Raúl Mendoza Cánepa

Palacio de Gobierno, 2041

Una crónica de política-ficción

Palacio de Gobierno, 2041
Raúl Mendoza Cánepa
12 de diciembre del 2021


El presidente Cerrón se repantiga en su asiento. Observa con fijeza la fecha del periódico, 25 de julio de 2041. “Usted sí que la hizo linda, presidente”, le dice su primer ministro, Guido Bellido, que apenas atisba sobre sus lentes de carey mientras trata de descifrar desde hace horas el proceso de una operación matemática de la primaria estatal de Chumbivilcas. “Estamos últimos en las pruebas Pisa”, dice, con la boca trémula. El presidente Cerrón no se inmuta, “con razón”, piensa. 

–Casi quince años en la Presidencia, tantas pelotudeces democráticas quedaron atrás –musita. 

Bellido mira un viejo y rotoso retrato del expresidente Castillo arrimado y lleno de telarañas en el rincón, se quedó allí mientras refaccionaban Palacio

–No lo quité para recordarme que no debo ser igual –dice Cerrón.

“Tan fácil que fue hacerse y deshacerse del sombrero”, ríen. “Gracias por los servicios prestados”, las carcajadas prosiguen. Bellido mira a su jefe: “Nos abrió el camino, ahora está en Chota balanceándose en una hamaca”. Dice que lo han visto penar como un fantasma. Lidera un sindicato de maestros jubilados en la provincia. El Comandante General de las Fuerzas Bolivarianas ingresa al salón anunciando la presencia del presidente confederado, Evo Morales en la tarde.

–Este aimara entra y sale de Palacio cuando le da la gana –dice Cerrón–, y todavía me da órdenes. En una de esas lo mandó de vuelta a Bolivia. Allí lo quieren linchar. 

Recuerdan aquellos días de los partidos democráticos (disueltos hace una década). “¡Cojucongresistas!”, ríen casi en automático. Les hace gracia el rostro de Acuña en su última presentación pública, la última palabra que se le oyó fue “gobernabilidad”, una carcajada estentórea golpea las ventanas de Palacio. El comandante general del Ejército atiesa la cara. “Disculpen, era imposible no reír”. Cerrón lo increpa, ser su primo no le da tantos alcances. Le ordena revisar los informes barriales de los comisarios militares, se habla de vecinos que se quejan del precio del pan. “Cojudos, nos eligieron y todavía se quejan”. Bellido replica: “No, señor presidente, ellos no nos eligieron, nos eligieron los gremios por mandato de la Constitución de 2026”. Cerrón mira el lamparón sobre su cabeza, todavía recuerda el mohín del secretario general de Acción Popular cuando el ministro Bermejo cerró por última vez la puerta de su local.

Timbra su celular. “Es la Dina, todavía quiere volver a la vicepresidencia, ahora que todo es a dedo. Que vaya a pedirle chamba a Vizcarra, ha abierto un depósito de vacunas”. El edecán hace un mohín, “25G, sí, así se llama”. Pregunta si es cierto el rumor de que el ex jefe de Estado se inyecta desparasitante a la vena para matar a la variante omega. El jefe de las Fuerzas Armadas sirve un Louis Roederer mientras corta la mortadela. Murmulla sobre lo que andan diciendo en el mundo sobre la pobreza en el Perú. “Estamos jodidos, pero no hay que demostrarlo”. Bellido lo manda callar, “no eres deliberante, compadre”. El edecán festeja.

El camarada Beltrán ingresa raudo, es nuevo en las filas del poder. Su madre ha bordado una hoz sobre un pañuelo que más parece una tijera. Cerrón ensaya un bostezo, “esto del poder aburre. No hay partidos, ya no tengo que escuchar a esos tontos, que eran divertidos. Tampoco hay diarios y me jode ese que se la pasa todo el día exaltando los logros de la revolución desde Canal 7. Igualito que cuando apoyaba al profesor desde una radio”. Bellido lee las cifras y se pregunta por qué todos están callados. Un millón por ciento de inflación en cinco años, escasez y la gente no se queja. “Los que se quejan…”, dice el edecán acallando su propia voz, “Yo pensé que era la pandemia”.

El General Montero, viejo maestro de las canteras del SUTE y hoy jefe de las fuerzas armadas le hace señas al edecán: “el Diario Oficial también debe expropiarse”. El edecán advierte que es del Estado y, además, tiene una sección de Runasur, podría verse mal en la embajada aimara. 

“Carajo, tan fácil fue todo”, interrumpe el presidente Cerrón, mientras ve fotos de aquella infausta época en la que quisieron vacar al profesor.

Raúl Mendoza Cánepa
12 de diciembre del 2021

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