Carlos Hakansson
Libertad, igualdad y fraternidad
Francia no reconoce los derechos civiles básicos de los no vacunados

La histórica y vigente Declaración francesa de los Derechos del Hombre y Ciudadano de 1789 se convirtió en el referente de inspiración para los futuros tratados sobre derechos humanos tras finalizar la Segunda Guerra Mundial; al punto que los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad iluminaron su progresiva evolución y difusión mediante una clasificación que atendía a su aparición histórica: las generaciones de derechos humanos, la cual no significa el surgimiento de un conjunto de bienes humanos sobre otros, pues, los derechos y libertades son indivisibles e interdependientes entre sí. En ese sentido, la libertad agrupa el reconocimiento a los derechos civiles y políticos; la igualdad a los derechos económicos, sociales y culturales; la fraternidad reconoce el derecho a un medio ambiente sano y equilibrado, la integración y la paz, conocidos también como los derechos de solidaridad. A pesar que el primer derecho fundamental reconocido fue la libertad individual, con la Carta Magna inglesa de 1215, se reconoce a Francia como la primera difusora del constitucionalismo en Europa continental desde fines del siglo XVIII. Se trata de un patrimonio cultural que arribó a Iberoamérica, junto con los procesos emancipadores del siglo XIX que inspiraron sus primeros textos constitucionales.
La introducción de esta columna sobre la histórica lucha por los derechos civiles en Francia contrasta con las recientes declaraciones de su presidente de la República, Emmanuel Macron, cuando a causa del Covid-19 dijo que “a los no vacunados tengo muchas ganas de fastidiarlos. Y lo vamos a seguir haciendo hasta el final”. El modo de “complicar la vida” a los franceses resistentes a la vacunación es impedirles satisfacer sus necesidades domésticas, laborales y deseos de socialización en lugares públicos. Una política discriminatoria que terminará por dejar de reconocer sus derechos civiles básicos hasta que se vacunen. En una entrevista posterior, Emmanuel Macron, lejos de rectificarse, sostuvo que las personas antivacunas “hacen un eslogan de una libertad que se convierte en irresponsabilidad”.
Si bien la preocupación de los líderes mundiales es culminar con la pandemia, la estrategia debe consistir más en la persuasión a la ciudadanía que la restricción a sus derechos; por ejemplo, el líder estadounidense, Joe Biden, a través de un mensaje televisado sostuvo: “tenemos la mejor vacuna del mundo, las mejores medicinas, los mejores científicos y cada día aprendemos más y lucharemos contra esta variante con ciencia y conocimientos, no con el caos y la confusión". La posición de un estadista es argumentar que el camino de salida pasa por la vacunación universal, a pesar de que sus efectos no sean inmunizadores contra el virus y se pueda contraerlo por segunda vez, aunque con una mejor protección a sus nuevas variantes y disminuyendo el riesgo de muerte.
Si no puede impedirse el contagio de un ciudadano no inyectado por una persona vacunada pero infectada del Covid-19, y si también es posible que un vacunado se contagie y trasmita el virus a otra persona, también vacunada, y que ambas padezcan de síntomas leves, los graves efectos sanitarios serán para las personas resistentes a ser inyectadas, ya sea con la Pfizer, Moderna, AstraZeneca, etcétera. Si, como sostiene Joe Biden, el avance científico permite en el futuro que los efectos de la vacunación conduzcan a la inmunización universal que nos libre de futuros contagios, tampoco podría ser obligatoria para aquellos que se resistan por algún tipo de idea, prejuicio, motivos culturales e incluso religiosos.
Hasta la fecha, lo real es que tanto vacunados como no vacunados, con o sin carné de vacunación, continuamos con restricciones para ejercer nuestras libertades como producto de una vacuna que no inmuniza, solo atenúa los síntomas y requiere de refuerzos periódicos. Por eso, si Iberoamérica fue heredera de las ideas del constitucionalismo, a pesar de ser malos alumnos, somos ahora los que le recordamos al líder francés que haga verdadera política teniendo presente la libertad, igualdad y fraternidad entre todos los ciudadanos.
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