cosas muy diferentes.
La segunda, y no marginal, contraindicación es que cuando cada quien define lo que sería un régimen liberal como le parece, la captura estadística de alguna asociación causa-efecto y hasta cualquier retroalimentación, entre un ambiente de gobierno dizque liberal y un determinado desempeño, no enfoca una conexión estable entre las cosas.
Asimismo, el enfocar, por ejemplo, la narrativa histórica de los gobernantes etiquetados como liberales implica mezclar cosas diferentes. Todos ellos distintos en acciones y performances. Todos ellos muy liberales –para diferentes percepciones de lo que sería un liberal–. Bajo una perspectiva no epistémica estándar resulta apropiado pues descartar lo ideológico entre las causales de acierto o desacierto, en cualquier modelo serio.
La realidad desprecia abrumadoramente esta confusión. Los monumentos ideológicos de fracaso social abundan y nos abofetean. No es casualidad que la mente más brillante del siglo pasado, Hannah Arendt,nos recuerde que el Tercer Mundo es una ideología. Pero igual nos la siguen vendiendo. Algo aquí le debe quedar muy claro estimado lector. La ideología importa. La ideología puede ser medida. Usted puede saber si tales o cuales conjuntos de ideas son toxinas económicas o sociales.
La ilusión libertaria
Resumiendo, les contaría que en el Perú y en la región no existe nada más raro o vacío que un régimen respetuoso de la propiedad privada del pueblo. Gobiernos opresores de la libertad hasta la médula; grandes abusivos mercantilistas o socialistas, se han autodenominado y –lo que es mucho peor– nuestros libros de historia o las crónicas políticas locales se han etiquetado erróneamente como regímenes liberales.
Este liberalismo bamba siempre ha registrado éxitos efímeros y los fracasos económicos previsibles bajo esquemas de gobierno de estos tipos. Su núcleo implica hacer todo a medias. Para mal (Fujimori) y para bien (Velasco). Nuestra historiografía no refleja, pues, una casualidad. Por aquí pasaron decenas de dictadores y liberales bamba, impresentables. Será mentirosa, pero dado su fracaso es hoy mucho más fácil de descubrir.
La enésima guía
Frente a las próximas elecciones, y existiendo mediciones publicadas de los niveles libertad (económica o política), compare performances. Si su candidato le ofrece cosas similares a las que ofrecieron localmente los presidentes Bustamante, Belaunde, Odría, Velasco, Toledo, Castillo (o, regionalmente, Lula, Sheinbaum, Petro o Boric), su preferido será un personaje que promete encantadoras, pero solamente le está ofreciendo opresión: hambre para los más pobres y destrucción de las clases medias.
Si su preferido se parece a Milei también tenga cuidado. El economista argentino solo tendrá éxito si le ofrece a su pueblo sangre sudor y lágrimas por algunas décadas. Su proceso de reformas es aún incipiente e incompleto. Aún no es un régimen liberal consolidado. De estos regímenes Argentina y Perú, por ejemplo, hemos tenido decenas. Todos oportunamente abortados por los grupos mercantilistas y socialistas que también se llamaron “liberales”.
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