Rocío Valverde

Paciencia en tiempos modernos

Brexit y problemas para los peruanos en el Reino Unido

Paciencia en tiempos modernos
Rocío Valverde
31 de marzo del 2019

 

La visita al banco duró menos de lo previsto. Me dicen que no puedo agregar a una persona a una cuenta bancaria sin presentar un recibo que muestre mi dirección actual. “Y va a tardar una o dos semanas porque lo tenemos que enviar a Londres”, añade la muy amable señora que me persiguió hasta la calle para que no se me olvide. ¡Al menos alguien me da un plazo estimado!

Esta operación bancaria interrumpida retrasa una serie de trámites y viajes concatenados que empiezan en junio y que tienen como interludio la pesadilla del trámite de expedición del pasaporte peruano biométrico en septiembre, en cuanto regrese de una boda en Aragón. “Los pasaportes serán fabricados en Francia, por lo que su entrega estará supeditada a su envío al Reino Unido. No es posible conocer la fecha exacta en la que el documento llegará al Consulado General”. ¿Y la fecha estimada?

Escucho en mi memoria la risa de una amiga acostumbrada a los horarios de los autobuses griegos: Un minuto de paciencia pueden significar diez años de paz, Rocío”. Su piel morena ha pasado muchas tardes bajo el sol mediterráneo y por ello cada vez que se ríe se pone china de risa. Parece que ha habido una pelea de gallos en los cantos de sus ojos. “No sé si es un proverbio griego, mi sabiduría viene toda de Pinterest”, y se sigue riendo de mis desventuras con el consulado y de mi interés por la sabiduría popular. Una vida de esperar autobuses le han concedido un aura imperturbable, a la que llama “ser pasota”.

Y es que por un motivo llamado Brexit tendré que enviar mi nuevo pasaporte por correo postal para que mis datos sean actualizados. Para mi sorpresa, para este trámite tampoco hay un tiempo estimado. Parece, pues, que no solo Paddington y la Inca Kola unen ambas tierras. Estar un tiempo indeterminado sin pasaporte, cuando por trabajo y familia debes viajar, es mi infierno personal. Cuando estoy a punto de empezar a renegar escucho en lo más profundo de mi conciencia a mi madre: “¡Por favor, ten paciencia!, Valverde tenías que ser. Donde no haya remedio, que haya paciencia”. A esta hora mi madre debe estar durmiendo en Lima, quizás ha viajado en sueños a darme un jalón de orejas y recordarme que la paciencia no es un don que he cultivado, por mucho que me hayan empujado hacia ello.

“Escuche a Santa Teresa, Valverde” me repetía un profesor del colegio cada vez que le preguntaba si podía usar el liquid paper en el examen. “La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta. Con esto le digo que lea toda la pregunta antes de responder y no me regatee que le voy a descontar un punto por cada respuesta que cambie”. Todo lo dicho por Santa Teresa y San Agustín cayó en saco roto. ¿Hay alguna receta que no requiera a un Dios?

¿Cómo puedes cultivar la paciencia en estos tiempos modernos, en los que la inmediatez es lo mínimo que se espera? No sé si podré tener el pasaporte y demás documentos a tiempo para poder seguir viajando en diciembre. Solo sé que he pedido tres cajas de valerianas y manzanilla, que deberían llegar en dos días según el proveedor. Es la microgestión de las pequeñas cosas la que me ayuda. Algún día la paciencia llegará de la mano de un refrán, proverbio o pequeña historia, hasta ese día esperaré sentada, pero sin calma.

 

Rocío Valverde
31 de marzo del 2019

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