Hugo Neira

Otro elogio a un escritor. Rolando Arellano, «El tesoro»

Y cinco problemas mundiales de actualidad

Otro elogio a un escritor. Rolando Arellano, «El tesoro»
Hugo Neira
17 de enero del 2022


Otra vez un libro bien construido, y mi deseo de que se le conozca y evitemos la costumbre del desdén por un libro no examinado, por descuido y embarullamiento. Es cierto que el libro de Rolando Arellano, titulado
El tesoro, goza de un subtítulo múltiple. El tesoro: la aventura del pasado, el presente y el futuro del Perú. Y entonces, me pareció un libro de historia, pero al abrirlo se encuentra el lector con 18 textos en los cuales se diría que tiene algo teatral, como entrevistar a Catalina Huanca, y su leyenda de tesoros escondidos. En cada escena parecería entrevistas de periodistas de nuestra época a peruanas y peruanos del siglo XVI, de otros siglos, los hace hablar. Por ejemplo los obreros tejedores, esos sabios —los khipucamalloc—, y Guamán Poma de Ayala, y de paso a Francisco Pizarro. Y luego criollos y revolucionarios, y una entrevista nada menos que a la famosa Micaela Villegas, la Perricholi, ya estamos en el XVIII. Y luego continúa con don Ricardo Palma. Como del Perú no se puede tener memoria de nuestros literatos sino de los hombres de guerra, Andrés Avelino Cáceres, a fines del siglo XIX.

Don Rolando Arellano, he leído su libro con agrado y con rigor. Lo que ha hecho usted es una descripción pero brilla en la prosa algo valioso, la prosa de cada personaje de ese mundo peruano, y la lengua castellana peruana según la época y el ámbito, o sea un experimento de filología, con gran desenvoltura. Francamente, merece su libro lo que se llama normalmente «reconocimiento». Lamentablemente, ese gesto es raro en la Lima actual. Por mi parte, argumento que todas las lenguas conocidas tienen palabras para elegir algo de valor no cuestionado. Eso ocurre no solo con el castellano, el francés, el inglés, siempre se tiene una palabra, un vocablo, para reconocer un poema o alguna prosa de valor. Por ejemplo, los alemanes al «reconocimiento» le dicen Erkennen einer Person (traducción: el «reconocimiento de una persona» y ante un especialista en reconocimiento de algo, Erkennung. Eso es lo que debemos aplaudir en su libro, don Rolando Arellano, un hombre que ha vivido en diversos mundos. Y que ha querido escribir una novela con aventureros que se encuentran en nuestra historia peruana. Pero me parece que va más lejos que una novela, juntando civiles y militares, hombres y muchas mujeres, quizá nuestro gran tesoro. Se me ocurre, «nuestros grandes mestizajes» que él coloca en esa aventura, para que lo lean los jóvenes o la gente de edad. 

Esa manía de no admirar más claramente el arte y no decirlo públicamente, no es solo una manía peruana sino también de otros países iberoamericanos. En México, conocí personalmente a Octavio Paz. Lo había leído y me parecía en ese instante uno de los escritores y pensadores más acertados del continente, y sin embargo, me dijo que pese a su obra, lo «ningunearon».¡Y ya tenía el Nobel! No quiero extenderme sobre ese fenómeno, entre social y psíquico, porque en otras culturas, en otras sociedades, no es así. En la vieja Europa donde estudié largos años y decenios, y ya como profesor, vi algo distinto, generación tras generación: la cultura en cada nación se modificaba. En esa vieja sociedad europea, cada tiempo afecta sin embargo la maquinaria intelectual y científica, le devuelve la eterna juventud. Y se discute entre lo clásico y las formas nuevas de la lengua, y el pensamiento que emerge. Y están acostumbrados a ver cómo nacen las ideas nuevas, las artes, e inclusive una guerra permanente de las ideas. Sin perder la memoria de lo ya conocido.

I. Pero no puedo dejar de lado los grandes problemas del mundo contemporáneo. Que conciernen incluso a los Estados Unidos que temen que Donald Trump intente otro asalto al Capitolio (como el del 6 de enero del 2021), pues sus milicias de extrema derecha no han disminuido. En los Estados Unidos se sabe que los republicanos —que son millones de electores— volverán al asalto. Esto lo dice claramente la prensa, lo tomamos de The Los Angeles Times. Y algunos otros datos. «Unos 65 millones de americanos están convencidos que Joe Biden es un presidente ilegítimo». Y ya surgen unas palabras novedosas, de las que hablaba líneas arriba. Por ejemplo: ANOCRATIE. En los Estados Unidos es algo que no es democrático, tras las afirmaciones de Barbara F. Walter, una nueva voz. La «anocratie» es una situación intermediaria entre la democracia y el Estado autocrático, un concepto creado en The Center for Systemic Peace, un think tank americano, según la profesora de la Universidad de California San Diego. Ella la presentó en una revista, con un título que da frío: «Cómo se inician las guerras civiles».

II. Al problema de la pandemia del Covid-19 que ya ha hecho 5 millones de víctimas en solo dos años, hoy la variante Ómicron y la crisis sanitaria mundial afectan la economía, los actos políticos en democracia también por el riesgo de contagio en los mítines urbanos, temor que corre en varios continentes. Entre tanto, se ralentiza la producción, aumentan en todas partes los no empleos, la interdependencia dentro de una economía mundial globalizada comienza a debilitarse. China y los Estados Unidos —potencias mundiales aunque hay otras— no tienen los lazos comerciales que hasta hace poco tenían por la globalización. En una situación conflictiva como la presente, no se puede detener el calentamiento de la atmósfera.

Siempre hubo migraciones. Hay países que nacieron con migraciones gigantescas, Estados Unidos, Argentina, Australia, Canadá, etc. Hoy sabemos que las olas migratorias controladas han disminuido desde 1970. 

Pero se han multiplicado los desplazados y los ilegales, y las ONGs intervienen en todas partes. ¿Son una nueva sociedad civil mundial? Por eso se habla de la Global Civil Society, desde el 2003. 

Mirando y viajando por el cosmos

III. Más allá de los flujos de la mundialización, los intercambios comerciales en los inicios del siglo XXI representan un 60% del PBI mundial. Las mercancías circulan cada vez más, hombres y mujeres —emigrantes o turistas—, también. Hay cada vez más intercambios. Pero ¿podemos seguir? ¿Habrá territorios para las diversas sociedades? ¿Alcanzará la energía para las flotas de aviones y barcos comerciales que necesitaremos? Hay algunos países que piensan el porvenir cercano entre sociedades no solo de distintos continentes sino de distintos cielos, entre planetas, exoplanetas hallados en el cosmos. 

Hablemos ahora de ciencia y del transporte interestelar que interesa a los astrónomos. De una máquina espacial llamada James Webb. Se trata del más grande telescopio que la humanidad ha lanzado al espacio. Permitirá observar las primeras estrellas y si hay huellas de vida extraterrestre, lo que va modificar nuestra visión del universo.

IV. Según el New Scientist de Londres, en octubre del 2021 un barco deja el Océano Atlántico hacia el Este de la América del Sur. Su preciosa carga es excepcional. Se trata del telescopio espacial James Webb Space Telescope (JWST). Es un experimento que ha esperado 25 años y fruto de la colaboración de veinte países. El dispositivo está concebido para servir de máquina para remontar el tiempo. Es decir, a la época misteriosa de la formación de las primeras estrellas del universo, de la que «no sabemos nada». Es fantástico, dicen los técnicos como Torsten Böker, de la Agencia Espacial Europea. Lo fantástico es que esta máquina que orbita el sol podrá analizar las atmósferas de miles de exoplanetas, examinar si alguna es propicia a la vida. No es exagerado pensar que la visión que tenemos del universo y del lugar en que estamos podría cambiar.

V. ¿Un cosmos más bien juvenil? ¿Un deseo de ver las primeras estrellas del universo? Una estrella produce elementos químicos, por lo general a su muerte. Eso que llamamos una supernova. Pero una parte de sus restos —dicen los técnicos— se puede transformar en una nueva generación de estrellas. Y el ciclo se repite.

Los científicos que observan el espacio lejano dicen: «Hasta ahora, no hemos logrado ver con precisión las estrellas que existieron durante los cien primeros millones de años después del Big Bang. La luz de las primeras estrellas se confunde con los residuos de hidrógeno y helio —los átomos más ligeros—, un momento que nosotros llamamos 'el alba cósmico'».

El telescopio James Webb llegará a una distancia mayor que diversas galaxias juntas. En una órbita situada a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra. Pero será un triunfo de los sabios que investigan el cosmos.

Qué de cosas que no sabemos y podemos descubrir. Y qué de efectos sobre la salud humana. Y acaso alguna vez nuestra especie descubra cómo llegar a la inmortalidad. Por la ciencia y la capacidad moral de no destruirnos nosotros mismos. Por eso quizá no nos visitan los extraterrestres. Todavía tenemos la violencia de los animales.

Hugo Neira
17 de enero del 2022

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