Jorge Morelli

Nada que temer

Nada que temer
Jorge Morelli
01 de junio del 2016

En el fujimorismo no hay rencor ni sentimientos de revancha

La histeria desatada entre los adversarios del fujimorismo va más allá de lo racional. Es una expresión emocional, cuyo eventual contenido político, doctrinario o programático carece de mayor importancia. Claramente, la victoria electoral de Keiko Fujimori tendría, para sus adversarios, un significado emblemático, simbólico.  

Desde hace más de quince años el país está dividido por la mitad en torno al fujimorismo. Es tiempo de dejar atrás este conflicto. Pero para la mitad de los peruanos, que el antifujimorismo reúne hoy, el eventual triunfo de Keiko significa al parecer el desmentido de las premisas en las que durante años han descansado todos sus juicios políticos de valor.

Parece que la victoria electoral del fujimorismo significa para muchos de esos peruanos la obligación de revisar todas las premisas que en su momento tomaron por verdades inamovibles. Es un ejercicio doloroso, que puede parecer una inmersión en la confusión sin sentido, en un vacío sin significado. Pero nada de eso es cierto. Es posible que, si el fujimorismo gana estas elecciones, algunos sientan la necesidad natural de repensar el proceso político. Ya emprenderán esa labor de análisis los estudiosos.

Para la mitad de los peruanos que vota por Keiko, en cambio, sea que gane o no, el resultado electoral de este domingo carece de una carga emocional comparable. No hay rencor, ni ánimo de retaliación, ni sentimiento de revancha algunos. El fujimorismo ha aprendido, humildemente, a respetar la decisión democrática del pueblo. Ese es también el sentido de la decisión de Pedro Pablo Kuczynski de finalmente no asistir a la marcha anti Keiko, por no sumarse a un acto contra el derecho democrático del fujimorismo a existir y participar en las elecciones.  

En el resultado del domingo no se le va a Fuerza Popular la existencia. Está aquí para quedarse y, si no le tocara ganar hoy, sabe que llegará mañana. Este no es el fin de la historia. Son elecciones: ganarlas o perderlas no prueba ni demuestra nada respecto del pasado. El fujimorismo aspira a servir y llevar a la nación a puerto seguro en la fecha de su bicentenario. Su eventual victoria electoral no significa otra reivindicación que la de la gratitud de tantos compatriotas por lo que en otro tiempo significó abrazar a un pueblo que estaba de rodillas, ponerlo de pie y llevarlo hacia la victoria sobre el terror.

Es por eso que a los peruanos —especialmente a los jóvenes— que hoy colocan una enorme carga emocional en una cruzada política fundada en el temor, hay que decirles que este no la merece. Hay que acogerlos y confortarlos con la seguridad de que el miedo es un espejismo y que nada tienen que temer de un gobierno de Keiko Fujimori. Ella es uno de ellos, sus sueños son los mismos y su afán es no es otro que reconciliar, voltear esa página y poner fin para siempre a esta división entre hermanos que ha durado más de lo que debía.   

 

Jorge Morelli

@jorgemorelli1

jorgemorelli.blogspot.com

Jorge Morelli
01 de junio del 2016

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