Miremos lo positivo

Penosamente tenemos que resaltar que estamos en el país de los “peros”. Y por supuesto, no me refiero a la fruta sino al hecho de que nada nos satisface y que a todo le encontramos generalmente algún defecto o que quizás simplemente podría mejorarse. Pero nunca estamos totalmente satisfechos.

El alcalde de Lima ha anunciado haber conseguido una donación del Estado de California, en los Estados Unidos de América, nada menos que de un ferrocarril con locomotoras y vagones que vendrán a Lima para la ruta Lima-Chosica-Lima y que el mencionado alcalde ha anunciado su extensión hasta el Callao. Es una magnífica noticia y gran gestión, pero como siempre saltaron las aves de mal agüero: “el tren es viejo”, claro que es usado, no hay motivo para que te regalen uno nuevo. No lo estás pagando y no te cuesta nada.

Habrá otros peros: tenemos que pagar el transporte hacia el Perú y tenemos probablemente que pintarlo. No revienten, encima que te donan el tren y que facilitará el transporte en nuestra capital le ponemos objeciones. ¡Se pasaron!

El mismo alcalde anunció la extensión de la vía rápida Luis Bedoya Reyes (antes Paseo de la República,) más conocida como el “zanjón”, y de inmediato la observación del motivo por la que no se hizo antes. Pues bien, pregúntenles a los anteriores alcaldes, más no a quién está trabajando en ello.

En varias vías metropolitanas a cargo de la Municipalidad capitalina, se vienen realizando obras de pintado y de reparación de pistas, lo que lejos de satisfacer a quienes transitan por ella, expresan su malestar debido a que debió comenzarse por el mantenimiento de las pistas y no por la pintura, sin siquiera haber advertido que se hace en simultáneo.

También el alcalde de Lima anuncia la nueva vía de circunvalación y de inmediato surgen los “peros”, como porque no se ha comenzado ya, sin tener en cuenta que los procesos de proyectar obras públicas y contratación de las mismas son exageradamente tediosos, lo que no es responsabilidad de la autoridad que los tiene que cumplir, así no le agraden.

Claro que podríamos seguir y seguir, aunque lo importante no es narrar lo mencionado, sino que cambiemos de actitud a fin de resaltar lo bueno antes de encontrarle “peros” a todo, de lo que ni siquiera se salva la prensa.  

En efecto la prensa, aunque no toda por cierto, nos viene acostumbrando a las malas noticias, pues habiendo buenas, ellas son ignoradas o la diferencia en tamaño y extensión entre buenas y malas noticias, es más que evidente. Las buenas son del tamaño de un aviso económico, las malas son de portada. Y si te llaman para dar alguna opinión, si ella es positiva será ignorada, pero si casi le estas mentando a la madre a alguna autoridad, será de primerísima portada y de nota abridora.

Insisto, tenemos que cambiar de actitud.