Guillermo Vidalón
Minería: una verdad irrefutable
Ha logrado mejorar la calidad de vida de las regiones donde opera

Con relación a la actividad minera se ha creado una narrativa adversa, destinada a menospreciar los logros inocultables del sector, se han sembrado dudas y se afirma que estas se encuentran enraizadas en el pasado. Al respecto, cabe preguntarse si el pasado ha dejado de ser un espacio de reflexión para asumir un rol protagónico en la construcción del futuro. Ello resulta un contrasentido, porque el que diseña el futuro es el presente.
Agitar al viento un enorme manto de dudas respecto de la minería tiene una única finalidad: construir tempestades para impactar negativamente la percepción que la opinión pública debe tener de una actividad legítima, histórica y que cumple un rol fundamental en el inacabado proceso de desarrollo de la humanidad. Y en particular del Perú. El gran avance tecnológico del que se disfruta en la actualidad sería imposible sin el concurso de la actividad minera. Nos referimos tanto al aporte que representa en términos económicos como a su calidad de componente de alguno o varios de los adminículos que empleamos en nuestra actividad cotidiana: computadoras, celulares, televisores, automóviles, etc.
Además, la actividad minera ha logrado mejorar la calidad de vida de las regiones donde opera de manera significativa, lo cual resulta una verdad incómoda para sus más ácidos críticos. Recientemente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha dado a conocer los valores del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del presente año, 2019. En el IDH 2019 destacan en Perú, en segundo lugar después de Lima, la provincia de Mariscal Nieto, ubicada en la región Moquegua, precisamente donde se encuentra la mina Cuajone; seguida de Ilo, donde se ubica el complejo metalúrgico de cobre (fundición y refinería); en quinto lugar, Jorge Basadre, que cuenta con la mina Toquepala y pertenece a la región Tacna.
¿Qué mide el IDH? Esperanza de vida, porcentaje de la población que ha culminado su educación secundaria completa, años de educación e ingreso familiar per cápita. ¿Qué tienen en común las provincias antes mencionadas? Que en ellas opera la minera Southern Peru desde hace varias décadas. Un caso similar también se presenta con la mina Las Bambas en Apurímac, donde la pobreza ha caído 20 puntos porcentuales por la construcción de la mina y el inicio de sus operaciones. Imaginemos el desarrollo que tendría dicha región si se implementan otros proyectos mineros de gran magnitud, como son Los Chancas y Apurímac Ferrum.
Cuando en los años noventa del siglo XX inició sus operaciones la minera Yanacocha, también mejoraron –en términos relativos– las condiciones de vida de los pobladores de Cajamarca, aunque su dimensión fue distinta. ¿Por qué se revierte lo avanzado? Porque surge una propuesta política que plantea una falsa disyuntiva: el agua o el oro. El resultado concreto es que la producción aurífera de la mayor minera latinoamericana empezó a disminuir, se redujo su utilidad y, por consiguiente, el impuesto a la renta que debía pagar. La región Cajamarca recibió montos menores por canon y regalías minera, las obras públicas se detuvieron y pasó de un esperanzador avance a convertirse en la región más pobre del país. Afortunadamente, Cajamarca cuenta con un gran potencial minero, y la decepción de sus ciudadanos frente a algunos miembros de su clase política representa una luz de esperanza para volver a atraer inversiones y crecer nuevamente de manera sostenida. Esta región tiene en cartera el proyecto cuprífero Michiquillay, cuya puesta en operación significa una inversión de más de US$ 2,500 millones.
El proyecto Tía María, ubicado en la provincia de Islay, se encuentra a poco más de una hora de la provincia de Ilo, la cual también está junto al valle de El Algarrobal, que cuenta con operaciones metalúrgicas desde 1960 y su nivel de desarrollo es muy significativo. ¿Qué ocurrirá con el desarrollo de Tía María? La producción agropecuaria se consolidará, mejorará la calidad de vida y los recelos y desconfianza de unos cuantos formará parte del pasado. Tía María es el punto de quiebre, por eso tanto activismo foráneo en su contra. Este proyecto se constituirá en el mejor ejemplo de convivencia pacífica y armónica entre la minería, la agricultura, la ganadería, la pesca, el turismo y cuanto emprendimiento se lleve a cabo.
Retomemos el ritmo de crecimiento del Perú. Empecemos a construir y difundir una narrativa de éxito vinculada al sector minero. Sobre los riesgos ambientales, recordemos que estos se superan con financiamiento para realizar investigación y aminorarlos. Pretender no interactuar con la naturaleza es un absurdo, porque sería como pretender excluir la impronta humana sobre la tierra. La minería genera activos ambientales con positivo impacto en el desarrollo social, tal como ha sido analizado y demostrado por el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas.
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