Giancarlo Peralta
La izquierda, la corrupción y el crimen
Sobre la muerte de José Miguel Castro, colaborador eficaz en el caso Villarán

¿Por qué Susana Villarán, la representante de la izquierda light, también conocida como “caviar” en el Perú, decide abandonar su eslogan de “manos limpias” para enlodarse? ¿La ambición por el dinero o la desesperación por el ejercicio del poder?
La respuesta es ambos, la “Tía de la Chalina Verde” no toma distancia de la izquierda más radical en el ejercicio del poder. Hizo todo lo posible, como pactar con las empresas más corruptas de Latinoamérica con tal de mantenerse como titular del concejo metropolitano; pero, como el “aporte de campaña” no fue gratis, la Villarán decide entregar los peajes de Lima a un costo exorbitante para la ciudad; por eso subían constantemente, perjudicando principalmente a los pobladores de menores ingresos.
¿Cómo? ¿No es que las izquierdas representan a los sectores menos favorecidos? Lamento decepcionarlos, eso es falso. La izquierda sigue el patrón de los Castros en Cuba (hoy Miguel Díaz-Canel), de Daniel Ortega en Nicaragua, de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela. Tengamos presente que todos ellos son seguidores de Vladimir Ilich Lenin cuando manifestó que “salvo el poder todo es ilusión”. Estos individuos no creen en la democracia, menos en la alternancia del poder. Llegan a ocupar cargos públicos empleando la democracia, pero en el ejercicio del poder, simplemente la desechan, la arrojan al vertedero.
En el ámbito local también tenemos seguidores de esta consigna, recuerdan la afirmación del congresista Guillermo Bermejo: “Pelotudeces democráticas”. Si alguien piensa votar por él, que sea consciente de que a él y su pléyade de comunistas poco o nada le interesa el sistema de elección ciudadana, lo que les interesa es mantenerse en el poder.
¿A qué respondió el golpe de Estado de Pedro Castillo? A que se sintió acorralado por las denuncias y acumulación de pruebas en su contra por actos de corrupción. Por lo que en su mensaje a la nación ordena a la policía nacional intervenir a Patricia Benavides, por entonces fiscal de la nación, quien precisamente lo había investigado y entregó al congreso las pruebas de los actos delictivos en los que estaría involucrado.
El 2026, los múltiples grupos de izquierda se unirán en la primera o segunda vuelta, sabedores del desprestigio que acarrea su conducta política. Por esta razón, también generan una narrativa a favor de quienes extraen minerales de manera ilegal, quienes ya han demostrado estar prestos al asesinato con tal de conseguir sus objetivos. Trece víctimas de la criminalidad en Pataz aún siguen en nuestra memoria.
José Miguel Castro, colaborador eficaz en contra de Susana Villarán, fue hallado sin vida. ¿A quién beneficia su asesinato? ¿Por qué algún medio vinculado a la izquierda insiste en calificar de suicidio lo que a todas luces es un asesinato? ¿Por qué el Ministerio Público dilata el proceso contra Villarán y la mantiene en libertad? ¿Por qué Martín Vizcarra –en aquel tiempo presidente en funciones– interrumpe su periplo en Brasil y retorna raudamente en cuanto Pedro Chávarry (por entonces fiscal de la nación), decide remover de sus cargos a dos fiscales?
Miguel Castro, aunque también se corrompió, que en paz descanse. Sabía mucho y existen US$ 2,700 millones en favor de la Municipalidad de Lima que podrían perderse si el crimen de las izquierdas silencia a los testigos de sus actos delictivos.
COMENTARIOS