Cesar Gutierrez
Palmicultores: un largo camino por recorrer
Ante las medidas de Indecopi sobre biodiésel americano
Diciembre del 2020 fue un mes muy positivo para los palmicultores nacionales. En primer término, se promulgó la Ley N° 31089, que sanciona la elusión de los derechos antidumping (DA) y compensatorios (DC) que impone la supervisora de la libre competencia, Indecopi, que en acto seguido publicó dos resoluciones prorrogando hasta el 2025 los DA y DC al biodiésel (B100) originario de los Estados Unidos (EE.UU.).
Estas medidas han llevado a sendos comunicados, difundidos a través de los diarios, por parte de dos asociaciones que agrupan a palmicultores de las regiones de Loreto, Huánuco, San Martín y Ucayali, felicitando la decisión de Indecopi sobre el B100 americano. No es para menos, porque se refuerza la posición de 48,000 trabajadores del sector.
Está bien reconocer la labor de la autoridad cuando actúa de manera independiente y firme ante temas controversiales y que afectan a otros estados y grupos empresariales dedicados al comercio internacional. Sin embargo, sugiero mesura en el entusiasmo. El camino para ir consolidando la industria de la palma aceitera es largo, y se van a encontrar diversas dificultades de gran envergadura.
Quiero resaltar la actitud de la diplomacia, autoridades y sector empresarial americano; no ofrecieron resistencia alguna al proceso de ampliación de los DA y DC. Era una realidad indiscutible la política de subsidios que ha implementado el gobierno estadounidense y las prácticas de dumping de algunos exportadores, en coordinación con traders internacionales.
Lo del producto americano fue un primer paso, pero hay en trámite el caso del B100 de Argentina, cuyo Ministerio de Relaciones Exteriores, presidido por el político de larga trayectoria Felipe Solá, y la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio) vienen librando una dura batalla en Indecopi para revertir los derechos que se le impusieron en el 2016 y que vencen este año. Pretenden que se suspendan argumentando un “cambio de circunstancias”.
Pero no solo es una dificultad a librar. De hecho, con la llegada de los demócratas al gobierno de EE.UU., como ya se ha anunciado, se desplegará una intensa campaña para el uso de energías renovables, que muchos se imaginan solamente como amplios parques de aerogeneradores y de placas fotovoltaicas. No es solo eso, también está el caso del B100 y el Etanol, pues son muy conscientes del impacto de los gases de efecto invernadero producidos por la combustión de la gasolina y el diésel en el parque automotor.
Va haber una gran avidez inversora en plantaciones agrícolas y plantas productoras de biocombustibles, que no solo pensarán en el mercado interno, sino también en la exportación. Ocurrirá en EE.UU., pero también en Malasia e Indonesia, donde los palmicultores incrementarán su producción mirando a la Unión Europea, que de hecho acompañará el despliegue ambientalista americano. Tenderán a incrementar la cuota de B100 en sus combustibles, pero a la vez intentarán bloquear el ingreso del combustible producido de palma aceitera, para darle paso al de Colza, que se produce en esas latitudes.
Los entusiastas dirán que los DA y DC al B100 americano nos tendrán a buen recaudo. Lamentablemente no es así. Las cifras son elocuentes, si bien es cierto que la participación del B100 local llegó en el 2019 hasta el 27.9% de la demanda, la importación de B100 en mezcla con Diésel 2 se ha venido incrementando significativamente, 263% en el período 2016-2019. Una actividad cuya fiscalización no es tan fácil de realizar.
Lo que veo en el futuro inmediato es una cierta vocación para más importación de B100 de Malasia e Indonesia, y de mezclas que incluyan producto subsidiado. Un reto muy grande para Indecopi.
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