Jorge Morelli

Monopolio malo

Estado debe impedir abusos de los monopolios

Monopolio malo
Jorge Morelli
31 de enero del 2018

 

Se ha formado un monopolio de las farmacias. Técnicamente es un cuasi monopolio sobre el 95% de los establecimientos. Pero para los fines da lo mismo. El monopolio reduce los costos y permite comprar más barato a los proveedores. Hace más eficiente el proceso productivo. La competencia, en cambio, reduce los precios.

El caso emblemático es el del monopolio de Standard Oil, construido a pulso por John D. Rockefeller desde fines del siglo XIX, comprando refinerías aisladas para concentrar la producción de kerosene que alumbraría a las ciudades de EE. UU. Cuando aumentó el peso económico de su monopolio, logró imponerle el precio del transporte a otro monopolio más antiguo: el ferroviario de Cornelius Vanderbilt.

Con el tiempo Rockefeller sería desplazado del negocio del alumbrado público por un tercer monopolio, el de la electricidad, de propiedad del banquero J. P. Morgan. Sacando al propio Thomas Edison del control de su empresa de corriente eléctrica directa y adueñándose de las acciones de Nicola Tesla en el invento de la corriente alterna, J. P. Morgan creó el monopolio de General Electric, que acabó para siempre con el del kerosene. Para entonces, sin embargo, Standard Oil de Rockefeller giraba ya al negocio de la gasolina para los automóviles de Henry Ford.

Esos son los monopolios que construyeron la economía de EE. UU. Permitieron reducir los costos del transporte y de la energía, lo que a su vez hizo posible el crecimiento masivo del mercado. Es cierto: el monopolio puede reducir los costos. Y puede incrementar la utilidad sin subir los precios. Lo reprochable, entonces, no es necesariamente el monopolio que abre un mercado nuevo al consumo masivo, sino el abuso de la posición de dominio cuando la rentabilidad del negocio decae con el tiempo.

En nombre de la libre competencia en el mercado, el presidente de EE. UU. Theodore Roosevelt acabó con los monopolios con sus leyes antitrust en 1912. Obligó a Rockefeller a dividir el megamonopolio de Standard Oil en 35 empresas diferentes. Pero Rockefeller, que continuó siendo su dueño, hizo más plata que nunca.

Entonces no es necesariamente el monopolio sino el abuso de la posición de dominio lo que hay que impedir. Se supone que el Estado lo hace a través de sus organismos reguladores. Si estos no hacen el trabajo, el problema es otro.

 

Jorge Morelli
31 de enero del 2018

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