Dante Bobadilla

Los traumados sociales

Sobre la “paridad de género” en las listas parlamentarias

Los traumados sociales
Dante Bobadilla
16 de agosto del 2018

 

Se trata de un trauma mental. No encuentro ninguna otra explicación para esta ridícula obsesión por el igualitarismo de género que desvela al progresismo. Y ahora también al presidente Vizcarra, aunque lo suyo, ya sabemos, es puro populismo barato.

En el mundo real no existe igualdad de ningún tipo. La igualdad es un invento del cerebro. O sea, es ideología pura. En la realidad humana no hay igualdad ni siquiera en las familias. Es ridículo, pues, pretender igualdad en la sociedad. Utilizar un lenguaje exquisito —con términos como “asimetrías sociales” o “diferencias estructurales”— no hace que el igualitarismo sea menos absurdo de lo que es.

No se puede utilizar la desigualdad como argumento, asumiendo per se que es negativa, o combatirla porque es producto del supuesto machismo y otros delirios. No es así. Hombres y mujeres siempre hemos sido y seremos diferentes. El problema no está en el mundo real sino en las mentes afiebradas de estos traumados, que creen que la sociedad tiene que ser igualitaria porque ellos así lo quieren. Y que además hay que hacerlo a la fuerza.

La especie humana se caracteriza por su diferenciación. Cada individuo es único, luego cada familia y finalmente cada cultura. Todos son diferentes. Los hombres son diferentes entre sí, las mujeres son diferentes entre sí. Y desde luego, hay abismales diferencias entre hombres y mujeres. Son casi como dos especies distintas. ¿Cómo se puede pretender una igualdad entre seres tan diferentes? Quienes pretenden que los niños jueguen con muñecas y las niñas con pistolas “para romper los estereotipos” sufren de algún trauma psicológico grave. En serio. Están mal. Y han hecho de sus traumas una ideología aberrante presentada como “vanguardia política”.

Una conductora de TV, reconocida por su progresismo neurótico en vivo, reniega porque el rosado está institucionalizado socialmente como un color femenino. Y resulta que a ella no le gusta que esto sea así. “¡No tiene por qué ser así!”, chilla con voz de pito, y aplaude una ridícula campaña del MIMP con hombres que llevan delantales rosados “para igualarse a la mujer”. Ahora tenemos un ministerio-circo dedicado a hacer payasadas para complacer a estos traumaditos sociales.

Existen, pues, perturbados a los que todo les apesta. Nada les cuadra. Odian la realidad. Ven problemas donde no hay. Quieren que el Estado intervenga para cambiarlo todo, porque ahora resulta que lo normal es malo y lo patológico debe ser lo normal. Hoy los chiflados nos dicen cómo debemos vivir, la estupidez pasa por sabiduría y el ridículo ya es respetable. Estamos en crisis.

El señor Gilbert Violeta, representante del oficialismo, reconoce que no tienen muchas mujeres en sus bases, pero apoya la delirante idea de su presidente, de que las listas de candidatos vayan alternadas entre hombres y mujeres para imponer por la fuerza la “paridad de género”. ¿Y eso para qué cuernos sirve? Ya hay bastantes mujeres en la política y es absolutamente irrelevante si hay más o menos mujeres en el Congreso. Eso no ayuda en nada. Tenemos verdaderos problemas urgentes y graves que atender, en vez de perder tiempo en esta clase de boberías. ¡Por favor! ¡Ubíquense!

Verónika Mendoza ganó la candidatura de la izquierda por sobre Marco Arana en unas elecciones abiertas y públicas. La gente la prefirió a ella en total libertad. ¿Fue difícil? No. Esa es la única manera en que se debe sobresalir, y no mediante amañadas tretas legales que solo van a conducir a incrementar la mediocridad, porque van a tener que sacar mujeres de cualquier lado para rellenar las listas. Todas las ideas delirantes y baratas del progresismo llevan al fracaso porque se sustentan en el delirio y el capricho ideológico, antes que en la necesidad real. Son pura demagogia.

Lo único que importa es que las puertas de la política estén abiertas para todos. El resto es asunto de cada quien. Más allá de eso no tenemos por qué ir. Pretender que haya igualdad en el número de hombres y mujeres solo obedece a un trauma mental o algún tipo de delirio o estupidez. Tenemos un serio problema de salud mental en la política. La ignorancia, la pose, la demagogia, el circo y la charlatanería nos están rebasando. Ahora se gobierna para las encuestas. Vamos muy mal.

 

Dante Bobadilla
16 de agosto del 2018

COMENTARIOS