Rocío Valverde

Nace una superstición

Temores irracionales que nos afectan a todos

Nace una superstición
Rocío Valverde
21 de julio del 2019

 

Todos los días, tres científicos conducen 42 kilómetros hacia Oxford y siempre a la mitad del camino comienzan a mirar ansiosamente por la ventana. ¿Veremos hoy a Pablo?, se preguntan. Bajan la marcha del auto, y sus ojos entrecerrados, por la falta de cafeína, recorren de arriba a abajo los 70 metros de una larga calle. Pablo no deja verse ni una pluma. “Hoy no será un buen día, seguramente mis células no han crecido o se me ha contaminado la placa” sentencia el conductor ocultando un sollozo con su soberbia. La suerte de estos tres hombres de ciencias depende del temperamento y la impulsividad de un pavo real a quien la costumbre los ha hecho bautizarlo con el nombre de Pablo.

Todas las supersticiones tienen un origen compartido. El hombre requiere encontrar una asociación que explique la causa y el efecto de los hechos que ocurren en su vida, a pesar de que su razonamiento sea errado y a todas luces parezca descabellado. Estos tres científicos vieron a través de los ojos de sus ancestros y encontraron serenidad y protección en las plumas tornasoladas de un pavo real. ¿No les parece increíble la escena? Tres microbiólogos ateos lograron avistar la inmortalidad en las plumas de este antiguo símbolo cristiano.

Ellos aún ignoran que su superstición va a seguir evolucionando. Así como el remedio a derramar la sal de mesa es tirarla por encima del hombro derecho, para cegar al diablo y tocar madera es la cura a todos los malos yuyu, a este trío les falta encontrar el hechizo mágico que rompa la maldición de Pablo. Me los imagino dentro de poco alzando los brazos al mismo tiempo, dando tres golpes con el pie izquierdo o conteniendo su aliento mientras atraviesan este pueblito perdido de Oxfordshire.

Por suerte, disculpando la redundancia, las supersticiones nos ayudan a tener una mejor adaptación social. Si una persona tiene fobia a viajar, pero cree que puede evitar la caída del avión, y un ataque de pánico, poniendo primero el pie derecho al subirse en la aeronave, entonces dejemos que su creencia le mantenga el corazón estable.

El comportamiento de estos supersticiosos de a pie no causa sorpresa cuando se le compara con la industria que se ha rendido a la maldición del número del traidor. La treceava fila ha sido vetada de todos los aviones, trenes y cualquier máquina que cuente con un motor. Lo verdaderamente impresionante es que la sociedad cree que este es un comportamiento lógico, e incluso muchas personas me han asegurado que valoran más a estas empresas pues demuestran que están pensando en la seguridad de los pasajeros. Si alguno se cree demasiado sapiens para verse preso de las supersticiones pregúntense si viajarían en un martes trece a las 13.13 horas en la fila número trece de un avión que parte rumbo a Malasia. 

Mientras Pablo juega a darle taquicardias a este joven, la superstición pasa de boca en boca dentro de una pequeña comunidad de científicos de Oxford. Cada vez más gente le teme a los miles de ojos de Pablo.

 

Rocío Valverde
21 de julio del 2019

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